Mi familia emigró desde un pueblo de Castilla al Baix, allí naci y pasé la juventud , excepto mi época de Bachillerato que hice en Zaragoza, dicen que uno es de donde pasa su juventud, así que yo soy de Cornellá.
Dicen mis amigas que no entienden como me puede gustar pasear por los polígonos industriales, ese es mi paisaje, lo recorría de la mano de madre intentando colocar siempre con éxito a todos los que venían de su pueblo y recalaban en nuestra casa, grande y destartalada donde todos cabían. Viví en un barrio donde los sonidos de las sirenas marcaban nuestro ritmo vital, primero la Tubos Bonna para levantarnos, la de la Plásmica para comer, y sobre todas ellas la de la más grande, la Siemens.
La historia de solidaridad y lucha de Cornellá comenzó con una gran riada que asoló al pueblo, ya entonces con mi uniforme acudí a socorrer a la gente de la mano de las monjas de mi colegio.
Mi siguiente recuerdo es la visita del rey, tuvo que pasar de largo. Y a partir de ahí enormes huelgas y movilizaciones de las que todos formábamos parte, la de Laforsa la más grande, la del vidrio con huelga de hambre de mi recordado Carlos Navales. Recuerdo asambleas en la sede del sindicato perfectamente organizadas, no iba de broma la cosa. Cajas de resistencia. Manifestaciones donde siempre había un mayor, recuerdo casi siempre al hermano de un dirigente, que nos protegía a los más jóvenes.
Y sobre todo esto el Partido, así lo llamábamos porque era el único, el PSUC. Una escuela de vida, por su enseñanza muchos no caímos en la droga que comenzaba asolarlo todo, comprendimos la importancia de lo colectivo, el valor de la solidaridad, el concepto de fraternidad, a que el miedo no era nada si estás con los tuyos.
A que Catalunya era nuestra, a que nadie se podía quedar atrás, a que aprender catalán era imprescindible para que no se usara para discriminar a nadie, a gritar Llibertat, Amnistía y Estatut d´Autonomía.
Si, soy del Baix. Soy y seré de Cornellá. Su memoria es mi memoria.
Marian González
Bonito