Como todo el mundo sabe, el pasado mes de abril se cumplió el 80 aniversario del final de la guerra civil española, que trajo como resultado la victoria de las fuerzas nacionales dirigidas por el dictador Franco y la derrota definitiva de los últimos reductos de las fuerzas republicanas en todo el país.
Sin embargo, un mes antes de la rendición definitiva del campo republicano aquel célebre 1 de abril de 1939, en el mes de marzo de 1939, en el seno del bando republicano se produjeron unos sucesos de extraordinaria importancia que condujeron definitivamente a la descomposición total del Gobierno de Negrín, sostenido a esas alturas por los comunistas, y a la rendición definitiva del poder republicano, los sucesos conocidos como el Golpe de Casado y que, en el norte de Madrid tuvieron una gran importancia, significación y huella.
Para 1939, la guerra civil y el Frente de Madrid se encontraban en los últimos momentos de su resistencia. El Alto Mando republicano, concretamente la Jefatura del Ejército del Centro, se dividía ya a inicios del año entre los partidarios al Presidente del Gobierno del PSOE (el ala izquierda del PSOE y la UGT y especialmente los comunistas del PCE), Juan Negrín, partidario de continuar la guerra y enlazarla con el conflicto bélico mundial que era ya inminente, y los partidarios de una finalización pactada con el General Franco, cuyas tropas habían ya conquistado gran parte del país (fundamentalmente los altos mandos del Ejército del Centro, el ala moderada del PSOE y la UGT y los anarquistas de la CNT).
A la altura de febrero y marzo de 1939, ya había tomado cuerpo, especialmente en Madrid, una conspiración militar entre los dirigentes del ejército republicano contra el gobierno socialista de Juan Negrín, dirigida por el Jefe del Ejército del Centro Segismundo Casado, que contaba con el apoyo de los anarquistas de la CNT (en la figura de Cipriano Mera, jefe del IV Cuerpo de Ejército) y de una facción moderada del socialismo español (dirigida por Julián Besteiro).
El golpe militar interno en el bando republicano se inicia los primeros días de marzo de 1939 cuando un sector anti-negrinista, se subleva en el puerto republicano de Cartagena. Esta situación es aprovechada en Madrid, donde tomaban posiciones en el Ministerio de Hacienda de Madrid un grupo integrado por Casado, representantes de Izquierda Republicana, Unión Republicana, el Partido Sindicalista, parte del PSOE y UGT, CNT-FAI, y el socialista Julián Besteiro, constituyendo un Consejo Nacional de Defensa presidida por el general José Miaja, e integrado por Julián Besteiro (Estado), Segismundo Casado (Defensa), Wenceslao Carrillo (Gobernación), Miguel San Andrés (Justicia y Propaganda), Eduardo Val (Comunicaciones), José González Marín (Hacienda), y José del Río (Instrucción Pública y Sanidad).
Automáticamente, los sectores comunistas partidarios del Gobierno reaccionan y plantan batalla liderados por los militares comunistas Guillermo Ascanio y Luis Barceló, en las plazas de Colón y Cibeles, en el Retiro, en las sedes de las JSU, del PCE, y en los Nuevos Ministerios, donde se produjeron choques armados con las fuerzas casadistas, entre los días 7-12 de marzo. Además, la Sierra Norte madrileña se convertía en un pequeño bastión comunista y negrinista dirigido por Barceló, quien desde 1938 lideraba el puesto de Las Golondrinas de La Pedriza en la línea del frente de Guadarrama, y que según el investigador Alfonso Pozuelo en su artículo sobre la guerra civil en Manzanares el Real establece una “república comunista al sur de la Sierra de Guadarrama, hasta el Pardo, Fuencarral y los Nuevos Ministerios«.
En esa semana de enfrentamientos internos , las luchas se trasladas al norte de Madrid, alcanzando Fuencarral, donde se instala una fuerza casadista, desde la cual se bombardea y ataca a las fuerzas comunistas del norte de Madrid, entre ellas las cercanías de la posición de Alcobendas, que había visto el repliegue de las fuerzas comunistas atacadas por el IV Cuerpo del anarquista Cipriano Mera.
En el documental “El hilo rojo de Alcobendas y San Sebastián de los Reyes”, el militante socialista Baldomero Rodríguez «Mero», vecino de Alcobendas desde 1926 y pionero de la JSU de 1936-39 en Alcobendas, recuerda cómo las cercanías al norte de la localidad fueron sometidas a un intenso bombardeo en esa semana de marzo de 1939 por parte de las fuerzas casadistas.
El día 10 de Marzo de 1939, y ya en los últimos momentos del conflicto interno del bando republicano, Alcobendas, tal y como recuerda el propio Teniente Coronel Cipriano Mera, jefe del IV Cuerpo de Ejército republicano, en sus memorias tituladas “Guerra, exilio y cárcel de un anarcosindicalista”, es escenario de la huida de unidades comunistas del Ejército popular partidario de Negrín que, huyendo de Mera hacia la Sierra norte (donde Barceló tenía un bastión de apoyo a los comunistas), deciden detonar el puente de la carretera de Burgos a la altura de Alcobendas (algunos investigadores locales afirman que dicho puente se ubicaría aproximadamente en las cercanías del actual puente del arroyo de la vega ubicado entre el Hotel Amura y el Alcampo de Alcobendas), cortando el Arroyo de la Vega del municipio madrileño, para dificultar el asedio casadista. El propio Mera lo afirma con las siguientes palabras en sus memorias;
«Los sublevados, completamente desmoralizados, huyeron unos hacia la Sierra, volando a su paso el puente de la carretera de Burgos, y otros buscaron refugio en los Nuevos Ministerios, al final de la Castellana».
Sobre la voladura del puente de Alcobendas nos queda también un magnífico testimonio, en el libro de actas del Ayuntamiento de Alcobendas relativo al pleno municipal del martes 28 de marzo de 1939, tomado ya Alcobendas por las fuerzas franquistas de la localidad. En ese documento (foto de encabezamiento del artículo), se afirma que;
“Viéndose ya próximo el final de la guerra, la horda roja buscaba un desquite. Para así hacerlo, los comunistas se alzan en armas contra sus propios dirigentes más moderados y se desencadena una cruenta batalla que después de una semana de lucha finalizo en el inmediato pueblo de Fuencarral, con la derrota total de los elementos comunistas. Esta batalla tenía marcada, como línea fronteriza, el Arroyo de la Vega de Alcobendas, cuyo puente destruyeron los comunistas, volándolo con dinamita, y dejando así a Alcobendas en poder de las fuerzas del Coronel Casado”.
Para el día 12 de marzo de 1939 el golpe de Casado había triunfado, los combates se habían reducido, las unidades comunistas habían sido vencidas, y sus dirigentes habían sido fusilados (como en el caso del Coronel Luis Barceló, fusilado en las tapias del Cementerio del Este) o apresados (como en el caso de Guillermo Ascanio, encarcelado por los casadistas y fusilado por los franquistas en las tapias del Cementerio del Este), dejando un saldo de cientos de muertos, una brecha interna en el seno del mundo republicano durante décadas, y las cárceles madrileñas repletas hasta arriba de militantes comunistas y negrinistas que fueron detenidos por el Consejo Nacional de Defensa de Segismundo Casado, muchos de los cuales serían fusilados por las fuerzas franquistas tras la derrota de los republicanos y su entrada en Madrid en abril.
Envalentonados por el inminente final de la guerra, los franquistas y quintacolumnistas de la vecina Alcobendas se echan a las calles a finales de marzo de 1939, vencidas ya las fuerzas republicanas en Madrid, según la información existente en el libro de actas del Ayuntamiento de Alcobendas correspondiente al martes 28 de marzo de 1939, donde se afirma cómo este día 28 de marzo, la llamada «quinta columna» franquista existente, oculta en Alcobendas, actuó con mayor intensidad y, en el momento oportuno, se lanzaron a las calles reivindicando a Franco, a la Virgen de la Paz (patrona de la ciudad) y a España, apoderándose de los centros oficiales y cuarteles ocupados por las fuerzas republicanas locales, entre ellas las instalaciones de la «Unión Radio Roja», ubicada en Alcobendas, que oyó cómo desde Unión Radio Madrid entraban las fuerzas franquistas en la capital.
Inmediatamente después de ocupar edificios clave, reinstalan a la Virgen de la Paz en el altar de la iglesia parroquial de San Pedro (oculta durante la guerra civil), y a las once de la mañana, tal y como recoge el Acta Municipal, Julián Baena de Castro (futuro primer alcalde franquista del municipio), Juan Manuel Muñoz del Campo, Felipe Sánchez López (futuro alcalde breve franquista), José Méndez García, y Antonio Baena Aguado se lanzan a las calles a lanzar proclamas y consignas franquistas por toda la localidad completamente armados, siendo una incógnita cómo y de qué manera tan rápida pudieron acumular tal cantidad de armamento.
Después, Julián Baena y Juan Manuel Muñoz procedieron a colocar en la torre del Ayuntamiento local un estandarte blanco de la Virgen de la Paz (guardado en secreto por Sandalio Aguado Perdiguero), personándose acto seguido, e inmediatamente, en la secretaría del Ayuntamiento donde estaban las autoridades republicanas lideradas por el último alcalde republicano Víctor Muñoz Galán que aún resistían el gobierno republicano local, conminándoles a abandonar las instalaciones. Tras un breve forcejeo y un enfrentamiento armado en el Ayuntamiento, la autoridad republicana, con el alcalde a la cabeza, abandona finalmente el municipio y se forma una Comisión Gestora Provisional, que formaliza el traspaso de poderes por la fuerza armada.
Con la victoria del golpe de estado de Casado, la derrota y exilio de Azaña y Negrín y la derrota de las fuerzas comunistas, principalmente en Madrid, en esas semanas de marzo de 1939, las fuerzas republicanas dedican el resto de marzo a negociar y gestionar la rendición y entregar el mando de las pocas zonas aún en manos republicanas a las nuevas autoridades nacionales, traspaso que se formaliza definitivamente el 1 de abril de 1939 donde la España que se había desangrado durante 3 años, toca a su fin definitivo. La guerra, también en Alcobendas y el norte de Madrid, había terminado.