La Paz es la batalla más urgente

Días inciertos, estos en los que la historia parece repetir viejas sombras. Olor a pólvora, cenizas, fuego, miedo… ruido de sables o drones. Voces que invocan al acero, como si la violencia hubiera dejado alguna vez frutos dignos de ser cosechados.

Amnésica Europa que evita sus cicatrices para mantener un olvido suicida, que solo sirve a los hacedores del daño y a los bits de sus calculadoras. Ciegos los ojos frente a trincheras infinitas en las que sucumbe un mundo exhausto, al que pretenden convencer de que el rearme es una promesa, y no una condena. Rearmarse es un regreso al miedo, a la desconfianza, a la amenaza convertida en norma.

El capitalismo siempre fue así, avaro, inhumano, indolente, guerrero,… y en los confines del abismo es más abrupto, más descarnado. No sabe de reflexión ni de futuro, siembra muerte y destrucción para cosechar beneficios, lo sabemos, el Guernica lo plasmó, pero impávidos permanecemos en la rueda loca de un mundo que parece no querer echar raíces.

¿Qué seguridad ofrece un continente, un planeta, armado hasta los dientes, sino la de una tensión perpetua, la de una chispa siempre a punto de incendiar los días? Europa no necesita blindarse, necesita escucharse, construirse. No precisa más arsenales, sino más acuerdos.

Ya nadie se acuerda de la emergencia que tenemos encima, el reloj climático avanza sin tregua, y la violencia y la avaricia prolongan la dependencia de lo que nos mata. Cada moneda destinada a la guerra es una moneda arrebatada a la vida. El cambio climático y la guerra comparten una víctima común: el futuro.

La pobreza y la riqueza crecen sin control, y los hombres de negro, heraldos de austeridad y presagios de penuria, llegaron con maletines cargados de restricciones, de recortes de derechos, de techos y de sueldos, allá por el robo, llamado crisis, del 2008. ¿Os acordáis?  Limitaciones que hoy no importan nada, si de guerrear se trata. La pobreza aguanta y avanza, como lo hace el dispendio que sacrifica toda justicia social soñada.

56 guerras activas en el mundo. 13.000 civiles ucranianos muertos, 61.000 palestinos en los conflictos hoy abiertos. 20 millones de mujeres afganas borradas. 8 millones y medio de sudaneses desplazados, 6 millones de sirios, incontable la fosa del Mediterráneo…

Y los países en «paz», mientras sus gobiernos destinan recursos a preparar la guerra, las gentes libran batallas cotidianas, silenciosas, desgarradoras. Son guerras sin trincheras, pero con víctimas: la lucha por un techo, la batalla por la sanidad, la resistencia por un empleo digno, la defensa de unas pensiones justas, la desesperada contienda para que las mujeres no mueran a manos de quienes prometieron amarlas.

“Nacemos condenados a morir, pero hechos para que luchemos por vivir” nos recordaba Pepe Mújica, y es que la Paz es la Batalla Más Urgente y su única arma la paciente, frágil y persistente arquitectura de la palabra.

3 comentarios en “La Paz es la batalla más urgente”

  1. Alfonso Romero

    Es la descripción más precisa que puede hacerse del momento que estamos viviendo en la situación mundial. La PAZ es la antítesis del Capitalismo, y lo es desde el Esclavismo. Es la hora, siempre lo ha sido para toda la clase trabajadora del mundo, de alzarse, en un sólo grito, para decirles !!BASTA YA!! Y consecuentemente, movilizarse de forma permanente en todas las calles del Mundo. Te felicito Bego, denota tu profunda conciencia revolucionaria.

    1. Gracias y más gracias, no por los halagos, si no por el interés perenne, por la conciencia viva, por el combate continuo, por formar parte de los imprescindibles, por ser gente con clase, gente de la clase obrera, por tus años robados por la cárceles franquistas, por un compromiso imperturbable en la justa causa de una justa humanidad,…
      Gracias por tu camaradería, y por la tremenda generosidad de compartir lo que aprendiste. Bego

  2. Alfonso Romero

    Gracias Bego, muchas gracias, tú gratitud me han hecho aflorar unas lágrimas porque has llegado a los sentimientos que están muy a flor de cerebro, un abrazo infinito camarada.

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