Galia, una galga adoptada de San Sebastián de los Reyes, ha mantenido en vilo a los casi 3000 miembros del grupo de Facebook Amigos de los perros Alcobendas Sanse. Tras su huída, Brigada de Defensa Animal se movilizó, y tras días de esfuerzos y gracias a la colaboración de rescatadores expertos y de vecinos que fueron comunicando avisos de avistamiento, la peluda fugitiva ya está a salvo. ELQH tiene el emocionante relato, en primera persona, de su rescate:
«UNA HISTORIA CON FINAL FELIZ El 24 de diciembre Galia, una galga atigrada miedosa adoptada por María hacía un año, se asustaba y se escapaba en un parque de Alcobendas. En pocos minutos desaparecía con dos únicos avisos por la zona del parque de los Arroyos de San Sebastián de los Reyes. Los días festivos navideños con sonidos de petardos de forma continuada, hacían que Galia estuviese desaparecida durante días. Aparecía y desaparecía en función del tiempo, de los petardos que sonasen, de cuanta gente la persiguiese, de cuantos coches la pitasen al jugarse la vida cruzando una calle o carretera… Llegó un día, pasada la festividad de Reyes, que se recibieron varios avisos seguidos, muy localizados y conseguimos llegar a tiempo. Su dueña estaba delante, la llamó pero fue tal la tensión y el bloqueo que tenía Galia, que no atendió a su llamada y volvió a desaparecer. Desde ese momento supimos, que esa ya no iba a poder ser la vía para poder recuperarla. Se empezó a planificar una rutina de comida, que parecía que empezaba a funcionar, pero llegaron las lluvias y el mal tiempo y Galia desapareció tres días seguidos. Ni un aviso. Aunque se seguía manteniendo la comida en el mismo sitio. El lunes 15 de enero, empezaban de nuevo los avisos. Esa noche la comida desapareció por completo. Y al día siguiente también, pero recibíamos avisos en zonas no solo urbanas, sino cercanas a la autovía. No se podía esperar más, y se planificó en la mañana del miércoles el dispositivo de rescate. Se planificó todo al milímetro y se contó con la ayuda de dos grandes expertos en rescates y a la vez grandes personas. Todo estaba listo. Empezaron a recibirse avisos. Cruzaba calles, los coches frenaban. Estaba viniendo a su punto de comida. Y tras una larga hora de espera apareció. No se lo pensó y se la pudo capturar. En ese momento, empieza a latir el corazón a mil por hora, te tiembla pulso, pero la tienes ahí, delante, la tocas, la acaricias. Ella tranquila, como si no hubiese pasado nada, como si le hubiesen vuelto a poner ese chip que le habían quitado el día que su dueña la llamó y no acudió. Estaba a salvo. Durante esas tres semanas y media, muchas personas colaboraron con avisos, recorrieron las calles buscándola, pegaron carteles, preguntaron a gente… todos iban cumpliendo con las pautas que se les iba dando de no perseguirla, de no llamarla y en definitiva de no asustarla, con el objetivo de que cada día volviese a su punto de comida. Muchas personas preocupadas, personas anónimas y altruistas que se iban uniendo en la colaboración. Hay personas increíbles.
Muchos perros, gatos y otros compañeros, no corren la misma suerte que Galia ha tenido. Son atropellados, mueren de frío o hambre, o directamente nunca más se vuelve a saber de ellos, ya tenga dueño o no. Todo este esfuerzo, toda esta dedicación, se hace por ellos, en su memoria. Sabemos que Galia no va a ser la última en esta situación, pero con esta experiencia, muchas personas han aprendido a cómo proceder, a cómo colaborar y a cómo querer a una perra que ni siquiera han conocido. Tengamos infinito cuidado con nuestros compañeros de vida, porque dependen de nosotros. Solo te tienen a ti.»