«Tener memoria histórica nos permite disponer del conocimiento necesario para afrontar el futuro en clave de progreso«. Francisco González Vicente
Que sean mis primeras palabras y mi presentación con esta columna en Esloquehay de agradecimiento y orgullo por la confianza puesta en mi trabajo, mis conocimientos y mi experiencia. Escribir, a día de hoy, una columna periódica en un medio serio, riguroso y responsable como éste, es una gran tarea y una gran responsabilidad, pero es sobre todo, un deber y un compromiso con el presente, y especialmente, con el futuro.
Es, por ello, con una preciosa y precisa frase acerca de la necesidad de la memoria como compromiso para construir un futuro mejor y más justo, tomada de mi predecesor en materia de memoria en esta página, como he decidido abrir esta primera columna de presentación y tratar de explicar por qué es necesario, a mi juicio la memoria histórica y la lucha intensa que es necesario abrir en nuestra sociedad para ella.
En primer lugar, me gustaría explicar, brevemente, qué entiendo yo por memoria histórica, y en ese sentido, por qué es necesario tener una política de memoria presente en nuestra sociedad.
La historia, además de su papel puramente académico o como herramienta de apoyo a las necesidades humanas, es frecuentemente un campo de batalla de las ideologías más dispares, y frecuentemente su uso se justifica para defender determinados posicionamientos ideológicos, lo que ha provocado que el pueblo en general tenga un punto de vista negativo de la historia como algo parcial, subjetivo y poco fiable.
Recientemente, el auge de determinados partidos ha provocado todo un torbellino de reacciones que han derivado en la historia, al reclamar dichos partidos un mayor peso en la historia de hechos del pasado histórico español, como la reconquista cristiana, la colonización de América o la época del imperio español, y más recientemente al reclamar un rechazo frontal y absoluto a todo lo relativo a la memoria histórica, plasmado en sus compromisos de derogar la Ley de Memoria Histórica y Democrática aprobada por la Junta de Andalucía hace dos años, y sus constantes actitudes de desafío a aquellos que llevan años trabajando por recuperar la memoria de las víctimas represaliadas del régimen franquista.
Pero también, cuando les interesa, usando la memoria histórica del periodo republicano para sus causas políticas, tal y como pudimos comprobar hace unos días con la firma de algunos de estos partidos de un compromiso con los sectores más ultras defensores de «la integridad» del Archivo de Salamanca, fondo documental de la guerra civil que entró en polémica durante el gobierno socialista de Zapatero, el cual se comprometió a devolver los documentos relativos a dicho periodo que fueron expoliados a Cataluña (como a todas las regiones españolas) por parte del régimen franquista, y que no supone un compromiso de estos partidos con las justas reivindicaciones memorialistas, si no que esconde una nueva artimaña para alinearse con lo más reaccionario del panorama historiográfico español y utilizar, cuando les interesa, la historia y la memoria para castigar a una parte de la población.
Para algunos, la historia y la memoria la entendemos como la búsqueda y explicación del pasado, una historia que sirva para comprender, una historia que reconstruya el pasado y en resumen una historia que sirva para buscar nuestra identidad y personalidad como colectivo.
Por otro lado, debe ser también la historia algo práctico, un servicio para ayudar a las personas a nivel individual a entenderse a sí mismas y a buscar su identidad como personas dentro de la identidad colectiva como sociedad. En esta tarea, se han empeñado, desde hace más de una década con la fundación de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) y de los diversos Foros por la Memoria, aquellos que defienden y trabajan por una verdadera memoria histórica, desapasionada en lo ideológico, pero pasional en la defensa de la sociedad, y de los derechos de aquellos familiares y víctimas que, desde hace 80 años, han sufrido el olvido, la humillación y el silencio impuesto de forma obligada durante los 40 años de franquismo y de forma «sugerida» durante estos últimos 40 años de régimen democrático.
Y es que, como sabemos muy bien aquellos que llevamos años trabajando en los archivos, pero también con los familiares que sufrieron la represión franquista, la búsqueda de la identidad es una necesidad humana, psicológicamente identificada e históricamente comprobada, y el historiador y la historia, sin manipulaciones, sin manuales preconcebidos o ejes ideológicos fijados, debe jugar un papel central en la sociedad para guiar a los individuos en el camino de poder encontrarse sí mismos, y solo cuando entendamos la historia de forma desmitificada y racionalizada podremos encontrarnos a nosotros mismos como personas y como sociedad, aceptarnos y convivir entre nosotros.
En nuestro Sanse, algunos entendemos y apreciamos el trabajo hecho recientemente durante estos últimos 4 años de legislatura por parte de los partidos progresistas del Ayuntamiento, de los familiares de los represaliados, de la Comisión de la Verdad, y de la sociedad civil en general en materia de memoria histórica, y que se ha materializado en el pleno municipal de abril de 2016 con el reconocimiento público a los represaliados del franquismo, la apertura del Rincón de la Memoria en El Caserón, la colocación de una placa homenaje a las víctimas del franquismo en uno de los laterales del Ayuntamiento, la colocación en el Centro Municipal de Formación Ocupacional de un mural conmemorativo dedicado a todos los represaliados víctimas de la dictadura y la contribución, conjuntamente con otros consistorios municipales del norte de Madrid, a la colocación de un gran mural en conmemoración a todos los vecinos del norte de la capital, entre ellos de Sanse, que fueron fusilados en 1939 en Colmenar Viejo y enterrados en una fosa común del cementerio, donde aún hoy en día se encuentran.
Todo ello ha evidenciado que, desde hace 4 años, y es justo decirlo y reconocerlo, a diferencia de lo hecho en las últimas 8 décadas de historia municipal, se han dado grandes pasos en este tema, y que Sanse es ya una ciudad sensible y sensibilizada con las justas reclamaciones de la memoria histórica.
Pero no nos debemos engañar; ante nosotros se abre una amenaza y una lucha futura muy dura que va a amenazar seriamente los derechos de los represaliados y familiares y la existencia misma de la memoria. El incumplimiento de la Ley de Memoria Histórica de forma sistemática por parte de muchos ayuntamientos locales y diputaciones provinciales en los últimos 12 años, el recorte presupuestario en temas de memoria histórica, localización de fosas y reconversión memorialística de los lugares de la represión franquista por parte de los casi 8 años de gobierno del PP de Mariano Rajoy y las trabas, tirones y dificultades evidenciadas durante el reciente gobierno socialista de Pedro Sánchez, especialmente evidenciado en el tema del Valle de los Caídos, y la oposición frontal de los partidos de la derecha conservadora, nos hacen temer de forma muy justificada que tanto a nivel local en Sanse, autonómicamente en Madrid y a nivel nacional, aquellos que enarbolan la bandera del olvido obligado van a hacer todo cuanto sea posible por enterrar, como se enterró hace 80 años, de forma obligada todos los logros y pasos que en estos años hemos dado en todo lo relacionado a lo que, simplemente, es la defensa y el cumplimiento de los derechos humanos fundamentales.
En definitiva, y recogiendo el título de mi presentación, se nos presenta, lo queramos o no, una lucha intensa y decidida de aquellos que, simplemente nos definimos y consideramos demócratas, por la memoria, por la verdad, por la justicia y por la reparación de aquellos cuyos derechos y cuya dignidad se intentó aplastar hace décadas y que ahora, sencillamente, piden que se repare. Ellos no piden demasiado, y para nosotros, para aquellos que queremos seguir construyendo un Sanse, un Madrid y una España más justa y democrática es un deber ético y moral que les debemos, que nos debemos.
Es hora, pues, de levantar la bandera de la verdad.
Gracias Guillermo por recordarnos que la lucha por la memoria es la bandera de la verdad, sin ellas somos seres errantes, súbditos del olvido, del error y del horror, ¡Y no¡ somos historia y somos futuro, somos vidas y esperanzas, y somos dignidad. Gracias