Madrid no es ciudad para pobres, ni para trabajadores medios, de medios salarios para un cuarto de vida. Ayuso y los suyos lo han querido así, como lo quiso Esperanza y los suyos, que son los mismos que fueron, que por ellos no pasó la historia, ni cambio alguno, solo el tiempo, y votos.
La Andalucía de Bonilla, tan resalá ella, ha dicho ¡NO! a 119 millones de euros de fondos europeos porque no los quiere invertir en la educación pública, y es que cuando uno tiene claro lo que tiene claro, actúa con contundencia. ¡olé! Porque para esto también hay votos.
La nostálgica Galicia apuesta por el hedor, otrora franquista, de la pasta. La pasta de celulosa, contaminante, devoradora, y la pasta, la tela, las perras, la plata… pudridora histórica al servicio de la peste. Y los votos insisten.
Y nuestra bonica Murcia, sancionada por la justicia Europea, continúa en su afán loco de contaminar sin tregua. Se cepilla el Mar Menor, tiene en riesgo de desertización el 99% de su territorio y Europa la señala como una de las regiones que más sufrirá el cambio climático en los próximos 10 años, pero debe ser sorda y ciega, y allí también están los votos.
Extrema y dura es la decisión del gobierno castúo de abrir en canal la tierra y darle a una explotadora catalana o australiana permiso de explotación de recursos mineros, que dejan la tierra hecha mierda en más de veinte municipios de Cáceres. Pero los votos salieron de sus urnas.
Y en todas las urnas, nuestras conciencias e inconsciencias, y fuera de ellas también.
Las urnas eligen repartos y es que los repartos son la madre del cordero, y la madre de todas las batallas.
Los repartos, como las herencias, traen jirones, desestabilizan, y la España excluyente del PP, de VOX o de Jutns se descoyunta, juega a las escondidas y se desequilibra, porque no quieren acoger ni un menor inmigrante no acompañado más, ni ponerle límites al precio del alquiler, ni reducir la jornada laboral, ni ponerle nombre a la violencia machista que mata. Su patriarcal y patriótica España no es país para pobres, ni para trabajadores medios, de medios salarios para un cuarto de vida, y su independentista Cataluña tampoco.
Salarios para una vida entera, techo que nos cobije, sanidad y educación públicas, cuidados, cuando más los necesitamos, energías limpias, políticas climáticas, verdades y NO a las guerras, es un esquema básico para un reparto diferente, para otra España posible, que tarda en llegar.
En esta mi querida España, esta España mía, esta España nuestra, de la que se lamentaba y a la que alentaba la cantante Cecilia, habrá un día en que todas habremos de despertar, y habrán de hacerlo en esta vieja, sumisa y deshumanizada Europa, y en los continentes, todos, de este planeta azul que no tiene repuesto y alberga demasiados locos y muy poca vergüenza.
Entre tanto, honestidad, verdad, y resistencia, y aunque apenas nos dejan, un poquito de alegría también.