No. Realmente no ha habido un incendio en los márgenes del arroyo Valconejero que discurre por el conocido parque. Pero los resultados son prácticamente los mismos. La poda salvaje que viene realizando el Ayuntamiento desde hace unos días ha dejado un espectáculo desolador, parecido al que produce un incendio forestal. No sólo se ha acabado con más del 75% de la cubierta arbustiva en muchas zonas, sino que también han sido cortados gran cantidad de árboles. Algunos de ellos, ejemplares con decenas de años.
En un escenario de cambio climático como el actual, cualquier acción encaminada a cercenar especies arbóreas y arbustivas debe estar muy bien justificada. Y me temo que este no es el caso. Como se ha hecho en otras ocasiones, los responsables podrán objetar que, en caso de incendio, el riesgo de que se extienda es grande con tanto «combustible». Sin embargo, el resultado de su poda es igualmente dañino, si no más. Y me explico. En varias ocasiones durante los últimos años ha habido incendios que han afectado al cauce del arroyo. Estos fuegos han dañado franjas de apenas 100 metros de cauce, como mucho. El hecho de que la continuidad del bosque de ribera del arroyo se vea interrumpida por infraestructuras humanas cada pocos metros impide, en cierta medida, la propagación del fuego. Además, hay que tener en cuenta la distancia a las viviendas más cercanas, suficiente para que no se extienda el fuego hacia ellas. Por tanto, estos incendios nunca han puesto en riesgo ni vidas humanas ni bienes materiales.
Sin embargo, la corta realizada por el Ayuntamiento se extiende a lo largo de casi todo el arroyo. Es decir, que el daño provocado es, a todas luces, mucho mayor al que eventualmente podría haber causado un incendio. Y reitero, el incendio es una hipótesis que puede o no suceder.
En esta ocasión tengo entendido que las razones pueden ser otras, y más graves a mi entender. Pongámonos en antecedentes. A principios de septiembre de este año las lluvias torrenciales provocaron que el cauce del arroyo se desbordara en varias zonas, incapaz de albergar tal cantidad de agua. Esto provocó algunos daños (muy esporádicos) en las zonas cercanas al lecho, como corrimientos de tierras o acumulación de material vegetal junto a mesas y bancos. Nada grave. Pero parece ser que nuestro Ayuntamiento no lo ve con los mismos ojos, y se ha propuesto introducir maquinaria pesada con el objetivo de ahondar el cauce del arroyo. Y claro, para meter excavadoras, los árboles molestan. Quién sabe si la idea final no es llenarlo de cemento al estilo de nuestro vecino el Arroyo de la Vega de Alcobendas. Eso supondría la muerte total del arroyo y del rico ecosistema que representa a día de hoy.
El señor concejal, o algún jefe de servicio, ha decidido desde la comodidad de su despacho ponerle puertas al campo. Sí, porque primero, la naturaleza nos demuestra día tras día que es indomable, por muchas obras de contención que hagamos. Y si no que se lo digan a todas esas ciudades del litoral que año tras año tienen que reconstruir (con el dinero de todos sus vecinos) sus paseos marítimos. Y segundo, porque resulta un despilfarro acometer este tipo de obras por sucesos que acontecen en rara ocasión y cuyas consecuencias son bastante nimias.
Tampoco ha tenido en consideración el señor o señora que (insisto) desde su despacho, ha dado la orden del arbusticidio y arboricidio, las múltiples funciones ecosistémicas que desempeña la vegetación en general, y la de ribera en particular. Además de ser un muro de contención contra la erosión, esa que tanto sufren muchas zonas de nuestro municipio, estas especies vegetales suponen refugio y alimento para un montón de especies animales. Las bayas de los arbustos son, en muchos casos, el único alimento del que dispondrán multitud de especies de aves que llegan en estas fechas para pasar el invierno en nuestro municipio. Pero es que, además, las flores de estos arbustos proveerán del néctar que necesitan cantidad de insectos polinizadores durante la próxima primavera. Sin embargo, cuando la explosión de vida de la primavera tenga lugar, muchos de ellos se van a encontrar con que los majuelos o espinos albares de los que antes libaban, ya no existen.
Y dirás, tú que lees esto, que qué importancia tienen unos pocos pajarillos u otros bichos. Sobre los insectos, un dato es más que suficiente para justificar la magnitud de su labor: aproximadamente el 75% de los cultivos mundiales dependen de polinizadores, la mayoría de los cuales son insectos. Si no hay insectos que polinicen, no tendremos para comer. ¿Y las aves? Pues los pajarillos a los que nuestro excelentísimo Ayuntamiento ha dejado sin refugio ni alimento son los que se encargan, entre otras cosas, de acabar con los molestos mosquitos, además de con otros animalitos que pueden convertirse en auténticas plagas de consecuencias nefastas. Estas aves insectívoras están protegidas por ley durante todo el año, no sólo en el periodo reproductivo, por lo que cualquier agresión contra su hábitat podría ser constitutiva de delito.
No son los únicos beneficiados por la existencia de un bosque de ribera sano. Quizás no lo sabías, pero en el Parque de los Arroyos viven multitud de erizos. El erizo, ese simpático mamífero que podrás observar cualquier noche lluviosa no si vas corriendo sino si caminas con atención (excepto de noviembre hasta abril, que hiberna en su madriguera), es un excelente aliado del ser humano ya que come insectos y pequeños roedores. Si nos empeñamos en destrozarles su hábitat, no tardarán en mandarnos a freír espárragos y buscarse un lugar más tranquilo.
Por otra parte, quien más, quien menos, es consciente de la bajada de temperatura que se experimenta cuando nos acercamos al arroyo. Esto, como es lógico, no se debe al agua que transporta, ya que es extraño que su cauce no vaya completamente seco. Ese efecto refrigerante viene dado por la vegetación. No es igual que un aparato de aire acondicionado, pero en las circunstancias actuales de constantes olas de calor, toda ayuda es poca. Además, los árboles y arbustos son sumideros de dióxido de carbono, uno de los principales gases que contribuyen a la subida de las temperaturas. Si los cortamos, todo ese CO2 se libera a la atmósfera. En el caso de nuestro parque es a pequeña escala, por supuesto, pero granito a granito se hacen montañas.
Pero quizás lo que resulta más sangrante de la actuación llevada a cabo desde la Concejalía de Medio Ambiente y Sostenibilidad (valga la ironía) es el hecho de que la vegetación ribereña contribuye a proteger contra inundaciones, disminuyendo la escorrentía y ayudando a retener el flujo del agua y a reducir su velocidad. Es decir, se actúa con el objetivo de reducir las consecuencias de las inundaciones eliminando un factor clave para la mitigación de sus efectos. Todo un sinsentido. Para colmo, no se ha aprovechado esta lamentable actuación para eliminar del cauce toda la basura acumulada a lo largo del mismo en forma de toallitas y otros desechos que decoran el arroyo. Pero claro, eso será competencia de otros…
Y ojo, que esta denuncia no es consecuencia de inquina política hacia el actual partido en el gobierno de Sanse. En otras ocasiones, y con gobernantes de otros colores, se han llevado a cabo actuaciones similares. Lo que pretendo denunciar es la actitud de un área concreta del Ayuntamiento donde se dan órdenes sin tener en cuenta las consecuencias. Probablemente con objeto de justificar alguna partida de gasto o similar. Pero desde un absoluto desconocimiento del patrimonio ecológico que tenemos en nuestro municipio. Quizás nos iría mejor si algunas personas saliesen de vez en cuando de sus despachos para ver y vivir las cosas in situ. Así quizás se darían cuenta del tesoro que representa el Parque de los Arroyos.
Gonzalo P. Goiko
¿Es posible que esto tenga algo que ver con la posibilidad de construir casas por allí? Porque en lo ecológico estoy totalmente de acuerdo con lo que decís.
Penoso
Ahora sin vegetación la erosión por las lluvias va a ser muchísimo mayor. Una cosa es limpiar y otra eliminar todo tipo de vegetación baja que con las raíces agarra la tierra para que el agua no erosione toda la ribera…
Un desastre medioambiental…
Una pena ver cómo se degrada una zona de Sanse en la que naturaleza y urbanización estaban perfectamente integradas. Podas indiscriminadas de árboles, eliminación de otros, rotondas de césped artificial, aviones sobrevolando la zona y saltándose a la torera la servidumbre acústica… En fin, la gestión nefasta de los últimos gobiernos de Sanse, incluido el actual, ha hecho que vivir en Sanse se esté convirtiendo en una pesadilla.