Soy una ciudadana que vivo de mi trabajo, no tengo rentas, ni activos financieros, ni arrendamientos de inmuebles… mi nómina determina mi calidad de vida, soy trabajadora.
Dos clases hay en este tiberio de sociedad en la que vivimos: Los que trabajan y los que viven del trabajo de otros, no hay más, así reza en los estatutos históricos del capitalismo.
Vivo de mi trabajo como tú y como ella, y es el ejercicio de la política quien determina los derechos que tengo, los deberes que debo cumplir y si la nómina que percibo, las condiciones de trabajo y las pensiones que cobraré cuando ya no pueda vivir de mi trabajo, harán que tenga una vida digna o arrastrada. La decisión política importa.
Acaso, ¿optaríamos, en las múltiples decisiones que hemos de tomar cada día, por algo que a sabiendas nos perjudica? NO, seguro que no.
Pues no lo hagamos ahora.
Mariano, Olga, Carmen, vecinas; Paqui, Loli, Luisi, amigas; Montse, Violeta, compañeras de fatiga diaria: Marina, Adrián, Abel, Amparo, primos; Cristina, Andrea, Iván, amigos de mi hija… somos muchas, y sumamos en el lado de los que vivimos de nuestro trabajo, de los que sabemos que el cambio climático está aquí y de los que queremos que nuestras vidas mejoren porque amamos vivir y deseamos la vida a los que nos suceden.
Sumamos para unos mejores empleos, salarios, jornadas, más tiempo para ser libres y amar cuanto podamos y queramos a quien queramos. Sumamos para poner el freno al desenfreno avaro que destruye el Planeta, asfixia nuestros días, seca nuestras fuentes, y pone fecha de colapso a nuestra casa. Sumamos para quitarle a Florentino el beneficio por su gestión de las residencias públicas de nuestros mayores. Sumamos para no consentir poner en duda las pensiones de jubilación, ni la sanidad, ni la educación públicas, ni la existencia de la violencia machista, sumamos.
Mi voto cuenta, mi voto vale, y quiero dibujar con el una vida digna y buena para todas. ¿Y si sumamos? SUMAR.