Las Naciones Unidas, «conscientes de que la protección y el mejoramiento del medio humano es una cuestión fundamental que afecta al bienestar de los pueblos y al desarrollo económico del mundo entero», designaron el 5 de junio Día Mundial del Medio Ambiente. Este día ha ido ganando relevancia desde que comenzó a celebrarse en 1974 y, ahora, es una plataforma mundial de divulgación pública con amplia repercusión en todo el globo. Cada Día Mundial del Medio Ambiente se centra en un tema con que concienciar al público sobre un asunto ambiental particularmente apremiante. El tema elegido en 2019 es la Contaminación del Aire.
El país anfitrión del Día Mundial del Medio Ambiente, donde tienen lugar las celebraciones oficiales, varía anualmente. Este año es China, que será la nación encargada de promover la reflexión sobre los cambios que podemos hacer en nuestro día a día para reducir la contaminación del aire que generamos en nuestra vida cotidiana. Según la ONU, el objetivo último que debe animar la celebración de este años es «eliminar de forma progresiva nuestra contribución individual al calentamiento global y, de este modo, detener sus perniciosos efectos en nuestra salud, y la del planeta». La Organización de Naciones Unidas alerta: en el mundo, «nueve de cada diez personas están expuestas a niveles de contaminación que superan los niveles de seguridad señalados por la Organización Mundial de la Salud (OMS)». La OMS estima que la contaminación del aire causa cada año alrededor de 7 millones de muertes prematuras, el equivalente a 800 muertes cada hora. Seiscientos mil de esas víctimas son menores.
Cuando la gente enferma
Pero la contaminación del aire no solo produce muerte. También enfermedades. Y, cuando las personas enferman, requieren atención médica y medicamentos, los niños faltan a la escuela y los adultos pierden días de trabajo, ya sea por su condición de salud o para cuidar a un ser querido. Según el Banco Mundial, cada año la contaminación del aire le cuesta a la economía mundial más de 5 billones de dólares estadounidenses ($) en costos de asistencia social y 225 mil millones en ingresos perdidos.
Un estudio realizado en 2016 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) estimaba que si la situación no cambia para el año 2060, las cargas sociales de las muertes prematuras por contaminación del aire en exteriores serían de entre 18 y 25 billones $.
Hay otros costos menos directos, que sin embargo nos afectan a nivel mundial, apuntan desde la ONU: «se espera que el ozono a nivel del suelo reduzca los rendimientos de los cultivos básicos en 26% para 2030, lo que creará problemas de seguridad alimentaria y nutrición». La contaminación del aire también degrada los materiales y recubrimientos de las construcciones, disminuye su vida útil y genera costos de limpieza, reparación y reemplazo.
El sexto informe de Perspectivas del Medio Ambiente Mundial (GEO-6) estima que las medidas de mitigación climática para lograr los objetivos del Acuerdo de París costarían alrededor de 22 billones $, mientras que, por otro lado, reducir la contaminación del aire, podría ahorrarnos 54 billones $ en beneficios de salud. Los cálculos son claros: actuar ahora contra la polución atmosférica se traduce en un ahorro de 32 billones $.
António Guterres, secretario general de la ONU: «es hora de actuar con contundencia. Mi mensaje a los gobiernos es claro: gravar la contaminación, dejar de subvencionar los combustibles fósiles y dejar de construir nuevas centrales de carbón. Necesitamos una economía verde, no una economía gris»