La vida es cambio continuo, irreprimible, es sorpresa . La vida parece llevar prisa por vivir, por llegar a no se sabe donde, pero avanzar, ir hacia adelante, inexorable como el agua salvaje.
La vida amanece lenta pero inquieta. Enseguida yergue el periscopio y busca, observa, mira sin complejos, corretea, descubrir es su tarea, brinca sin miedo, trota sin destino cierto.
Desde muy pronto la vida anhela, no se conforma, imagina, proyecta en el aire y en la arena, axones conectando a toda velocidad, nerviosos, esperando respuestas inmediatas que nunca satisfacen plenamente, porque la búsqueda está en bucle y ansiosa.
Fugaz llega el mediodía y la vida atareada se precipita en las urgencias, se sumerge en aguas procelosas y las fuerzas dan para resistir, pero cansa… sin tiempo para siestas, continúa la vida dando brazadas y abrazos que la sostienen, y cafés y cervecitas y amigos que son aire y colchón, familia construida y segura.
Y hasta en el atardecer la vida sortea inoportunas sorpresas, y, una tarde noche de una semana de estas, nos enteramos que el jefe máximo de los empresarios españoles cobra un sueldecillo de nada, 380.000 euros al año.
Las organizaciones empresariales CEOE y Cepyme nunca pagaron a sus presidentes hasta que llegó Garamendi. El presidente de los empresarios españoles nos recuerda a otros personajes como Javier Viondi, ese paracaidista que trajo otro Javier, Javier Heras a chupar de la teta pública de los vecinos de Sanse, auténticos especialistas en sacar tajada de donde la haya. El chupocterismo no es patrimonio de la derecha, ni de la izquierda, ni de un centro siempre bailón, ni del haz ni del envés, es patrimonio de almas negras, de sanguijuelas sin rostro que niegan para otros lo que roban para sí.
Un 9% de subida salarial y un monto de 380.000 euros al año que Garamendi afana para sus bolsillos, al tiempo que airado se levanta de la mesa de negociación, de su tarea, su trabajo, su papel, absentismo laboral como protesta, porque subir un 8% el salario mínimo interprofesional es un escándalo, y 1.080 euros al mes es una reivindicación digna de romper la paz social. ¡Algarabía y regocijo en la casa del señor! Bienaventurados los soberbios, sinvergüenzas y demás, que entrarán en el reino de los cienos, donde la vida se asfixia.
Pero la vida, que avanza hasta anocheciendo, sale del fango y explora otras tierras para moldear el barro, ese barro paridor de abobes y tapiales, de cántaros para calmar la sed, de cuencos para albergar alimento.
La vida se reconcilia con la vida y quiere exprimirla, no perderse ni un instante y, como bien dijo Mario Benedetti, “la vida es lo mejor que conozco”.
Gracias Begoña. Qué capacidad de tocar más allá del corazón, el Alma, que no sé si la tenemos, pero que debe de ser el conjunto de la conciencia,la empatía, el amor al prójimo, la justicia universal y todas esos sentimientos que nos convierten en mejores seres.
Gracias a la vida que me ha dado tanto…..