Agujeros de mierda, señor Trump, son los que tenemos usted y yo entre las posaderas.
Agujeros de mierda, señor Trump, son las instituciones que permiten que cada vez que un temporal de frío y nieve asola una parte de sus país, decenas de personas mueran a la intemperie porque no tienen un agujero de mierda en el que refugiarse.
Agujeros de mierda, señor Trump, son sus políticas que condenan a 32 millones de estadounidenses, sus conciudadanos a los que usted dice representar, a perder toda cobertura médica cuando deroge la ley sanitaria de su antecesor.
Agujeros de mierda, señor Trump, son sus reformas económicas que harán que los más ricos ganen más y los más pobres tengan menos recursos a los que acudir para salir de sus agujeros de mierda.
Agujeros de mierda, señor Trump, son las leyes que permiten, en nombre de la libertad, a cualquier estadounidense comprar un arma y segar la vida de decenas de estadounidenses (sí, estadounidenses, que también son americanos, pero no sólo ellos, sino también los habitantes de muchos otros agujeros de mierda como usted los llama) cada día.
Agujeros de mierda, señor Trump, son los que está generando su querida industria del fracking por todo su país, contaminando acuíferos con la mierda de los residuos sin tratar que generan, y provocando terremotos donde hacía siglos que la tierra no temblaba.
Agujeros de mierda, señor Trump, son los que perforan la capa de ozono cada día un poco más por la codicia de una industria del carbón y el petróleo apoyada por usted y a la que le importamos una mierda nosotros y nuestro planeta.
Agujeros de mierda, señor Trump, son los desiertos de Sonora y Chihuahua donde cientos, o miles, de personas pierden cada año su vida de mierda en su intento por establecerse en «el país de la libertad».
Agujeros de mierda, señor Trump, son las prácticas desarrolladas por su poderosa industria de la «ayuda de emergencia» que ha dilapidado millones de dólares que debían haber servido para reconstruir un agujero de mierda (como usted lo califica) llamado Haití para enriquecerse unos pocos a costa del sufrimiento de muchos.
Agujeros de mierda, señor Trump, fueron las oscuras intrigas de la CIA para apoyar a la Fuerza Armada de El Salvador, ese agujero de mierda siempre según usted, y los escuadrones de la muerte para llevar a cabo un genocidio en el nombre de su lucha contra el comunismo.
Agujeros de mierda, señor Trump, son sus políticas de acuerdos comerciales con países subdesarrollados cuyo objetivo es inundar sus economías de productos estadounidenses y acabar de un plumazo con la (escasa) industria local. De ahí que luego a la gente de esos agujeros de mierda, como usted los define, no les quede más remedio, por mucho que a usted le disguste, que emigrar a, no nos engañemos, un auténtico agujero de mierda como el suyo.