Han pasado unos días desde la terminación del debate de la moción de censura presentada por Vox contra el Equipo de Gobierno, y como aparentemente no ha sucedido nada anormal, podemos caer en la tentación de dejar en el olvido lo allí acontecido.
Mientras en Grecia, hace escasamente un mes, la Justicia declaraba ilegal a Amanecer Dorado, un partido de clara ideología fascista y sus principales dirigentes condenados a largas penas de prisión, en España, pocos días después, el 21 de Octubre de 2020, en el Congreso de los Diputados, con la solemnidad que requería el acto, el partido político VOX de clara ideología fascista, al hilo del debate de la moción de censura, presentaba en sociedad a bombo y platillo, de manera clara y explícita el siniestro futuro que pretenden aplicar a l@s español@s.
Consiguieron su objetivo, el debate se convirtió en el altavoz para difundir una serie de proclamas patrioteras, como prólogo a la colocación de la primera piedra destinada a levantar el edificio de un nuevo régimen fascista.
Un siniestro capataz, acompañado y jaleado por otr@s 51 aguerrid@s parlamentari@s, ha desgranado un discurso que nos retrotraía al siglo XX, parecido al presentado por Hitler en su ascenso para ocupar la Cancillería Alemana, o a las arengas patrióticas de Franco.
No estaba solo Vox en el hemiciclo; es más que probable que la mayoría de l@s otr@s 98 parlamentari@s de la derecha (88 del PP y 10 de C´s) se sintieron representados por el audaz capataz; hay numerosas pruebas que lo avalan, no hay más que ver la ejecución de las políticas y medidas antisociales, cuando no fascistas, que vienen desarrollando y aplicando en diversas Comunidades Autónomas donde tienen la mayoría estos tres partidos, especialmente en Madrid, Murcia y Andalucía.
Están crecidos y envalentonados; en la tribuna del Congreso se permiten denunciar sin sonrojo alguno que el actual Gobierno formado por PSOE y Unidas Podemos, además de criminal e ilegítimo es el peor de los últimos 80 años; es decir, consideran que los diferentes Gobiernos de la Dictadura, incluidos los crímenes, asesinatos y falta de libertades, les merecen mayor respeto y consideración.
Solo hablan, gritan o vociferan consignas que nada tienen que ver con las necesidades, problemas e incertidumbres reales que tiene una gran mayoría del pueblo: la vivienda, el trabajo, los salarios, las pensiones, la sanidad y educación, las libertades, el medio ambiente…
Su Biblia, la Biblia que quieren aplicar es muy sencilla, se reduce a imponer a sangre y fuego las manidas y recurrentes palabras que afectan a las conciencias individuales, exentas de cualquier contenido social; sus lemas, casi exclusivos son: Dios, Patria, Rey, Bandera, Iglesia y Familia. El “A por ellos” es la frase que mejor les define; es un “A por ellos” contra la cultura (de ahí su odio contra los intelectuales comprometidos como Miguel Hernández, Machado, Lorca), contra el diferente (homosexuales, negr@s, prostitutas..), contra la diversidad plurinacional (de ahí nació el “A por ellos”), contra l@s trabajador@s y asalariad@s (el famoso “que les den”), contra la violencia machista….
Como no podía ser de otra manera son fervientes defensores y/o admiradores de políticos como Franco, Hitler, Pinochet, y los más modernos Trump, Bolsonaro, Salvini, Orbar….
Caemos en un error si se piensa que en la intervención de Pablo Casado, con su “furibundo ataque” a la moción de Santiago Abascal, le recriminaba el fondo y el mensaje a las propuestas políticas de su NO programa electoral; lo que de verdad preocupa al líder del PP, es el hecho de que Abascal le disputa abiertamente el liderazgo del espacio que a día de hoy comparten las diversas sensibilidades: extrema extrema, derecha extrema y derecha fascista.
De las intervenciones de los diferentes Grupos Parlamentarios en el debate de la moción, llamaron la atención algunas de ellas, que al interpretar correctamente el contenido de la moción, lograron desmontar el mensaje patriotero que dirigía Santiago Abascal a la ciudadanía; el de Gabriel Rufián (ERC), Oskar Matute (E.H. Bildu), y el de Aitor Aguirre del PNV, de apenas dos minutos de duración .
En las respuestas y réplicas del Equipo de Gobierno a las diferentes intervenciones de los grupos políticos, causó cierta sorpresa la protagonizada por Pablo Iglesias, al felicitar a Pablo Casado por su magnífica intervención política, animándole a seguir por un camino que le aleje, según se deduce por sus palabras, de la senda emprendida por su ex-compañero de viaje Santiago Abascal. La respuesta de Pablo Casado al halago de P. Iglesias fue inmediata y clara, no habrá renovación del CGPJ si está presente en la citada comisión Unidas Podemos.
Al día siguiente del “furibundo” ataque de Pablo Casado a Santiago Abascal, este último, pese a mostrar su profundo disgusto y sorpresa por los insultos lanzados hacía su persona por su antiguo correligionario, manifestaba públicamente que de ninguna manera se cuestionaba el apoyo de VOX al Gobierno en las Comunidades Autónomas de Madrid, Murcia y Andalucía; tampoco dudan de ese apoyo PP y C´s., se conocen y arropan mutuamente los tres partidos, comparten parecidos intereses.
¿Qué motivo o motivos pueden existir para comprender del porqué en Grecia han sido capaces de juzgar y condenar a un partido de ideología fascista como Amanecer Dorado, y en España un partido homólogo como es Vox, pueda disfrutar de las prerrogativas que concede un estado democrático y tener la oportunidad de presentar una alternativa de Gobierno?.
Una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, con el telón de fondo de la Guerra Fría, España se convirtió durante los 40 años que duró el franquismo, en el único país donde al fascismo se le permitió seguir gobernando en su más trágica versión. El Ejército, La Iglesia, El Poder Judicial, con el amparo y apoyo del Poder Económico, tejieron durante ese tiempo un sistema político, económico y administrativo que no dejaba resquicio alguno a la posibilidad de intentar convertir España en un país democrático. Los asesinatos, consejos de guerra, purgas, detenciones y cárcel, robo de niños incluidos, fueron el pan del día a día, únicamente relajados en su crueldad cuando el fin del franquismo se tornaba inminente, a la vez que tanto en España como en Europa se iniciaban grandes y numerosas movilizaciones ciudadanas, exigiendo el fin de la dictadura, y el pase a un sistema democrático.
El problema surge, en la manera de cómo se fraguaron y pactaron los acuerdos en la constitución del 78, y como se materializaron en la práctica. Los poderes absolutos del Rey (como sucesor en la Jefatura del Estado), Ejército, Iglesia, Poder Judicial, Poder Económico continuaron y continúan en manos de los dirigentes franquistas, negándose estos a desmontarlos, bajo la amenaza de una intervención militar; las fuerzas opositoras, si bien lograron arrancar una Constitución “democrática” en la forma y contenido, dejaron los instrumentos y la gestión de todas las instituciones en manos de los dirigentes fascistas, situación que a día de hoy aún sigue sin estar resuelta. Hay claros ejemplos que lo evidencian, señalemos algunos de ellos: la existencia de las cloacas, un poder dentro del poder del Estado, las exaltaciones a la figura del Dictador dentro de las FFAA, la destrucción de monumentos y lugares donde se honra la memoria de l@s asesinad@s y/o represaliad@s de la Guerra Civil, las continuas trabas y disputas para renovar el Poder Judicial (politizado a conveniencia por el PP y PSOE), principal baluarte, aunque no único, donde se amparan la Monarquía y los Poderes Económicos para continuar con sus fechorías y robos.
¿Qué camino tomar?; es una pregunta compleja y nada sencilla de contestar teniendo en cuenta la existencia de fuerzas políticas que quieren retrotraernos al pasado franquista. Las respuestas pueden ser diversas y diametralmente opuestas. Por señalar algunas, están las que quieren que España siga la senda emprendida por varios países europeos como Polonia o Hungría que aún dentro de la UE se les permite conculcar algunos derechos democráticos; otra respuesta es continuar con la actual constitución con algún pequeño retoque, pero con el PODER REAL en manos de los poderosos, y por último intentar convertirnos en una República, que pueda ser más o menos Social o Popular en función de las fuerzas que se tengan, necesariamente acompañadas de grandes movilizaciones ciudadanas.
Rafael Herguezabal