Está próxima la recepción de los primeros miles de millones de euros que la Unión Europea aportará para el inicio de la lucha contra la grave crisis económica y para el cambio climático que ya está presente en todo el planeta. (Una realidad que revuelca al gran Pope de la ignorancia Mariano Rajoy, que dijo, que el tenía un primo científico y que desmentía tales cambios.)
Los grandes de la Industria y el Capital, ya están alzando la voz, directamente, y a través de sus representantes políticos en el Congreso de los Diputados y de la C.O.E. para que esos fondos no sea el Presidente del Gobierno quien los reparta y controle, sino que propugnan que sea una “Comisión independiente” de tecnócratas, quienes lo hagan.
¿Serán tan independientes como ciertas Instituciones que emiten veredictos a tenor de sus interpretaciones jurídicas?
Porque vamos a ver, hoy por hoy, y que sepamos, desde nuestros ancestros, los que ostentaban los puestos de responsabilidad, ocupaban y siguen ocupando las áreas estratégicas del país eran, y son, siempre los mismos, porque de ser de otra manera menos endogámica y más democrática, las cosas del Estado en nuestro país, serían muy diferentes y contrapuestas a lo que conocieron nuestros antepasados cercanos y nosotros mismos. Resultado: El Capitalismo no cambia, ni cambiará nunca, sino es para su propio y personal beneficio.
¿O se trataría de una Comisión independiente Progresista, democrática, transparente, euro a euro, orientada a acabar con el paro estructural, recuperar industrias estratégicas para la economía del país hoy en manos privadas, siendo de propiedad pública en su origen, con lo que ello supondría para sacar de la pobreza a miles de familias trabajadoras, incluso creando Empresas públicas necesarias para la gestión, compartida con la privada, por obvias razones, pero con la misma transparencia en el desarrollo de la gestión.
Cuando se creó la C.E.E. y a la vista del Proyecto de Constitución de la misma, dijo nuestro inolvidable Julio Anguita: “ SE ACABA DE FORMAR LA EUROPA DE LOS MERCADERES”, y se fundamentaba en lo que se denunciaba en 2008 desde Unidad Cívica por la República, de la que él era miembro fundador. “El Capitalismo ha fracasado como impulsor de la igualdad, la democracia, y el respeto de los Derechos Humanos, como promotor de la Paz, sino, por el contrario, es generador de guerras y tensiones internacionales».
Ha fracasado también al crear valores de nula convivencia basados en el consumismo, el despilfarro, egoísmo, individualismo, insolidaridad, etc. Y todo ello bajo el manto del pensamiento único y de conjuros neoliberales tan al uso como el Mercado, la Modernidad, la Competitividad, la Productividad, la Liberalización, la Privatización, etc.
Un fracaso que afecta principalmente a los sectores más vulnerables de la sociedad, creando una situación donde el aumento desbocado del desempleo, la precariedad laboral, las restricciones en la protección social, la imposibilidad a una vivienda digna, a una sanidad y educación públicas de calidad, etc, etc., son claras consecuencias de un sistema depredador, injusto e insolidario, especulador y corrupto. Y junto a ello, el mantenimiento a nivel internacional de guerras de ocupación por la esquilmación de los recursos naturales, creando bolsas de pobreza, hambrunas y condiciones de vida infrahumanas, siendo así, que un reparto solidario de la riqueza existente a nivel mundial, daría para poder solucionar todos estos problemas.”
Mi reflexión es, que si estos cambios tecnológicos contra el cambio climático, serían también una parte más de la necesaria inversión para acabar con el déficit de vivienda social, con las colas del hambre, la precariedad laboral y como publica la Organización ATTAC en su última publicación lo que está sucediendo:
“ 1.- Enorme crecimiento de la pobreza, uno de cada cuatro trabajadores es pobre. Hemos incorporado un término a nuestro diccionario: POBRE ASALARIADO.
2.- Fuga de talento de nuestros jóvenes hacia otros países por falta de oportunidades.
3.- Tenemos una generación invisible puesto que la mayoría de los nuevos puestos de trabajo no son para jóvenes y los afortunados tienen un salario cada vez más bajo”.
El Capitalismo funciona así: Máximo beneficio con mínimo costo. La respuesta que confirma ésta afirmación la podemos observar mirando si en algún país de la Unión Europea y del “estado de bienestar” no existe el paro como forma estructural de la Economía de Mercado, la pobreza, la exclusión social o haya pleno empleo. Absolutamente no.
El cambio climático nos obliga, de manera urgente, a comenzar por lo social, vivamente, porque de otra manera, la de siempre, nos provocará un desbordamiento social tan grave como el mismo cambio climático. No es alarmismo, sólo hay que mirar atrás y ver cómo la crisis social es cada día mayor. Lo grave es que la composición actual, y desde el principio, los partidos políticos que forman la U.E. son, en mayoría, defensores del estatus-quo del Capital, y acometer la ingente tarea de establecer el equilibrio socioeconómico de justicia social que necesitamos en Europa es impensable, continúan repartiendo las migajas para no matarnos de hambre porque sobreviven, y de qué manera, con la explotación de las Ciencias Tecnológicas y la mano de obra humana que precisen, les sobra todo lo demás.
Pero no basta con estar denunciándolo año tras año, día tras día, las imposibles posibilidades que todo ser humano tenemos en éste planeta de vivir con dignidad con su trabajo, sin miedo al futuro, vivir la alegría de la vida, la solidaridad, la paz y la justicia, vivir como en la sana deportividad de los juegos olímpicos entre todos los países del mundo, sin discriminación, una competitividad para ser los primeros en ayudar, los primeros que más comparten, los que más apoyan a los menos capaces y así hasta lograr que el mundo sea un sunami de paz, concordia y competitividad por ser los primeros en compartir y ayudar, sigue siendo utópico. Pero Las Utopías son el Horizonte, el esfuerzo colectivo la herramienta para alcanzarlas.
Es hora de ponerse en pie, ya sabemos vivir de rodillas, rompamos las cadenas que nos atan al despropósito de esta forma de vida, necesitamos vivir sin miedos ni amenazas, sin privaciones vitales y sin futuro ni esperanza.
A esto hemos llegado en un siglo y medio, casi, con desarrollos inverosímiles, estratosféricos, hemos sobrepasado viejas Utopías, pero a costa de estar en un grado avanzado de destrucción del planeta, matando poco a poco, nuestros propios medios de subsistencia y llevando a la marginación, el hambre, la desesperación y la muerte a millones de seres humanos, de todas las edades, mientras la riqueza producida se quema en vuelos de placer espaciales y otras minucias de los supermillonarios.
Somos 7.837 millones de habitantes en el planeta (datos de 2020) y 56 millones de millonarios, éstos últimos acumulan toda la riqueza con la que sería suficiente para que en nuestro viejo mundo, herido de muerte, dejara de estarlo para los 7.787 millones de humanos restantes y para el propio planeta.
¿Dónde están los gritos de conservadores, liberales, ultraliberales, extrema derecha y socialdemócratas, con su máxima representación en el mundo como el actual presidente norteamericano? proponiendo una solución para el planeta y sus habitantes. Todos defienden a ultranza el Capitalismo depredador de seres humanos en el mundo y que es, en palabras del lúcido Felipe González “ el sistema menos malo que conoce”.
Pero lo más grave es que nos están hablando de continuo sobre el cambio climático, y eso está bien, es necesario que la población mundial tome conciencia, pero esta dialéctica, acertada y necesaria por las violentas evidencias que ya estamos sufriendo ¿Pueden cambiar el devenir del pavor climático que tenemos encima con las herramientas que han empleado siempre, salvaran los muebles para los de siempre y pasaran por encima de millones de cadáveres de las vidas del planeta?
Es lo más probable, porque el perfume del dinero y el poder político anula el hermoso y universal perfume de nuestro planeta que, desde hace lustros, millones de seres humanos dejamos de percibir.
Alfonso Romero