«Lo esperamos todo», así se manifestó uno de los participantes en el debate ciudadano organizado por Esloquehay el pasado martes 7 de junio bajo el título ¿Unidos podemos o qué?, y en el yo participé.
«Lo esperamos todo de un nuevo gobierno porque es tiempo de valentía y de ilusión», porque estamos vivos y no todo está perdido, porque la democracia es un bien colectivo a recuperar y a proteger, porque este modelo no funciona y nos hace sufrir a las personas, a los animales y al planeta. Porque necesitamos salir del «no se puede».
Posicionamiento rotundo contra el TTIP que lo convierte todo en mercancía, en manos de grandes e incontrolables multinacionales. No al austericidio, ni al chantaje del pago de una deuda que no es nuestra, y que nos condena a la miseria. Derogación de las consecutivas reformas laborales que gobiernos del PSOE y del PP han impuesto para robarnos derechos y dignidad. Situar a los Derechos Humanos y a la supervivencia del Planeta en el referente de toda acción política. Crear empleo digno, como cura para muchos de nuestros males,…
Estas fueron entre otras las más compartidas posiciones de quienes en un estupendo entorno, como es la sala «la Pecera» del Centro Joven de Sanse, nos reunimos para reflexionar colectivamente, para desentrañar las dificultades a las que se enfrentará un gobierno que actúe contra corriente, sobre cual debe ser la actitud de una ciudadanía responsable y madura, y dejar claro que es lo que no queremos, por donde no queremos pasar.
Ni queremos ser Grecia, ni tampoco esta España, ni una Europa que nos convierte en esclavos, refugiados, indigentes, expatriados…
Queremos democracia real, esa que se mide en el ejercicio de la responsabilidad y la participación plena de las gentes. Esa que habla de justicia social. Queremos que se cuide a las personas, que lo público proteja los derechos y vele por la igualdad de oportunidades. Queremos desterrar la guerra y la mordaza. Necesitamos un modelo energético que nos sirva, y no que nos saquee, sostenible, y no que sostengamos. Necesitamos cultura para crecer como pueblos y como individuos y desterrar la tortura, atroz en cualquier caso.
Gentes de múltiples sectores de la izquierda de este pueblo, unos militantes de Podemos, de Izquierda Unida, de Equo, otras, antiguos miembros de Izquierda Independiente, integrantes del movimiento Antitaurino, Animalista, de asociaciones culturales, un concejal al que llaman «no adscrito», jóvenes del Movimiento Antifascista, vecinos y vecinas sin adscripción alguna, nos dimos cita entre paredes de cristal, transparentes, sin miedo a la libertad.
Otros decidieron ausentarse, desaparecerse, utilizar el silencio como herramienta cuando solo se trataba de hablar, de pensar colectivamente. Aquí y para los de aquí, no implicaba viaje ni desubicación alguna. Lástima que quienes aquí nos representan, tal vez ya no lo hagan, porque no nos escuchan, porque no dialogan con las gentes, porque no nos brindan sus respuestas, porque se sitúan lejos y la lejanía es distancia y la distancia es el olvido, dice la canción.
Pero quienes cubrieron las calles, de pies muy juntos y gargantas al grito de ¡No a la Guerra!, quienes un 15 de mayo le dijeron a este país y al mundo que ¡ya basta!, quienes conservan la memoria fresca y digna de tiempos de penumbra y miedo, no se resignan. Y a cada tropiezo un nuevo levantar, una nueva esperanza.
Y unas nuevas elecciones no es un fracaso, es un proceso. Es el resultado de la decisión de un pueblo, que vota, ahora ya, sin monolitismos ni bipartidismos, y que complica lo que siempre fue tan fácil, formar un gobierno. Y es que ahora no queremos un gobierno, queremos propuestas políticas para gobernar, queremos que nos representen y no que nos manden. Así que estas nuevas elecciones no son de nadie porque son de todas, de todas las gentes, porque la política es una herramienta para el entendimiento colectivo, para la vida en sociedad y no una prebenda al servicio de quienes sirven a quienes no les eligieron. Que nadie falte el 26 de junio, que nadie se abstenga de decidir su propio futuro, y que nadie falte cuando la razón y el humanismo nos invada, porque tendremos que protegernos y cuidarnos y gobernarnos.
Hay que mojarse, hay que implicarse hasta mancharse, porque como dijo el poeta, la poesía, como la política, no es de quién la escribe, sino de quién la necesita. Y somos muchas las necesitadas de una vida digna, de un dormir tranquilo y de un futuro cierto para la tierra que nos acoge y los hijos que le legamos.
Solo unidos podemos, y si sonreímos más.