En Andalucía, el Parlamento andaluz acaba de colgarle al Heredero de la Jefatura del Estado una medalla, del o al, HONOR, tanto da.
Se la habrá ganado a juzgar por las personalidades asistentes al BOATO de la ceremonia, junto al discurso emocionado y sentido del presidente de la comunidad andaluza regalándole todo tipo de adjetivos y sumisión de súbdito (Persona respecto de un soberano; del M. Moliner).
En la imagen que dio la televisión se podía ver como la magna representación de asistentes al acto era la del pueblo trabajador andaluz, de los hombres y mujeres del campo, de los aceituneros que siguen sentados a la sombra del tórrido calor andaluz, sin otra cosa que poder hacer, si no esperar a la próxima recolección de otoño-invierno, y a los pescadores, con parte de sus embarcaciones amarradas a puerto esperando las decisiones de los tecnócratas de Bruselas, con buenos sueldos, que pagamos todos, y que el trabajo no les mata, ni por cantidad, ni por frío ni por calor.
A tenor de la susodicha medalla, me ha venido a la memoria qué pasó con el viaje de boda del actual Jefe del Estado, porque en su momento saltó a la Prensa que pudo ser la Sra. Corina (ex de Juan Carlos) quien organizó todo el programa, seguimos sin saber cuánto costó, quien lo pagó y porqué se ha hecho el silencio absoluto, porque esto me suena a desinformación de tiempos pasados cercanos.
Todo en consonancia, y concordancia, con la información que nos procura la LIBERTAD y la TRANSPARENCIA PLENA de nuestro país y del Jefe del Estado.
En el mismo tiempo que éste acontecimiento del acto andaluz, ocurría en Madrid, en el barrio de Lavapiés, que desde hace tiempo y ante la precariedad y necesidades vitales de muchísimos ciudadanos madrileños, originada en gran medida por el Covid y el paro estructural que sufrimos, un grupo de vecinos de la zona, de manera conjunta, voluntaria y altruista, se han dedicado a la tarea de hacerles comida, con los medios que disponían, para que, al menos, tuvieran un plato de comida caliente al día y lo repartían a los que lo solicitaban hasta acabar existencias en la Plaza de Tirso de Molina.
Pues bien, la Comunidad de Madrid, en aras a la “LIBERTAD” que proclama a diario su presidenta in pectore (referido a su idea y proyecto, que tenía reservado (del M. Moliner) ordenó una Inspección y con ella la prohibición de realizar comidas y repartirlas. La comida casera debe ser que sólo es para poder consumirla en casa, o quizás sea porque la imagen pública que se daba, en uno de tantos barrios de Madrid, en la Comunidad más rica de España, no es buena para dar “ejemplo” que está dando Madrid por su nivel de “Sociedad del Bienestar”… de los de siempre y, a los demás, hay que ocultarlos…como siempre.
Por todo ello gritemos todos juntos ¡¡Libertad!! ¡¡Libertad!!… Pero preguntémonos primero; ¿Para quienes? y ¿Para qué?
Alfonso Romero.