Sin mirar atrás, caminando hacia la primavera avanzan las mujeres, dejando tras de ellas siglos de sometimiento y crueldad. Se acabó dicen, hasta aquí hemos llegado, no vamos a seguir siendo dependientes, nunca más recibiremos maltrato, ¡no, si pueden evitarlo! y en eso están.
Se revuelven contra el sometimiento y la explotación, ante el machismo y la opresión se indignan y le hacen frente, porque no quieren seguir cautivas, ni vivir con miedo. Exigen ejercer su libertad con plenitud, y tener los mismos derechos que se le otorgan a los hombres.
Acercándonos a la primavera comienzan a despertar, y una estación floral se ilumina con miles de pétalos violetas, que mujeres de toda condición encienden. El 8 de marzo iluminan el mundo, para que veamos su determinación y la fuerza con la que van luchar por sus derechos. Ha llegado el momento de la dignidad, del respeto, de igualar salarios con los hombres, de repartir las tareas domésticas, el cuidado de los hijos y de las personas mayores, es el momento de caminar hacia una nueva civilización, que no atribuya derechos o los restrinja en función del genero.
Ha llegado el momento, el 8 de marzo otra vez está aquí, el día en el que todos los años nos recuerdan que hay una revolución en marcha, una revolución que no se parará hasta conseguir un mundo más justo y democrático. Un mundo en el que los hombres también serán liberados y recatados, por fin, del yugo machista, de un yugo que les han impuesto desde niños a través de las religiones y la educación que han recibido. La revolución violeta a los hombres nos va a liberar del patriarcado, de la mano dura, de las formas autoritarias y los comportamientos violentos, devolviéndonos la dignidad al convertirnos en personas con los mismos derechos que todas y todos debemos tener.
Pero nosotros tenemos que colaborar en esa revolución, perdiendo privilegios y repartiendo el trabajo de forma justa, compartiendo las tareas domésticas, las atenciones y los cuidados a la infancia, personas mayores o dependientes. Tenemos que contribuir activamente a conseguir que las mujeres se puedan incorporar a la vida pública, intelectual o artística, que su trabajo y obras tengan la misma consideración que tienen las de los hombres.
Compañeros, hagamos un esfuerzo para que marzo avance con las mujeres al frente, con sus derechos por bandera, y nuestra solidaridad y esfuerzo con una causa justa que emancipará a la humanidad, y dará origen a una sociedad más justa y placentera.