La sección local del partido ecologista convoca mañana a todos los amantes de la bicicleta (y de las fresas) en la puerta del Hospital Infanta Sofía (a las 10.30 de la mañana). ¿Objetivo? Visitar la finca de Monjarama, una empresa familiar que lleva treinta años cultivando fresas ecológicas en la vega del Jarama y que ya tiene la cosecha de este año dispuesta y a la venta. Cicloturismo en primavera, a la vera del río y con control de avituallamiento en clave fresa. Ah, y la gente de Equo nos cuenta que la ruta es apta para todos los públicos.
La Finca Monjarama está situada en la vega del río Jarama, a 19 kilómetros de Madrid. Monjarama es una empresa familiar que lleva treinta años cultivando fresas y otros productos frescos. La fresa que comercializa se llama Mara de Bois. Además -cuentan-, “cultivamos fresón, tomates de distintas variedades de exquisito sabor, frambuesas, moras, grosellas y flores”.
Según explican en su página, “en los últimos años, desde la aparición del Comité de Agricultura Ecológica de la Comunidad de Madrid, cultivamos siguiendo la normativa de producción ecológica. Esto significa que en todo el proceso de crecimiento de nuestra fresa no utilizamos ningún producto químico, que madura al sol y que se envasa muy poco antes de que llegue a su mesa con todo el sabor de las fresas de siempre. Y este es nuestro mayor orgullo”.
Ah, y ojo al dato
Monjarama acaba de obtener el Premio al Mejor Producto de Madrid, «para la variedad de fresas ecológicas Mara de Bois», en la I Edición de los Premios de Gastronomía de la Comunidad de Madrid, galardones que concede la Academia Madrileña de Gastronomía y que cuentan con la colaboración del gobierno regional. Por cierto, las fresas, lógicamente, están a la venta. Es más, las puedes recolectar tú mismo, te las pesan, cotizas lo que corresponda, y de vuelta a dar pedales.
La cita es mañana, sábado, 20 de mayo, a las 10.30 de la mañana, a las puertas del Hospital Infanta Sofía. Desde allí partirá la comitiva eco-ciclista rumbo a Viveros Monjarama. La ruta discurre por caminos y pistas -alejada pues del asfalto-, es muy llana (como la propia vega del Jarama) y puede ser cubierta en 45 minutos (una hora a lo sumo) por ciclistas de todas las edades.