Sí a la vida

Esta frase, tan manoseada y defendida a ultranza, tanto por la Iglesia, de donde tiene su origen, como por todas las derechas, que hacen comunión para dar contenido al triángulo del Dogma (Trinidad).

Es decir, que los concebidos deben nacer sí o sí. Y deben nacer por ser un mandato divino. A la población de pederastas les debe parecer muy bien, incluidos los religiosos que lo sean.

En la Izquierda también decimos SÍ A LA VIDA, pero con una proyección de futuro, para los nasciturus, al derecho a tener una vida digna y plena. Defendemos que, desde el mismo momento de su nacimiento, esa vida tenga a su disposición todo0 lo que precisa para su permanente desarrollo vital y de futuro, como sucede en las clases ricas, acomodadas, y creyentes.

En esta Sociedad divida en clases económicas, y culturales, es evidente que para las economías de las clases trabajadoras traer vidas a este mundo, de economías antagónicas, entrañan una grave dificultad.

Solo me refiero a los concebidos y desarrollados con la natural normalidad, y previa decisión maternal, lógicamente, porque en la concepción con anomalías, da para otro análisis muchísimo mas serio y, siempre, deben ser los progenitores quienes decidan, y sin cortapisas legislativas, hechas por hombres.

No es ocioso enumerar las extraordinarias dificultades de miles de jóvenes, en nuestro país, que aspiran a crear un hogar y tener hijos. Para ello deben darse las condiciones para acceder a una vivienda, tener un empleo seguro y un salario suficiente junto a unos Servicios Sociales dignos, públicos, de calidad y gratuitos sobre la base de las cotizaciones al Estado.

Para la clase social pudiente no existe esa problemática porque su economía la tiene resuelta y, además, de toda la vida, ellos tiene los hijos que quieren, porque, los abortos, en silencio, los practican con más y mejores garantías, son unos grandes hipócritas, siendo, además, muy católicos.

En el trasfondo del «sí a la vida» de las derechas religiosas, lo que se oculta es la necesidad de reposición de la mano de obra, de la que viven, tras sus riquezas y posiciones de dominio, tanto en la economía productiva como en la comercial, de ahí su defensa, a ultranza, del sistema capitalista, que defienden a sangre y fuego.

Cuantos más hijos tengan los más desprotegidos, más seguridad tiene para mantener sus privilegios y la continuación de la explotación de una prole que no llega ni a terminar la ESO.

Vemos, con mucha tristeza, que, jóvenes parejas, tiene antes una mascota que a un hijo por las dificultades de su economía. En la Izquierda luchamos contra esta decadencia Social gritando ¡¡SÍ A LA VIDA PLENA!!

Alfonso Romero

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