La pederastia en la Iglesia

Esa lacra vergonzante e indigna de la pederastia ha sido practicada impunemente por sacerdotes, obispos y cardenales sobre unas 120.000 victimas, y a las que habría que añadir miles de violaciones a monjas, mujeres nativas y niñ@s por misioneros alrededor del mundo.

Reconocer los abusos en la iglesia les ha costado siglos de historia, y pese a ello, la institución no aporta ningún dato sobre la pederastia en la iglesia.

La explicación de Papa Francisco no ha sido lo que se dice muy terrenal: «un instrumento de Satanás». Incluso en sus respuestas sobre la pederastia han dejado mucho que desear, por no mencionar su falta de contundencia en ponerle freno y amparar la acción de la justicia. Francisco ha huido de ese compromiso y su actitud timorata y servil es la que ha contribuido en mayor medida a derribar su propio castillo.
 
Frente a la plaga de abusos sexuales, Francisco invitó a todo el santo pueblo fiel a Dios al ejercicio penitencial de la oración y al ayuno, y juntos nos pongamos a escuchar al Espíritu Santo y con docilidad a su guía. «Lo que no consiga el ejercicio penitencial, el ayuno y el Espíritu Santo…..¿por que no entregarlos a la justicia civil?».
 
Si hacemos un repaso por la política sobre la pederastia que han llevado a cabo los últimos papas, encontramos que Juán Pablo II era de la opinión que airear los abusos sexuales llevados a cabo por los sacerdotes, solo buscaba el desprestigio de su Iglesia, y así imperó la doctrina de que la ropa sucia se lava en casa. Al papa Karol Wojtyla se le acumularon acusaciones de pederastia contra miles de sacerdotes, obispos y cardenales. Tal vez temiese que alguno de sus «subordinados» le implicasen a él también.
 
Existen acusaciones de varios casos de pedofília contra el actual «número tres» del Vaticano, el cardenal George Pell, asesor financiero de Francisco. Los abusos sufridos por más de 60 niños del coro de la catedral  de Ratisbona (Alemania) dirigido por Georg Ratzinger, hermano del papa Benedicto XVI, en donde «la cultura del silencio» por parte de la Iglesia permitió a sacerdotes llevar a cabo las agresiones. Los sacerdotes llegaron a amenazar a los menores con una «eternidad en el infierno» para forzarlos a acceder a las prácticas sexuales que se les requerían.
 
Abusos, malos tratos, violaciones y toda clase de de humillaciones físicas y psíquicas en centros administrados por la Iglesia Católica (orfanatos, escuelas religiosas, reformatorios, hogares de acogida, etc.).
 
El papa Francisco no deja que le besen el anillo,«que gesto de humildad», pero no mete mano a los delincuentes depravados con sotana que han infectado e infectan su Iglesia.