A los Borbones en España su historia no les engrandece, ni por cómo llegan al poder ni por lo que fue su currículum en comportamiento.
Alfonso XII fue nombrado rey por el pronunciamiento militar promovido por el General Arsenio Martínez-Campos Antón (1831-1900) en Sagunto (1874).
Del rey Alfonso XIII (1902-1931) hijo póstumo de Alfonso XII, su reinado quedaría marcado por la cobertura que prestó al golpe de Estado del General Primo de Ribera en 1923 y la dictadura que éste implantó, tal decisión le haría perder el trono. Insensible a sus obligaciones constitucionales se complació en visitar, con el dictador Primo de Rivera, la Italia fascista de Mussolini (1929). La deslealtad de Alfonso XIII y su compromiso con la pasada dictadura de Primo de Ribera produjeron un vuelco en la opinión pública que en las elecciones municipales de 1931 se mostró mayoritariamente republicana.
Alfonso XIII abandonó España al tiempo que se proclamaba la Segunda República (1931). Juzgado y condenado, en ausencia, por las Cortes Republicanas, el monarca se refugió en la Italia fascista y en 1941 abdicó en su hijo Juan de Borbón (Padre de Juan Carlos I).
La Resolución del pleno de las Cortes republicanas del 20 de Noviembre de 1931 decía; “A todos los que la presente vieren y entendieren, sabed: Que las Cortes Constituyentes, en funciones de Soberanía Nacional, han aprobado el acta acusatoria contra don Alfonso de Borbón y Habsburgo Lorena, dictando lo siguiente; Las Cortes Constituyentes declaran culpable de alta traición, como fórmula jurídica que resume todos los delitos del acta acusatoria, al que fue rey de España, quien ejercitando los poderes de su magistratura contra la Constitución del Estado, ha cometido la más criminal violación del orden público del país, y en su observancia, el Tribunal soberano de la nación declara solemnemente fuera de la Ley a don Alfonso de Borbón y Habsburgo Lorena. Privado de la paz jurídica, cualquier ciudadano español podrá aprehender su persona si penetrase en territorio nacional. Don Alfonso de Borbón será degradado de todas sus dignidades, derechos y títulos, que no podrá ostentar ni dentro ni fuera de España, de los cuales el pueblo español lo declara decaído, sin que se pueda reivindicar jamás ni para él ni para sus sucesores. De todos los bienes, derechos y acciones de su propiedad que se encuentren en territorio nacional se incautará, en su beneficio, el Estado, que dispondrá del uso conveniente que deba darles. Esta sentencia, que aprueban las Cortes Soberanas Constituyentes, después de publicada por el Gobierno de la República, será impresa y fijada en todos los ayuntamientos de España, y comunicada a los representantes de todos los países, así como a la Sociedad de Naciones.”
Esta sentencia pronunciada por el Poder democrático del pueblo, representado en las Cortes Soberanas Constituyentes, fue derogada por el dictador Francisco Franco el 15 de Diciembre de 1938, sin recurrir a refrendo popular ya que ni siquiera la guerra fratricida que provocó había acabado.
Alfonso XIII pasó su exilio alojado en Hoteles de lujo de diferentes ciudades europeas, que podía pagar gracias al dinero depositado previamente en cuentas bancarias suizas e inglesas. Dijo, de él mismo, ser un católico tradicional y haberse jugado la cara en veinticinco años por la fe católica, sería para seguir manteniendo su poder absoluto junto a sus prebendas, porque a su pueblo lo tenía abandonado y además lo traicionó. Se dedicó con énfasis al erotismo en general y al cine pornográfico en particular, habiendo producido una serie de películas con su ayudante el conde de Romanones. Las derechas y el clero, históricamente, siempre han estado al lado de las monarquías, así como el poder económico, incluidas las dictaduras, no siendo aceptada la democracia popular ni la defensa de la clase trabajadora. Sólo los pueblos, los oprimidos, los trabajadores y trabajadoras de todo tipo somos el motor de la historia y el progreso.
Al nieto de Alfonso XIII, Juan Carlos I, ni la Iglesia, ni las derechas, de mantilla y camisa azul, ni liberales y socialdemócratas, denunciaron su nombramiento, a dedo, como heredero del dictador, a título de rey, con ello, lo incluyeron en una Constitución para devolverle todos los privilegios de sus antecesores corruptos, así el nieto ha tenido la ocasión de superar a su abuelo, porque la erótica la pasó a practicarla en vivo y de paso reforzar los depósitos de dinero, por millones, en el extranjero, dejando al abuelo en mantillas, y además llevó el adulterio con la misma normalidad que se hacía multimillonario. Cuando su padre, Juan de Borbón, le puso bajo la tutela del dictador Franco no tenía ni un duro, de los de entonces.
Cuando la vergüenza nacional se fue destapando y supimos, al final, que todos los que le ensalzaban y protegían, sabían de sus andanzas ¿Qué pasó el 23 F.? No se ha llegado al fondo, pero un Coronel de Estado Mayor, adjunto al ministerio de la guerra, ya lo explicó en su libro. Más que vergüenza nacional ha sido un deshonor, oprobio, deshonra e ignominia contra el pueblo español al que todos los palmeros, con la totalidad de los medios de comunicación afines, y partidos políticos afines, incluida la socialdemocracia, que se auto definieron como republicanos-juancarlistas, hicieron creer que era como una bendición y lo mejor para esta España de camisa rota.
Qué vergüenza que se haya tapado y protegido tamaño despropósito y latrocinio de un Jefe de Estado, prensa, radio, televisión, empresariado, banqueros, la derecha política, la socialdemocracia, clamaban por el reinado de Juan Carlos I como si hubiese sido él el que trajo la democracia a este país, hipócritas palmeros, maliciosos acomodaticios, mientras vociferaban contra los que no aceptamos, ni aceptaremos, que la herencia de un dictador que fusiló acabada la guerra civil a miles de españoles, inocentes de toda culpa, nos encarceló, marginó y persiguió a la clase trabajadora que luchamos por traer la democracia, de nuevo, a nuestro país, y así fue.
Los palmeros y demás acompañantes no han tenido el coraje y la decencia de disculparse y pedir perdón al pueblo que dicen defender, ¿Pero defender de qué? lo engañaron siendo cómplices de lo que estaba pasando con el Jefe del Estado, nada menos. Pues creo que está muy claro que, de haberse sabido a tiempo, el pueblo habría repetido la Historia en las urnas, la monarquía corrupta habría salido de España de la misma forma que en 1931. La socialdemocracia era uno de los puntales imprescindibles para que esto hubiese sucedido, pero Felipe González y Alfonso Guerra evidenciaron la animadversión que les provocaba la Izquierda, optaron por ser juancarlistas, y lo evidencia la oposición que tuvieron ante la legalización del PCE en su momento.
La actual Constitución dice en su Artículo 14.- “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.
En el Artículo 56.3 dice; “ La persona del Rey es inviolable y no está sujeto a responsabilidad”.¿Los padres (no hubo madres) de la Constitución, como expertos juristas, no cayeron en la cuenta de tamaña contradicción entre ambos Artículos, o sí? Hasta un día, Juan Carlos, nos lo recordó en un mensaje en la televisión, que todos éramos iguales ante la Ley, hasta eso fue capaz. El silencio mediático a esta referencia fue como un sunami.
Esta Constitución es contradictoria en dos aspectos fundamentales, primero en la contradicción entre los dos Artículos anteriores y, segundo, en que no se hace cumplir en todo su Articulado como debe ser de rigor, y de justicia, excepción hecha en el TÍTULO II, dedicado en exclusiva a la Corona, aquí si se cumple de manera diligente todo los Artículos, pero no está sirviendo a los intereses generales del pueblo, que es de donde manan los poderes del Estado ¡¡Pero de qué van los que claman ser constitucionalistas, joder!!.
Es un sarcasmo (insulto, desprecio, humillación) el incumplimiento del articulado en su Capítulo Tercero que trata de la Política Social y Económica, porque además, y después de lo ocurrido con Juan Carlos I, el Art.56.3 no se hay corregido y acomodado a lo que correspondería de responsabilidad como Jefe del Estado. De esta forma sigue abierta la posibilidad de que se puedan acometer nuevas tropelías y, el Jefe del Estado, sigue estando protegido. Habrá que confiar en los nuevos y nuevas admiradoras (cuasi religiosos/as) de que éste es muy buena persona. Pues, para empezar, deberíamos saber quien, o quienes, sufragaron su boda y el viaje de novios, porque ya se habló de un mecenas. Ahí lo dejo.
Hace unos días se nos ha presentado la puesta de largo, política, de la “princesa” Leonor, como heredera de un poder que, contradictoriamente, emana del pueblo, pero que pasan de él. Los pueblos tenemos el derecho, como poseedores de ese Poder decisorio, en determinar qué clase de Constitución queremos, de forma democrática, con un Plebiscito (referéndum) para poder optar libremente por un tipo de Constitución, Monarquía o República. Los pueblos también tenemos derechos Hereditarios y, acabada la dictadura, hubo de ser restaurada la Constitución de la II República. El antecedente histórico lo justifica, después de acabada la segunda guerra mundial, tanto la Alemania Nazi, como la Italia Fascista, restituyeron sus Repúblicas.
Esta presentación por parte de la Sra. Ministra de Defensa que nos estaba vendiendo, con gozosa expresividad, el mejor producto posible para la futura reposición monárquica, explicándonos a todo el pueblo español, sin saber cuántos españoles lo aceptamos, las capacidades a las que la van a adiestrar. Sobre la marcha me pregunté, y todo eso para qué le servirá al pueblo trabajador si ni siquiera con su progenitor se cumple el mandato Constitucional en todo su Articulado y, si un día llegara, tendrá que jurar la Constitución y hacerla cumplir ¿Cómo su padre y su abuelo? ¡¡ Venga ya !!.
La Jefatura del Estado en el siglo XXI no se puede heredar como si fuese un cortijo. Es un anacronismo, injusto y perverso en sus orígenes.
Lo que ha cometido Juan Carlos I, en la República, su Presidente, habría sido juzgado y estaría cumpliendo una larga condena por alta traición al pueblo que le concedió el poder, porque ahí sí se cumpliría el precepto de que todos somos iguales ante la Ley. Y un presidente de la República es elegido en las urnas, además se puede quitar si no cumple como demanda el rigor de la Justicia.
Por todo ello, y para que la Ley nos iguale, hay que recuperar la Constitución que le fue robada a nuestro pueblo, en la forma de III República.
Alfonso Romero