Este poema lo escribí en el 2015, para protestar por los desafueros que estaban realizando los sionistas en aquellos momentos (como han hecho en otras muchas ocasiones y, lo que es peor, siguen haciendo). Sigue estando, por desgracia, de plena actualidad, sobre todo para los palestinos, pero también para todas las personas que tratan de defender a los que más sufren. A los palestinos se les está arrebatando paulatinamente todo, con el apoyo de USA y la inacción, ante esta situación, de muchos gobiernos occidentales. Está claro que el principal perjudicado es el pueblo que está allí desde hace miles de años y que se enfrenta a un poder político, económico y militar muy superior.
PALESTINA
Ante un sol deslumbrante, acongojado
por las terribles sombras de la infamia,
se proyecta un paisaje desolado:
niños que huyen con dolor y lágrimas
de las armas hirientes de soldados
que defienden su patria “desalmada”,
fundada sobre sangre de paisanos,
sobre el dolor de gente despojada
del agua, de sus campos heredados,
y encerrada entre muros y patrañas.
Niños que expresan con asombro el miedo
junto a madres que viven consternadas.
¡En sus ojos reflejos de la muerte!
Mujeres que recogen entre escombros
de sus casas humildes, los recuerdos
sepultados por bombas de canallas.
Personas sin hogar y sin trabajo…
¡No se puede vivir indiferente
cuando hay tanto dolor de tanta gente!
Frente al poder armado y enconado
opondremos razones y palabras.
Mudos, nos llevarían al abismo.
¡Somos la mayoría de la gente!
Debemos dar un giro a nuestras vidas,
liberarnos de odios y de miedos;
que podamos mirarnos a la cara
sin temor, sin angustia… y nuestros sueños
no sean pesadillas producidas
por las muertes de seres indefensos.
¡No podemos vivir indiferentes
cuando el odio destroza a tanta gente!
Celestino Sánchez