Escalofrío, tras escalofrío en esta rabiosa primavera.
Nueva primavera y vieja europa, y viejos mercenarios y nuevas vidas.
Y gritos y gritos, a un lado y otro de europa. De nuevo.
Y son los mismos pecados y es otra semana santa.
Hoy, martes 22 de marzo, de este año, en el que hemos visto los europeos de aquí, en los telediarios de nuestras teles, a los más pequeños de los refugiados, a sus niños y niñas, son 19.000, 2.000 sin padres, madres, ni parientes.
Hijas e hijos, y huérfanos de esos que se hacinan encerrados en la frontera entre Grecia y Turquía.
A esas, que como madres «añoran» las bombas de las que huían,
y que han sido saqueados tras un robo mafioso, y un viaje inenarrable.
Qué los han matado las bombas, a esos que podemos hoy ver en algún teledirario,
esos, que vienen de tierras cercanas a «tierra santa»
y las fronteras deshumanizadas de europa y su gélido centro,
les regala centros de detención en el lodo.
Hoy he visto a esos pequeños y pequeñas que decían «Sorry for Bruselas». Se solidarizaban, empatizaban, comprendían el dolor de los belgas, «Lo sentimos Bruselas».
Porque no son refugiados, no son belgas, o franceses, o españoles, libios, británicos, iraquíes, palestinos, saharauis, No.
Son tú y yo, y ellos, y nosotras y vosotras y los pueblos y las gentes.
Lo sentimos, y tenemos que impedirlo.
Bego