¿A quién beneficia la diáspora de la izquierda? Evidentemente al otro lado, al de la derecha, que si sumaran más, tendría consecuencias muy negativas para la gente. No hay más que mirar a nuestro alrededor para darse cuenta de la involución que están sufriendo los derechos en nuestro país. Para quienes los aprecian, no será necesario abundar más en esta idea.
El pueblo español se encuentra en estos días en una encrucijada histórica. Encrucijada en la que nuestro futuro pudiera caer en manos de las fuerzas reaccionarias, de unas derechas que actualmente se inspiran sin complejos, como les gusta decir, en el rancio e inquisidor nacional catolicismo que imperó durante la dictadura franquista, entonces, si esto sucediera, la calidad de nuestras vidas se complicará y las libertades correrán peligro.
Si esas fuerzas llegaran a gobernar buena parte de los municipios del país, entonces, cuando se convierta en una realidad que muchos ayuntamientos pasan a manos de formaciones reaccionarias, entonces seguramente nos daremos cuenta de la importancia que tienen los errores que están cometiendo las izquierdas, principalmente las del ámbito local. Dichos errores, en buena medida, están contribuyendo a facilitar una situación en la que las derechas se ven favorecidas, y por ello las fuerzas progresistas deberían esforzarse por superar el estado de diáspora en el que se encuentran, y cuanto antes mejor.
De no ser así, asunto del que seremos conscientes no tardando mucho, las libertades, los derechos y los servicios que en el pasado reciente conquistó el pueblo español, se irán rápidamente perdiendo, al tiempo que las desigualdades sociales experimentaran un notable crecimiento. De forma general, la calidad de vida de la ciudadanía se irá depreciando y sufrirá un profundo retroceso.
Será así, porque las fuerzas reaccionarias entre otras intervenciones, seguramente actuaran sobre las relaciones laborales empeorando las condiciones de trabajo, su precio y valor, atacarán sin miramientos los servicios básicos, como el de salud, educación o cultura, y despreciaran intereses públicos también básicos para la ciudadanía como el medio ambiente. Tampoco se olvidaran de perseguir derechos, principalmente los de expresión, opinión y manifestación, y convertirán el ejercicio de informar, en una sucesión de noticias falsas e interesadas, actitud de la que ya hemos tenido una bochornosa muestra recientemente, organizada como todo el mundo sabe desde las cloacas del estado.
Serán estas, si no se remedia, algunas de las consecuencias que sufrirá el pueblo español si las derechas alcanzan los gobiernos, situación que como se ha comentado, se está viendo favorecida por los errores que las organizaciones de izquierdas están cometiendo. Si esta actitud de división y falta de acuerdo entre las fuerzas progresistas persiste, facilitarán que en nuestro país se produzca un retroceso de los derechos humanos como no se había visto en mucho tiempo.
Ante esta posibilidad, no resultaría descabellado pedirles a los colectivos de izquierdas que mediten y valoren las consecuencias que se derivan de su falta de acuerdo, procurando encontrar soluciones en común, para dignificar la vida de las trabajadoras y trabajadores, medidas que eviten que en el siglo que acabamos de comenzar, pueda conformarse una sociedad en la que nuevamente volviera a haber esclavas y esclavos.
Por la importancia que para la buena gente tiene la defensa de los derechos humanos, en asuntos fundamentales como la lucha por pensiones dignas, salarios justos, y una buena calidad de vida, no se entiende esta suerte de «sálvese quien pueda» en el que las izquierdas se encuentran sumidas, especialmente visible en el espacio municipal.
Esta situación de diáspora que se ha producido en las organizaciones de izquierdas, genera en la ciudadanía progresista un estado de desamparo político, que ya ha vaticinado alguna encuesta, en la que se produce una situación de perplejidad en la gente, que deriva en una inacción colectiva de los sectores más dinámicos de la sociedad.
Tampoco resultaría desacertado que tras las elecciones municipales, se les pida a las izquierdas que valoren y cuenten los votos que se han perdido y que no van a sumar para impulsar proyectos de progreso. Este es un asunto importante sobre el que deberían meditar, a fin de corregir errores que no les está permitiendo colaborar y unir fuerzas a fin de representar más justamente a quienes en ellos depositan la confianza.
Ante estos acontecimientos no resultará extraño que un gran número de personas, pierdan la confianza en las organizaciones que supuestamente deberían defender sus intereses, y por este motivo puede decaer también el apoyo que reciban sus candidaturas. Ojalá esto no suceda, y pese a que las fuerzas de izquierdas en Sanse se presentan muy divididas a los próximos comicios, desearía que al menos pudieran sumar aritméticamente, y eviten la deriva reaccionaría que tras las elecciones locales se puede producir en el ayuntamiento.
Ante esta situación, cabe preguntarse a que obedecen las dificultades que encuentran los colectivos de izquierdas de este municipio para dialogar y llegar a acuerdos, porqué no favorecen la colaboración que les permitiría generar fuerzas para democratizar, que ya va siendo hora, el ayuntamiento. Solo así se podrá evitar el ejercicio de malas prácticas en las instituciones, y limpiarlas de representantes que no se comporten de forma honesta y utilizan el poder que el pueblo ha puesto en sus manos en beneficio propio, aprovechándose indebidamente de lo que es de todos y de todas, de lo público.
Las dificultades que está encontrando la izquierda de este municipio para entenderse, puestas claramente de manifiesto al presentarse una multitud de candidaturas bajo el paraguas de la izquierda, están siendo poco explícitas y escasamente entendidas. Por ello cuesta trabajo hacerse una idea de cuáles son los impedimentos que encuentran para relacionarse, y mucho más complicado atisbar una posible solución, pues se intuye una tarea compleja aunar a estas izquierdas de la localidad, pero seguro que sobre todo requerirá de mucho diálogo.
Pese a las dificultades, mucha de la buena gente de este pueblo, considera que se trata de una tarea ineludible, generar fuerzas y consensos que permitan que Sanse progrese. Para ello hay que acometer la tarea de poner en marcha un proceso de desarrollo participado, que sea capaz de modernizar los servicios y atenciones que la ciudad debe ofrecer a sus habitantes, asunto que debiera ser prioritario en los objetivos de la izquierda.
Pero hay que ser conscientes de que este proyecto debe tener una característica fundamental, por encima de cualquier otra, contar con la participación activa de la vecindad de San Sebastián de los Reyes en el progreso de su pueblo, proporcionándole personalidad propia a la ciudad.
Por la relevancia que tiene la calidad de la vida de los municipios para sus habitantes, colaborar vecinalmente para mejorarla sería una muestra de inteligencia como sociedad y como especie, que nos permitiría convivir en equilibrio y armonía, cooperando entre todas y todos por un mundo mejor en el único planeta que tenemos.
Los Municipios, disponen de una parcela muy importante en la gestión de muchos de los intereses que los habitantes de sus territorios tienen, pudiéndose emancipar sus derechos o recortarse, dependiendo de las políticas que se haga en materia de servicios públicos y justicia social. Es por esa capacidad que tienen las políticas municipales para mejorar o empeorar la vida de la Gente, por lo que resulta tan importante que la gestión de los ayuntamientos sea honesta, siendo además la institución más próxima a la ciudadanía.
Por ello, poner en marcha un proyecto de colaboración entre las fuerzas, que consideren necesaria una transformación democrática del ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes que permita avanzar al municipio, sigue siendo un propósito irrenunciable para quienes sigan creyendo en la gestión justa y honesta de los intereses públicos.
El desarrollo de un proyecto que pretenda el cumplimiento de los derechos de la ciudadanía, debe estar inspirado en un modelo que contemple la participación activa de las personas, como el eje fundamental de su sentido y constitución, comporta el máximo respeto a la vecindad, a sus opiniones, a su derecho a decidir, o a tener posibilidades de intervenir en los asuntos que le afectan.
No es la primera vez, y muchos veremos todavía alguna más, en la que se pondrán en marcha proyectos que pretenden transformar y mejorar las cosas, sin conseguir avanzar mucho, la verdad, pero no debe dejarse de intentar, aprendiendo de los errores cometidos en otros procesos que pretendían lo mismo.
Una actitud que en los últimos tiempos se ha mostrado como comportamiento inoperante y fracasado si se pretendía aunar fuerzas, han sido los acuerdos copulares, que solo han sumado siglas para colocar candidatos en listas electorales, y posteriormente liberar a mucho oportunista. Detrás de la mayor parte de esas siglas no hay actividad ni participación, solo sombras que confunden y despistan.
Se debería corregir la visión que se tiene actualmente de la política y el ejercicio que se hace de ella, buscado nuevos modelos más democráticos, cooperativos e inclusivos, que permitan que se produzca una verdadera participación popular, en la que se respeten las decisiones que tomen sus asambleas como un ejercicio natural en la defensa de sus intereses. Nada sin contar con las personas.