Es necesario y saludable el preguntarse cómo la aparición de un coronavirus, el Covid19, ha podido trastocar y voltear de manera tan brutal el discurrir de nuestras vidas, unas vidas que nos creíamos tener aparentemente “normalizada”, a pesar de que esa “normalización” escondía graves y numerosos problemas tanto dentro de una sociedad adormecida y tremendamente desigual, como la relación entre los seres humanos y la Madre Tierra.
Teníamos “normalizada” una sociedad en la que junto a la posibilidad de realizar un viaje a la luna en un cohete espacial por parte de un pequeño grupo de privilegiadas personas, pudiera coexistir otra “normalidad”, la de una parte muy numerosa de la humanidad, miles de millones de seres humanos, en los que la miseria, el hambre y la enfermedad son moneda corriente en el devenir de su existencia.
Grandes capas de la sociedad han tenido “normalizada” y asumida la idea de que este sistema, el sistema capitalista, era el único que podía ofrecer paz, tranquilidad, felicidad y bienes de consumo; solo teníamos que poner de nuestra parte la ambición necesaria para conseguir todo lo que te propusieras. Han intentado, con bastante éxito hasta el presente, borrar de nuestras mentes tan siquiera la posibilidad de plantearse la construcción de una sociedad más humanizada, en la que la solidaridad, la amistad, la justicia, la paz y el amor hacía nuestros semejantes, en armonía con la madre naturaleza, fueran nuestros referentes; para que esa normalización del sistema capitalista continúe y se consolide han recurrido a menospreciar o tergiversar el estudio de las humanidades, de la filosofía, de la historia, de la cultura, combatiendo por todos los medios a su alcance el que las personas sean críticas y libres de pensamiento. En definitiva grabarnos a fuego la idea de anteponer el YO (persona y beneficio individual), al NOSOTR@S (género humano y noción de bien común).
Dentro de su concepto de “normalidad” consideran lógico y pertinente exigir a los diferentes Gobiernos que permitan construir y hasta financiar grandes obras faraónicas con el único objetivo de que sus empresas sigan generando beneficios: autopistas que no van a ninguna parte, aeropuertos sin tráfico aéreo, presas y pantanos inconmensurables que destrozan la naturaleza, destruir grandes zonas de bosques, desviar el curso de los ríos, explotar todos los recursos naturales, incluso el agua y los círculos polares. No tienen ningún reparo en despreciar o ignorar las recomendaciones que diversos organismos internacionales y organizaciones medioambientales vienen exigiendo a todos los Estados para consensuar políticas comunes en defensa del medio ambiente.
No por desconocimiento, sino por su propio interés, esconden o menosprecian los informes elaborados por prestigiosos científicos, en los que se demuestran con evidencias los graves efectos negativos que para los seres humanos tienen ese desarrollo industrial y alimentario tan despiadado con la naturaleza, los animales y el medio ambiente. La continua destrucción de ecosistemas a través del desarrollo, la deforestación, la crisis climática y la explotación lucrativa de los animales conduciría inevitablemente a la infección de los humanos con zoonosis, es decir enfermedades originadas por animales con las que los seres humanos no habrían entrado en contacto si no hubiesen destruido su medio ambiente. El Covid19 es simplemente un paso más de las enfermedades promovidas por el comportamiento nocivo de los humanos contra la Tierra, que anteriormente tuvieron otras expresiones con el SARS-COV-1, el MERS-COV y el Ëbola. Y la próxima crisis puede ser el colapso.
La pandemia del Covid19 pone sobre la mesa, y más crudamente que nunca, que futuro tiene el inviable modelo capitalista neoliberal en que vivimos, y que salida que se le pueda dar a un sistema incapaz de ofrecer un mínimo de esperanza a la humanidad. La configuración del modo de desarrollo, producción y distribución de la riqueza, unido a la conservación del planeta, teoría ya conocida y desarrollada por Marx por el año 1.867, está en el eje de la discusión. Esta pandemia que nos asola dibuja con eficacia su condición de catástrofe, entre otras cosas, por el cruce entre epidemiología y economía política. Socialismo o barbarie, no hay otra.
Es de sobra conocido que una vez al año, en la ciudad suiza de Davos, el llamado Club de Bildeberg, que agrupa a las grandes fortunas del mundo, junto a otros dirigentes políticos y sociales designados por ellos, se reúnen para hablar de economía, su economía, su capitalismo depredador. En esas reuniones, en su “normalidad”, hablan de cómo van las Bolsas “sus bolsas”, de índices bursátiles, de la prima de riesgo, de la desaceleración de la economía, del precio del petróleo o del oro, etc.. No les preocupa lo más mínimo la otra “normalidad”, la de la mayoría de la población que bastante tiene con subsistir, la que se pregunta por el trabajo, los salarios, la vivienda, los derechos y libertades, sanidad, educación, pensiones, dependencia, el medio ambiente…esas palabras les resultan extrañas, no entra dentro de sus preocupaciones.
No hay normalidad a la que regresar cuando aquello que habíamos normalizado ayer nos ha llevado a esto que hoy tenemos.
Para que la locura del sistema capitalista pueda seguir funcionando, recurren a una táctica que no es nueva, pero que cada día la necesitan más: venden SEGURIDAD a cambio de LIBERTAD; dentro de esa seguridad que nos ofrecen cabe todo, desde protegernos de posibles ataques terroristas (en ocasiones fomentados o creados por ellos), hasta controlar a los individuos para así evitar desórdenes públicos en las movilizaciones de los pueblos por la defensa de sus derechos y condiciones de vida o por su emancipación; también como ocurre actualmente para controlar a la población de nuevas y posibles epidemias. En concreto acotar la libertad individual y colectiva de manera que quede supeditada y encapsulada dentro de los límites que puede soportar la seguridad, su seguridad.
Estamos inmersos en una lucha imperialista para disponer de los dispositivos y medios necesarios para conocer lo que cada individuo y colectivos hace en cada momento, para tenerlos vigilados y controlados. Un ejemplo de ello, es la implantación del 5G, instrumento que permitirá tener el dominio del espacio y las comunicaciones; de ahí esa lucha soterrada entre China, que en principio marcha por delante en esa carrera y los EEUU, que a su vez presiona a los países desarrollados para que no adquieran la tecnología china.
¿Porqué están en prisión o exiliado, los conocidos periodistas Assange y Snowden?; sencillamente por atreverse a ofrecer datos e informes de las políticas diseñadas principalmente por EEUU para dominar el mundo, incluidas guerras y agresiones. Aquí en España la existencia de la Ley Mordaza, es un ejemplo a menor escala de ese recordarnos de que la seguridad está por encima de la libertad.
Tal y como ya describía George Orwell en su novela 1948, quieren “Una sociedad donde se manipule la información y se practica la vigilancia masiva y la represión”.
En estas circunstancias queda una pregunta en el aire: ¿Qué hacer?
Hay que ser conscientes de que el capitalismo tratará de seguir ejerciendo todo su poder de coacción, incluyendo los medios de propaganda y difusión a su servicio, para impedir o atrasar cualquier iniciativa que tenga como objetivo la construcción de una sociedad más libre y democrática, exenta de guerras y con una mayor justicia social. En esta situación la irrupción de la extrema derecha tanto en España, como en Europa y el resto del mundo, es otro factor a tener en cuenta.
Nada va a ser sencillo, partimos de una situación de debilidad y atomización tanto de los partidos políticos de izquierda como dentro de los movimientos sociales más activos. Por otra parte tampoco podemos olvidar el papel que puede ejercer el Psoe, un partido que hasta el presente se ha alineado con las políticas neoliberales, pero que en la actualidad, más por necesidad que por otra cosa, se ha visto en la disyuntiva de apoyarse en UP para poder gobernar.
Teniendo claro que mientras exista el actual sistema capitalista no habrá una solución satisfactoria para la mayoría, estamos ante la necesidad de ir articulando una serie de medidas, de manera que sin olvidar esa premisa, se puedan ir dando pasos en la dirección de dar solución a los graves problemas cotidianos que sufren millones de personas tanto en España como en todo el mundo. Me permito enumerar algunas:
Debe ser un objetivo prioritario el que por medio de una plataforma unitaria entre las organizaciones políticas y sociales que estén por la labor, se consensúe un programa común en defensa de TODO LO PÚBLICO, recuperando lo perdido hasta la fecha y derogando las diferentes leyes que lo hicieron posible: Sanidad, Educación, Agua, Transporte, Energías, Pensiones, Dependencia.., nacionalizando las empresas de servicios esenciales. Apoyar y defender la implantación de la Renta Básica Universal, es otra medida que paliaría en parte la grave situación en que se encuentran muchas personas y familias.
Recuperar el NO A LA GUERRA que tanto éxito tuvo en el mundo entero a raíz de la invasión de Irak, en España derogar la Ley Mordaza que tanto sufrimiento y daño ha causado a los movimientos sociales; exigir el abandono de la OTAN y todos los tratados bélicos, disminuyendo el gasto en armamento, la industria de la muerte, y dedicar su presupuesto a investigación, a combatir el hambre y las enfermedades es una obligación moral.
DEFENDER EL PLANETA TIERRA, que va unido indefectiblemente al modo de desarrollo industrial, el comercio mundial y los transportes. Por una parte haciendo hincapié en la necesidad de potenciar las energías renovables, recomendar la compra de productos de cercanía y así disminuir la enorme cantidad de energía dependiente del petróleo que se consume tanto en el transporte aéreo como terrestre, boicotear los productos de grandes marcas, tanto nacionales como multinacionales que tengan su producción en Países donde se esclaviza a l@s trabajador@s con salarios de miseria y condiciones insalubres. Por parte de la ciudadanía, utilizar los medios públicos de transporte y plantearse nuestra manera de viajar más acorde con la defensa del medio ambiente.
Exigir una Reforma Fiscal progresiva, la desaparición de los paraísos fiscales, cuevas donde se refugian los ladrones y defraudadores para así no pagar los impuestos correspondientes, la devolución de los 60.000 millones de euros perdonados a la Banca en la anterior crisis. Denunciar el Concordato con la Santa Sede que lleve aparejado la anulación de los 11.000 millones de euros que se entregan a la Iglesia.
La construcción, el turismo y la industrialización en España, son otros aspectos que se deben replantear. No podemos depender principalmente de un turismo depredador y destructor de nuestras costas y el medio ambiente.
En España tenemos un hándicap añadido, contamos con unas instituciones y poderes que emanan de una constitución, la de 1.978, que conservan en su seno componentes no democráticos, como es la Monarquía, y una judicatura a la que se la pueda controlar “desde atrás”.
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Rafael Herguezabal de la Lastra