El tiempo vuela, y recién estrenada la campaña electoral que precede a las elecciones del próximo 4 de mayo en la Comunidad de Madrid, ya casi estamos en el ecuador de una nueva carrera hacia la toma del poder político en este territorio de España, y no falta quien asegura que más asuntos se ventilan en estos inesperados comicios.
Cierto es que son tiempos de sorpresas e imprevistos, ruido, negacionismos varios y también de hartazgo.
Por qué…
¿Quién creería hace unos años que veríamos galopar de nuevo al fascismo por parlamentos de todo el mundo?
¿Quién nos iba a decir, al común de los mortales, hace poco más de un año que un virus trastocaría la vida del planeta?
¿Y quién hubiera pensado hace un par de meses que en la Comunidad de Madrid habría elecciones y en martes?
Y es que todo parece moverse muy deprisa y alocado, el tiempo para la reflexión se acorta y la toma de decisiones se precipita.
Pero ante la precipitación calma, la suficiente como para echarnos un ojo a nosotros mismos y darnos cuenta que:
Mi urgencia tiene la misma espera que la tuya
Que el médico me llama y no me mira, como a ti.
Que tengo más de 50 años y, como tú, soy invisible para el competitivo mercado laboral madrileño.
Qué mis derechos y los tuyos están en manos de las mismas Sociedades Anónimas.
Que son escasos los euros de mi ERTE, o tu subsidio, o tu contrato.
Los recortes de la escuela pública los pagaron tu hija y la mía.
Compartimos la misma Patria, la misma que expulsa a mi hija y la tuya en busca de horizontes.
Veo como una vida entera de trabajo se salda con una jubilación precaria como la de mi padre o el tuyo, y la que a ti y a mí nos quieren robar.
Que la hipoteca me asfixia y a ti el desahucio te aterroriza.
Que consumimos energía sucia, asesina, carísima,… y en nuestros tejados se pierde la limpia.
Que en mi calle faltan tantos árboles como en tu avenida.
Respiramos el mismo aire que me mata y que te hiere.
O sufrimos por el tiempo que me falta y que tú no encuentras.
Todo, todo eso que te pasa a ti y a mí, no son casualidades, nunca lo fueron, son el fruto de las decisiones que toman en nuestro nombre quienes elegimos, y si no participamos en su elección también deciden.
Es esta una democracia muy, muy, muy imperfecta, donde no siempre todos los votos valen lo mismo, donde a quienes elegimos tienen serios problemas para hacer realidad el hecho para el que son votados, donde el que dijo “digo” cuantas veces nos dice diego” y no pasa nada, donde se agarran sanguijuelas que desangran las cuentas públicas para nutrir cajas B…
26 años seguidos lleva el Partido Popular dirigiendo los designios de la Comunidad de Madrid, 26 años es tiempo suficiente para valorar, aunque esta convocatoria nos haya venido de manera sobrevenida, inesperada,…
Así que mira tú situación y la mía y decide, que en esta muy, muy, muy imperfecta democracia, son las urnas un momento para dejar las cosas como están, o empujar en otra dirección, para que lo que nos pasa a ti y a mí, mañana y no más tarde, no siga siendo lo mismo. Seguro que aún estamos a tiempo.