Y en medio del barro, la flor

Pesadez y repetición hasta hacernos sucumbir. Martillo pilón, bombardeo sin tregua de desinformación. Y cuándo no, metáforas huecas, hipérboles cínicas, hipérbatos que enredan para disfrazar verdades dolorosas o inconfesables, fuera de toda poética, aunque hagan conjugar el verso y la patraña.

“No es rearme, no son armas, son elementos de defensa y disuasión. “No es para atacar a nadie, es para disuadir a aquellos que estén pensando en atacarnos”. Estamos en plena crisis “securitaria” dice Sánchez,  pretendiendo que el miedo se haga verbo oficial.

Y como la aseveración de que había armas de destrucción masiva en Irak, ¡créanme! apostillaba el expresidente Aznar su mentira. Ahora “está en juego la seguridad de Europa» y, claro, la de España,  por eso coge 10.500 millones de euros de las arcas públicas para armarnos, el muy presidente Pedro Sánchez. El que hasta ayer firmaba contratos con el genocida Israel para venderle y para comprarle munición manchada de sangre de 50.000 Gazaties asesinados, al que Rufián le saca un «Nosotros no comerciamos con un estado genocida» e Israel le llama a retreta, o dan un pucherazo en Eurovisión.  Amén de formar parte del partido de las privatizaciones, también de Red Eléctrica, y claro, luego vienen los apagones.

Almeida homenajea a Vaquerizo en nombre de la libertad, la cultura y el bagaje profesional, mientras destierra a Almudena Grandes por su feo compromiso con la historia y la verdad. O las 7291 anécdotas puntuales de Ayuso y sus protocolos de la muerte además de la vergüenza.

Y el Rey Emérito siente dañado su honor porque Revilla ha dicho la verdad sobre su fortuna insultante de mangante. Así que se acabó la fiesta, a los juzgados, dicta su podrida majestad desde su huida en una isla de lujo en Abu Dhabi y hace unos días por Sanjenjo.

Patriotas que defraudan, mentirosos que gobiernan, Reyes que roban y putean, periodistas que embrutecen, influencer que bulean, idiotas que votan o no votan,… todos, lejos de toda poética, e inmersos en una retórica retorcida y delirante, que profundiza el agujero negro de la putrefacción y el odio.

¿Pero a dónde vamos? Pues algunos, tal vez muchos, a donde aún alumbra la resistencia. Porque queda quien no se rinde, quien llama a las cosas por su nombre, quien escribe, quien denuncia, quien pone corcheas, imágenes, memoria o posición, quienes limpias mantienen las manos, la cabeza y el corazón.

La esperanza no está en los palacios, ni en los consejos de administración, está en los parlamentos que no ensucian la verdad, en la calle, en la palabra, en la acción pequeña, en la honestidad terca, en la honradez que no se vende ni se silencia.

Resistir es también crear. Y en medio del barro, la flor.

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