No tengo duda alguna de que nos enfrentamos a uno de los mayores desafíos que se le ha presentado al pueblo español en las últimas décadas. Tras el revolcón que las fuerzas progresistas han sufrido en los comicios autonómicos y municipales, se convocan con urgencia, en un plazo mínimo de tiempo, las elecciones generales, medida que dejó a casi todo el mundo perplejo y sorprendido, porque la jugada es muy compleja y altamente arriesgada, sobre todo, para las fuerzas de progreso, tras el triunfo en las últimas elecciones del bloque de derechas y la posterior euforia triunfalista que están alimentando.
Pese a que se trata de una decisión muy atrevida y repleta de dificultades, que lo son en mayor medida para las organizaciones que se sitúan a la izquierda del PSOE, sin embargo, los ciudadanos y ciudadanas que desean que este país avance y camine hacia la modernidad, en absoluto debemos dar de antemano la batalla por perdida. Ciertamente, si el bloque conservador ganase las elecciones la involución en derechos individuales y colectivos que padeceremos será muy profunda, y la calidad de vida de las clases populares se resentirá de forma severa. Si por desgracia esto sucediera, sin duda alguna comprobaremos sobre nuestras vidas el lamentable deterioro que sufrirá el bienestar social.
Aunque el triunfo obtenido por las derechas en los recientes comicios autonómicos y municipales parece que ha sido apabullante, y por ello piensan que se van a llevar las generales de calle, objetivamente, no está nada claro si se tienen en cuenta los miles de votos que ha perdido la izquierda en los últimos comicios y la elevada abstención que se produjo.
Las enrevesadas y complejas relaciones que en los últimos tiempos las organizaciones de izquierdas han mantenido entre sí, contribuyendo poderosamente a ello la tremenda atomización y profunda división que padecen, ha tenido en muchos y muchas electoras de izquierdas un efecto desmovilizador. Esta situación provocó que bastantes de estas personas a las que las formaciones de izquierdas no consiguieron convencer, no fueran a votar en las elecciones municipales y autonómicas perjudicando principalmente al bloque de progreso, y favoreciendo la formación de ayuntamientos y comunidades autónomas constituidas mayoritariamente por partidos de extrema derecha.
Estas son algunas de las razones que podrían justificar el triunfo del bloque conservador, así como los efectos que tiene también la ley electoral, en la que se desprecian los votos de las formaciones que no alcancen el 5%, que por lo general lo han sufrido más los partidos que se sitúan a la izquierda del PSOE. Con ello, la elección que mucha gente progresista había hecho, ha ido directamente a la papelera. Sin embargo, ha cambiado afortunadamente esta situación, ya que la mayoría de las fuerzas de izquierdas se presentan juntas bajo las siglas de SUMAR para las generales, y esta circunstancia podría hacer posible que le demos la vuelta a la situación de euforia que vive la extrema derecha, ganándoles las elecciones y conformando un gobierno de progreso apoyado por un bloque de izquierdas en el parlamento.
Ante la posibilidad que, ciertamente, se abre de evitar que los próximos comicios los gane la extrema derecha, es preciso como nunca movilizar al electorado progresista. Hay que abordar esta contienda electoral con ilusión y esperanza, pues hay posibilidades reales para que las fuerzas de progreso ganen, ya que se juegan mucho las clases populares en materia de derechos humanos y libertades. Sin embargo, por el contrario, lo que la mayoría social desea es que sus vidas mejoren verdaderamente, disponiendo de servicios y cuidados de calidad que mejoren sustancialmente sus vidas.
Pero muchos de los electores, ciudadanas y ciudadanos que tienen la potestad de elegir a los representantes que conformarán los gobiernos, lamentablemente no son capaces de distinguir objetivamente entre quienes toman las medidas que favorecen los intereses de la clase trabajadora y por el contrario quienes les perjudican.
Esta es una situación que tendremos que enfrentar para hacer posible que la sociedad progrese, para lo que hay que contribuir a que la ciudadanía diferencie entre las medidas que le favorecen de las que le perjudican, y quienes están detrás de unas u otras políticas. Para ello, será necesario que intensifiquemos la capacidad divulgativa que ponga en valor las realidades objetivas del mundo en el que vivimos, y lo que es más importante, discernir entre quienes pretenden subyugar y empobrecer a las clases populares y quienes se lo están permitiendo.
Para este menester es preciso incrementar los medios plurales de comunicación, para que la ciudadanía disponga de mayor libertad de elección y pueda contrastar diferentes ideas y distintas opiniones. Es también necesario preservar la verdad de las noticias falsas y mal intencionadas, a través de medios de información veraces que pongan en primer lugar la honestidad periodística y el interés público. La tarea de incrementar los medios de comunicación populares es una actividad necesaria para contrarrestar el férreo control que sobre la información tienen las clases pudientes y las cloacas del poder.
Este cometido será esencial para las fuerzas de progreso de nuestro país, si pretendemos que en la sociedad española se produzca un cambio de paradigma que nos permita avanzar y convertirnos en un país donde los derechos humanos se respeten y cumplan. Estos medios de comunicación populares, son muy necesarios para incrementar el conocimiento que la ciudadanía tiene sobre los diferentes aspectos que le afectan directamente, entre los que se encuentran materias tan importantes como la renta, salud, educación, medioambiente o igualdad de oportunidades, entre algunas de las necesidades que tienen hoy las sociedades democráticas.
A una ciudadanía bien informada, le es más fácil distinguir entre quienes toman medidas que deterioran sus condiciones de vida de los que por el contrario las mejoran. Esta es precisamente la incertidumbre que en estas elecciones, como no se había producido en ninguna otra anterior, se va a dilucidar. Pero a muchas y muchos de nosotros nos asalta la duda, sobre si los electores serán capaces de distinguir entre las políticas que han favorecido a la mayoría social frente a quienes niegan cualquier progreso originado durante esta legislatura, como el discurso que están haciendo los del bloque de extrema derecha.
A buen seguro, los lectores de este artículo comparten la idea que sostiene que los derechos populares están mayormente garantizados con un gobierno sensible a las necesidades de los trabajadores y trabajadoras, como el formado por la coalición progresista que ha gobernado durante los últimos años. Si el resultado de esta contienda electoral, beneficiara al bloque conservador y por tanto a las políticas que empobrecen a la ciudadanía y recortan derechos fundamentales, entonces las gentes progresistas de este país tenemos una importante tarea que desarrollar.
Esta tarea, como he mencionado más arriba, consiste en mejorar la capacidad de discernir de la sociedad española, para que su ciudadanía sea capaz de distinguir entre las políticas que le benefician de las que le perjudican. Y para ello, como he dicho anteriormente, será necesario mejorar la calidad de la información que recibe, siendo necesario para ese propósito, incrementar los medios de comunicación populares de propiedad colectiva y trabajo cooperativo, que favorezcan la pluralidad, la veracidad y honestidad de la información, y respeten la libertad de expresión. Esta es una tarea importante, que debería interesar a todas las personas que desean que España progrese.