¡Es horrible!, mienten hasta por las orejas, porque no se sujetan a la razón “ni a guantazos de realidad” (sí, pues la “razón” equivale a ser la “tierra” por la cual se sujetan las plantas).
Muchos intelectuales escogen (influidos por el capitalismo) de la racionalidad lo que les conviene, como si quisieran tener para uso o comprensión personal una propia Ley de Gravedad por ejemplo; sencillamente porque cuando hay que afrontar todas las razones (o toda la extensión racional de algo) no les interesa y, así, van a la evasiva, los muy pillos-egoístas, haciéndose de los que cambian de tema o de terreno racional al menor descuido. ¡Eso es!, a juego sucio y a depravación (como si tú pagaras impuestos y el alcalde no, como si a uno de tus hijos les das toda dignidad y a otro le niegas el pan, o sea, ya no le aplicas las reglas de la dignidad sino «otras oscuras reglas»). ¡Así van!
Todo un horror-error; por orgullo recurren a otras reglas suyas e imaginadas, o no aceptan lo que hay y argumentar… ¡ni pensarlo!, no les gusta. «Sé quién soy y sé lo que digo» dice uno; pero, ¿cómo lo vas a saber si no te sujetas mínimamente a la razón ni a S.O.S. de inteligencia?, ¡hijo-de-la-gran-calabaza! «Digo la verdad porque contrasto» dice otro; ¡oh sí!, pero, ¿y si los cuatro elementos que tienes para contrastar son falsos?, ¿qué pasa entonces?, ¡zoquete más que patoso!
De una vez por todas, mintiendo (o con un favorecer a una sinrazón) no existe honor, ¡sí!, ¡exacto!, mintiendo no existe respeto ni en pintura; de una vez por todas, mintiendo (o con un favorecer a una sinrazón) no existe educación ni formación decente-inteligente ni… ¡ningún bien!, ¡ni uno!
«Este es un desastre relativo» dice otro; pero ¿es o no es?, ¡dilo! Pues, si hay alguna desgracia con respecto a los seres humanos o con respecto a la naturaleza (a un resultado), es un desastre. Lo que ocurre es que hay que explicarlo sin quedarte a medias, o demostrarlo, aportar pruebas o argumentaciones coherentes. Ya huir hacia es «relativo» o «oculto» o «desafortunado» es muy fácil, demasiado fácil para que, luego, se presuma de algo de responsabilidad o de inteligencia.
«Esto es relativo con respecto a nosotros» dice otro; pero, claramente, algo no puede ser relativo con respecto a unos ni a otros ni a nada, sino es a veces con respecto siempre a un resultado de valoración o de subjetivad, además de que jamás se ha demostrado que algo sea relativo y, si lo fuera, lo sería para todos (ya que no existe un código secreto o divino para unos pocos o privilegiados). Además, un sentimiento tuyo lo sería con respecto a otro tuyo y se formaría un manicomio. Otra cosa, ¡sí!, es decir que algo es subjetivo y ya subjetivo lo será, eso, ¡para todos! «Eso ya es para todos». Claro, otra cosa es decir que algo es objetivo y ya objetivo lo será, eso, para todos.
Sin rodeos o sin admitir confusiones, la razón es solo un contexto (racional) y no cuarenta mil, con sus propias reglas, de las cuales nosotros no podemos escoger unas sí y otras no, cambiándolas de un día para otro; o huir de esas reglas para, luego, pretender analizar algo (aunque ¿con qué se analizaría, con razones o con tonterías privadas?).
«Esto es un lío relativo» dice otro; pero si lo ha dicho él, ¿no será él el verdadero lío o relío? No, no se puede utilizar la razón para decir que el comer es «relativo» mientras que para otro no y para otro sí (todo dentro del contexto racional); sencillamente porque se confunde, se manipula, se tapan o se deterioran las reglas por las cuales cada cosa es una realidad innegable. ¡Claro!, solo se manipula con la confusión (con la razón no se manipula jamás porque… ya está ahí exigiendo la total e «infinita» claridad, ¡exacto!) y tal o cual confusión la hacen o la inventan intelectuales ni más ni menos, ¡intelectuales! (o los que se pasan por ellos) que son los que han manipulado siempre traicionando al pueblo, a la verdad o a cualquier bien (al estar ellos en los medios de comunicación y así incidiendo en los poderes fácticos, que los consienten o los excusan ellos como les da la gana). ¡Basta de burlas o de desalmadas valoraciones irracionales! El nazismo no lo promovieron cuatro niños o carpinteros, ¡esto está bien claro!, sino «intelectuales», o esa parte que a manipular se dedica.
En la sociedad, si la verdad no se dice (y por ése que tiene la capacidad o la demostración para decirla), pues no se dice y se queda sin actuar así en la sociedad, se queda como secuestrada, como pisada, COMO EXCLUIDA, como robada… para que no llegue a la sociedad y ahí actúe ya al fin en una dignidad que ya abre la puerta a todos los bienes. ¡Exacto!
¡Pero ellos no se enteran!, porque ya tienen sus rollos muy cultistas para engañarlo todo y vendérselo así totalmente a la confusión; y al momento salen en todos los periódicos, ¡que son en imposición de solo ellos!, ¡de ellos!, y pillejamente sueltan (adueñados del «trono mediático») sus retóricas manchadas de todas las sinrazones posibles, ¡ah!, pero no dando nunda ellos posibilidades a otra cosa al fin. ¡Ay!, con cobardía y mentiras, ¡nadie respeta!
NOTA.- La realidad (porque no sea por nosotros manipulable) no puede tener algún término adherente primordial sino el de íntegramente o «absolutamente»: un ser humano es absolutamente un ser humano, un «concepto X» es absolutamente un «concepto X», eso es así y no porque yo lo diga. Por principio-base de la razón, por principio de distinción para que una cosa no sea igual a otra; ya que una cosa no es absolutamente igual a otra cosa (que no sea ella misma). Por eso, una cosa es absoluta por ser ella misma íntegramente, ¡sí!, porque no es sino ella misma, un elemento no restrictivo en eso en la realidad. Pero una opinión («la luna no existe» o «la Tierra es cuadrada») es válida solo en emocionalidad (subjetivamente, por capricho emocional o también social a veces); pero nunca en el contexto racional. ¡Las cosas como son!; y todos saben que son DE UNA ÚNICA MANERA.
José Repiso Moyano