En el filo, si controlamos la inclinación para no perder el equilibrio, se otea el principio y el fin, un lado y el otro, el haz y el envés.
El fin de año anda en el filo, e invita al balance, al repaso, a la memoria, y si el tiempo nos lo permite y nos atrevemos a intentarlo, le echamos un pulso al alzhéimer social que nos invade, nos paraliza y nos ningunea.
El año que empieza sale del filo abriendo horizontes a nuevos o viejos propósitos, al fin y al cabo a la esperanza, a confiar en la posible bondad de lo no vivido. Es el futuro que se proyecta cual aspiración, un futuro envuelto en nubarrones que despejar, caminos que redibujar y en paz por construir.
En el filo del cambio de año nos preparamos para sentarnos a la mesa, a la mesa de los encuentros tradicionales, a esos días que rezuman tantas cosas, olores, sabores, sonidos, caricias, imágenes desdibujas, sueños, recuerdos, deseos… reunión.
Una mesa que reúne en los confines acordados del tiempo, como expresión de defensa frente a las superbacterias políticas, económicas y culturales que nos acechan, como la operación motosierra de Milei, el nuevo presidente argentino, que sin faldas pero sí a lo loco y en tan solo tres días ya ha procurado que los argentinos vayan a empezar el año pagando seis veces más por la luz y tres por el transporte público.
O esas otras superresistentes, las 28 cumbres del clima de las Naciones Unidas que no han servido para mejorar la salud de este planeta infartado, y continúan en el empeño de enfermarle. O el estado genocida de Israel que ni las 1000 resoluciones de la ONU sobre Palestina han impedido ni la mala vida ni la masacre de un pueblo entero a sus manos, y de las de sus cómplices. O los 31 años de Unión Europea que continúa resistiéndose a unificar la dispar calidad de vida de los europeos, y a independizarse del papá EE.UU., ese supermicrobio, la gran USA, que lleva sosteniendo e imponiendo 61 años de bloqueo a Cuba. En el filo de la resistencia anda el juego.
El filo es un lugar curioso, forma parte del límite y del todo, define el continente y alberga el contenido, el vacío u otra dimensión le rodea, y te pone en la realidad o fuera de ella.
En el filo conviene tener cintura y curiosidad, si queremos ver. Y conscientes de estar en el filo de muchos filos, manifestamos nuestra voluntad de querer vivir, y es por ello que hacemos memoria y construimos propósitos. Vamos a asomarnos en el filo de este 2023 al balcón de un 2024 que ojalá mande a la mierda lo que nos corroe, y nos brinde ocasión de resistir para crecer. Crecer como seres sintientes que duelen, gozan, aman y luchan.
Ojalá se vaya a la mierda lo que nos corroe, y nos de fuerza para seguir
Independientemente de que el mensaje que hay inmerso en el contenido es irrechazable, la forma es literariamente sublime.