El pasado domingo 3 de junio de 2018, los eslovenos fueron convocados a las elecciones parlamentarias. En el país de 2 millones de habitantes, solo un 52,09 % de los habitantes inscritos acudió a las urnas, porcentaje ligeramente mejor que el de las elecciones en 2014 (51,73 %), pero lejos del 85,6 % de las primeras elecciones de Eslovenia independiente en el 1992. El partido que más votos obtuvo es el conservador Partido Demócrata Esloveno (SDS), el 24,94 %, pero le será muy complicado formar el gobierno, ya que la mayoría de los partidos que le siguen ya declararon que no se veían en su gobierno. [En la imagen, paisaje esloveno]. Firma Sabina Ljubi, ciudadana eslovena afincada en San Sebastián de los Reyes.
La campaña electoral del partido ganador se centraba en el problema de las migraciones e incendiaba la xenofobia, provocaba miedo. Algo que ya se ha visto en las campañas de Donald Trump en Estados Unidos y Viktor Orbán en Hungría. Casualmente (o no), ellos dos también fueron los ganadores de las elecciones en sus países. Orbán también apoyó públicamente al partido SDS y a su líder Janez Janša (dos veces presidente de gobierno de Eslovenia: 2004-2008 y 2012-2013, dos veces también encarcelado), y de forma indirecta inyectó capital en su campaña, sobre todo a través de los medios de comunicación que fundó Janša en los últimos años. Se puede decir que los dos políticos tienen muchas cosas en común y muchas de ellas no son precisamente agradables. Otra cosa que llamó la atención fue que Janša quería solicitar un préstamo para la campaña a una empresaria bosnia a través de una operación que suscitó muchas dudas y que al final no se llevó a cabo. Por lo visto, a Janša no le gustan los inmigrantes (en realidad, en sus discursos, con esta palabra se refería a los refugiados que entran a Eslovenia por los Balcanes, muy pocos de los cuales realmente se quedan) pero sí el capital extranjero.
El presidente de la República, Borut Pahor, ya decidió otorgar el mandato para formar el gobierno a Janša (cuenta con 25 escaños de 90) aunque de momento parece que el único apoyo que podría tener vendría de los partidos conservadores Nueva Eslovenia (NSi) con un7,13 % de votos y contaría con 7 escaños y el Partido Nacionalista Esloveno (SNS) con 4 escaños (4,20 %). Pero para conseguir la mayoría en el parlamento le faltan 10 escaños y parece que no podrá contar con los otros 6 partidos que entraron al parlamento. En este caso habría dos opciones: que gobernara Janša en minoría, lo cual no es muy habitual, o que le tocaría formar el gobierno al segundo partido más votado, la Lista de Marjan Šarec (LMŠ), que obtuvo el 12,65 % de votos y 13 escaños.
En este caso se trata de un partido recién formado de centroizquierda cuyo presidente fue candidato en las elecciones presidenciales en las que llegó a la segunda vuelta junto al que posteriormente sería elegido presidente de la nación, BorutPahor. Su coalición natural podría ser formada por otros partidos de centroizquierda: el partido Socialdemócrata (SD) que cuenta con el 9,93 % de votos y 10 escaños, el Partido del Centro Moderno (SMC) que obtuvo el 9,75 % en votos y 10 escaños, el Partido de AlenkaBratušek (SAB) con 5,13 % de votos y 5 escaños y el Partido de los Jubilados (DeSUS) con 4,92 % de votos y 5 escaños. Aún así faltarían 3 escaños para la mayoría parlamentaría, lo cual podría solucionarse con el partido Izquierda que obtuvo el 9,31 % de votos y 9 escaños y es realmente el único partido de izquierda que entró al parlamento. ¿El inconveniente para los demás partidos? Que es considerado muy de izquierdas. ¿El inconveniente para el propio partido de Izquierda? Que los demás partidos son muy de centro.
En estas semanas que siguen las elecciones, parece que solo hay dos cosas claras. Primera, que formar el gobierno de Eslovenia no va a ser una tarea fácil y seguramente va para largo. Segunda, que el discurso de miedo y de odio se vende muy bien y resulta ser una excelente fórmula para los que tienen ansias del poder.
Autora: Sabina Ljubi