Hoy he hecho una cosa que tenía pendiente y una deuda a pagar. Hoy he ido al lugar donde miles de republicanos estuvieron presos y muchos perdieron la vida. Hoy he ido al lugar dónde estuvo el mayor campo de concentración del franquismo: El campo de Albatera.
Los últimos días de la guerra, el puerto de Alicante se llenó de personas intentando huir al exilio. Los barcos ingleses, que la República había contratado, nunca llegaron y el puerto fue una ratonera para decenas de miles de republicanos.
La mayoría acabaron en el campo de Albatera, aunque previamente pasaron por el campo de Los Almendros. Uno de esos soldados republicanos fue mi abuelo Antonio.
Pocos meses después de terminar la guerra a mi abuela Amparo le llega la noticia de que mi abuelo está preso en Albatera y temiendo que lo maten decidió ir andando desde el pueblo, en Jaén, hasta Alicante. Mi abuela había dado a luz a mi tía pequeña justo el último día de la guerra y no quería que mataran a mi abuelo sin que conociera a su hija.
Sorprendentemente, ella llegó a Albatera con la niña y encontró a mi abuelo. Estuvieron varios días juntos y mi abuelo le pidió que se marchara ya, que temía que le hicieran algo a ella o mi tía. Contaba mi abuela que todos los días mataban a gente. Mi abuela consiguió entrar al campo por un salvoconducto que una prima suya, sirvienta de un militar fascista, le consiguió.
Esa fue la única vez que mi tía Andrea, con unos pocos meses, vio a su padre. A mi abuelo lo trasladaron a la cárcel de Jaén para después fusilarlo. Esta es una historia que siempre se ha contado en mi familia y Albatera se convirtió en un lugar conocido.
Del campo de concentración no quedan restos, ahora es un campo de granados y solo una placa de la CNT recuerda a los que allí estuvieron y a los que murieron. Ninguna placa más, ningún monolito, ninguna estatua recuerda nada, ni siquiera el PCE, partido de mi abuelo, ha sido capaz de poner nada. Del olvido todos han participado de una manera u otra.
Lo que más me ha emocionado es que de entre los granados hay un árbol diferente, solo uno era distinto: Un solitario olivo. Un olivo que quiero pensar representa el sacrificio y el heroísmo de un simple jornalero de Jaén que luchó por un mundo mejor.
Juan Torres
Portavoz de Izquierda Independiente
Ayuntamiento S.S. de los Reyes