Nació allá por el 67 en Madrid, de padre republicano y madre de las que trabajan las 24 horas en casa. Begoña (Bego) se hizo comunista con quince años y a los veinte ya andaba de la mano de un tal Alfonso, guerrillero, que rondaba la treintena. Bego hizo luego carrera -en la Facultad de Ciencias de la Información- y buscó trabajo, y lo encontró, y tuvo una hija -Irene-, y fue concejala en SanSe, y dimitió porque no le gusta que haya demasiado trecho entre el dicho y el hecho. Begoña (Bego) lleva toda la vida siendo mujer de batalla, una chica que un buen día montó una tienda con Ernesto y Angelines, y, de repente, pasaron 14 años.
Pan y Rosas era la panadería chiquita que estaba entre la plaza del monumento a los toros y el Zoco.
Cerró.
Hace una semana (once días ya) cerró.
Cerró después de catorce años de pan y rosas.
Yo conocí a Begoña cuando aún éramos críos, 16 ó 17 años tendríamos. Nos conocimos en el instituto, allí donde dicen que se forjan las amistades que duran toda la vida. Supongo que cuando nos encontramos me dio un beso grande y un abrazo, porque eso es lo que siempre hace Bego cuando te encuentra: darte abrazos y besos.
Lo supongo, pero lo cierto es que no lo recuerdo. Lo que sí recuerdo es que luego me dio otro. Y luego otro. Y otro, y otro más. Hasta que al final, un buen día, me quedé a vivir allí. Allí dentro, al amparo de sus abrazos; y allí encontré a un montón de gente, dentro de Bego, a la que le había pasado -y le pasa- lo mismo que a mí.
Pan y Rosas cerró hace una semana (once días ya). Y Begoña ha estado triste. Como Cristina, su hermana. Hermana del cuerpo y del alma. Y como Lolo (el que aparece, un poco triste, en la foto, un par de días antes del cierre). Y como Miguel. Y como Visi. Y como yo. Y como muchos otros.
Esloquehay ha querido entrevistar a Begoña porque hace una semana (once días ya) cerró Pan y Rosas, una tienda chiquita de las que hacen pueblo, hacen tierra y hacen patria. La de verdad, la que no necesita banderas para saberse, la que no necesita desfiles para hacer camino, la que está hecha de gente de barrio y de gente de pueblo y de gente que ama y de gente que solo necesita, y que solo quiere… pan y rosas.
Lugar y fecha de nacimiento.
Madrid, 1967, el 28 de agosto. [El 28 de agosto es el día grande de las fiestas de SanSe].
Vocación.
Informar. [Begoña González Chicote es una de las fundadoras de esta revista].
Un lugar de SanSe.
El Parque de los Arroyos, como entrada a la Dehesa Boyal.
Un momento de tu vida aquí, o sea, de tu vida.
Yo tenía 17 años, y tengo muy claras las fiestas de SanSe en la Plaza del Pueblo.
¿Fiestas en honor al santísimo cristo de los remedios o las fiestas de mi pueblo?
Las fiestas de mi pueblo, sin duda.
¿Qué pierde Begoña sin Pan y Rosas?
Pufff… pierdo muchas cosas. Pierdo lo que ha sido mi trabajo durante catorce años, pero pierdo fundamentalmente un lugar de encuentro, de convivencia, donde he conocido a muchísima gente, algunos ya son amigos, y donde he visto que era posible tejer un proyecto de ayuda mutua. Y me da mucha rabia, mucha, no solo por la parte personal que se pierde, que es grande, sino porque tiene también implicaciones sociales que para mí son más importantes aún.
¿Cómo surge Pan y Rosas?
Un cuñado mío, Ernesto, ve un cartel de un local que se alquila, en una pequeña tienda, al lado de la Administración de Lotería, una tienda que conocíamos todos, porque siempre habíamos ido allí a comprar el pan los días de mercadillo y algún domingo. Manuel Povedano era su dueño. El hombre murió prematuramente. Y su familia puso el local en alquiler. En aquel momento, yo, en concreto, me encontraba en una situación laboral un poco compleja. Y surgió esta posibilidad. Como en esta familia hemos sido siempre muy de meternos en cosas colectivas y emprendimientos, pues nos dijimos… ¿y por qué no intentamos abrir una pequeña tienda? Y nos pusimos manos a la obra. Hablamos con una tía mía [Angelines] para poder cubrir las mañanas. Y entre Ernesto y yo cubríamos los fines de semana y las tardes. Lo montamos con muchísima ilusión. Recuerdo que, una vez hubimos decidido dar el paso y alquilar el local… estuvimos un mes y medio preparándolo todo: montamos un verdadero taller en la tienda, de pintura, de carpintería, de costura… Para ir embelleciendo poquito a poco, a nuestra manera, aquella tienda que acabábamos de alquilar. Lo hicimos, por cierto, con mucha colaboración de gente del barrio, que venía a interesarse. Empezamos en noviembre de 2002. Y la verdad es que siempre pensamos que eso podía dar para sostener un par de familias, incluso crecer. Pero a los no muchos años vimos que… la situación global… Vamos, que no valía solo con nuestro esfuerzo.
¿Cómo sobrevive Pan y Rosas a Mercadona [instalan un Mercadona a trescientos metros de la panadería apenas cuatro años después de abrir] y cómo sobrevive al chino que abrieron a veinte metros de vuestra puerta?
Al chino sobrevivimos más o menos bien. Bueno, a los chinos. Nos pusieron un chino pegadito [que finalmente cerró], y luego nos pusieron otro enfrente. Pero los chinos son trabajadores como los trabajadores españoles en sus tiendas. Lo suplen todo con muchísimas horas de trabajo, intentando aquilatar lo más posible los gastos, tratando de repercutir la menor parte posible, porque si tú incrementas más de la cuenta el precio de tus productos… pues entonces sí que es la ruina. Por lo tanto, tu margen de beneficio es siempre muy, muy, muy pequeño. Y eso se suple con muchas horas. Y eso es lo que le ocurre a los chinos. El gran depredador de todas estas pequeñas iniciativas es la gran superficie. Son esos establecimientos que se instalan a las entradas de las ciudades, pero… sobre todo, sobre todo, sobre todo, en este caso, ha sido Mercadona. Me lo contaba hace poco un amigo que es entendido en estas cosas, lo llaman comercio de saturación. Mercadona ha plantado cuatro o cinco centros en un mismo municipio. Y eso arrasa con todo. Tienen productos gancho, como es el pan, por ejemplo, y te venden tres barras por un euro. Y contra eso es imposible competir. En Pan y Rosas decidimos desde el primer momento que lo que queríamos era tener productos de calidad. Teníamos dos hornos que cuecen pan todos los días. Dos hornos diferentes, para dar gusto a todo tipo de cliente. Pues ni con eso es posible competir. Traíamos legumbre de procedencia española, de una calidad excepcional, a un precio muy razonable… pero tampoco puedes competir con los precios que pone Mercadona. Ese ha sido el verdadero elemento que nos ha hecho caer, porque la crisis, evidentemente, nos ha afectado a todos. Todo el mundo ha reducido su nivel de compra, pero, cuando empiezan a emigrar clientes a centros como estos ya no puedes hacer nada.
¿Se puede hablar de un momento de inflexión, en los catorce años de historia de Pan y Rosas?
Sí, la apertura de Mercadona. Tal cual. También nos afectó cuando la Comunidad de Madrid legisló la libertad horaria para las grandes superficies [en junio de 2012]. Porque, claro, los domingos vendíamos mucho. Todo estaba cerrado. Los dos grandes días de venta de Pan y Rosas eran el miércoles, día de mercadillo (porque el mercadillo atraía a un montón de gente y nosotros vendíamos el doble de pan que un día de diario) y los domingos.
O sea, que el pequeño comercio ambulante atrae también clientela al pequeño comercio local.
Sin duda. Sin lugar a dudas. Recuerdo una campaña que se montó, antes de que se instalara el mercadillo en SanSe, en la que comerciantes de la zona, y pequeños empresarios, se mostraban contrarios a la instalación del mercadillo, porque decían que les iba a afectar en sus ventas y tal y cual. Eso ha sido una auténtica mentira. Todos los comercios de alrededor de la zona en la que se instala el mercadillo, todos los establecimientos que hay en los alrededores del Parque de la Marina, bares, panaderías, el de las llaves, el de la tienda de iluminación, el de las fotocopias… todos salimos beneficiados ese día. Yo recuerdo empezar a trabajar -los días de mercadillo- a las siete de la mañana, y que llegaran las tres de la tarde y no haber podido escaparme ni un minuto al cuarto de baño. La gente del mercadillo venía a hacerse los bocadillos a la tienda, iba a desayunar al bar de al lado…
Te refieres a los comerciantes.
Sí, sí, los propios comerciantes. Porque los vendedores ambulantes también se convertían ese día en clientes nuestros. No solo los vecinos que iban a comprar… Los comerciantes también. Y eso se ha acabado. La crisis le ha hecho mucho daño a la gente de la venta ambulante. Venden muchísimo menos. Y, claro, lógicamente, gastan mucho menos. Antes iban a desayunar al bar y ahora se traen un termo con café. Esto me lo contaba el otro día un muchacho. Me decía «vengo a comprarte el pan, pero el fiambre me lo traigo de casa».
En el perfil de Facebook de Izquierda Independiente, el mismo día que cerraba Pan y Rosas, alguien colgó una foto en la que Izquierda Independiente venía a felicitarse, y a felicitar al pueblo, por el hecho de que abría ese día sus puertas un nuevo Mercadona en SanSe. Lo que venía a decir Izquierda Independiente es: «estamos muy contentos porque se abre un nuevo Mercadona y va a generar empleo». Paradojas de la historia, supongo. ¿Qué te sugiere la imagen?
Yo no me enteré ese mismo día. Me enteré al día siguiente. Pero me pareció absolutamente paradójico, sí. Era como para haber hecho una foto fija, o una especie de montaje, en el que apareciesen simultáneamente la inauguración de ese Mercadona y el cierre de Pan y Rosas. A mí me parece una especie de esperpento. Es falso que las grandes superficies generen empleo. Y que generen empleo de calidad… mucho más falso. Durante catorce años, treinta metros cuadrados han dado para sostener dos puestos de trabajo. Dos salarios… medianamente dignos, pero dos salarios. Si dividimos los metros cuadrados que tiene Mercadona por el número de puestos de trabajo y analizamos la calidad que tienen esos puestos de trabajo… no sé. No sé si saldría la misma proporción. Yo entiendo que los representantes de Izquierda Independiente están en el gobierno y entiendo que todo aquello que parezca que va a generar puestos de trabajo… máxime si uno lleva la Delegación de Empleo [la concejalía de Empleo la lleva Izquierda Independiente] pues parece una buena noticia. Pero creo que el planteamiento es de escasa reflexión. Ellos deberían de saber, porque son representantes políticos, y estas cosas deberían tenerlas más o menos analizadas… digo que deberían saber qué es lo que ha sucedido con la apertura de grandes superficies en los pueblos. Y yo te digo a ti que lo que ha sucedido es que han cerrado montones de pequeños comercios que sí que generaban empleo estable, empleo seguro. La apuesta por el pequeño comercio ha quedado relegada, exclusivamente, a los programas electorales. No creo que se haya tomado una sola medida… al menos, yo, como copropietaria de un pequeño comercio en ningún momento he recibido ni de este gobierno ni del gobierno anterior apoyo alguno, apoyo al pequeño comercio.
¿Qué le espera al pequeño comercio en el presente?
Pufff… pues… en este momento… un futuro poco halagüeño. Esperemos que todo esto pueda reconvertirse. Pero el pequeño comercio… en estos momentos… está siendo esquilmado. Hay muchísimas grandes superficies que se han instalado en las últimas décadas en grandes ciudades de España… Bueno, en las grandes y en todas… en las medianas, en las pequeñas… Muchísimas grandes superficies que han acabado con cientos, miles de pequeñas iniciativas. Y encima estamos siendo objeto de un discurso trampa. Al menos, desde mi punto de vista. Estamos todos siempre oyendo hablar del emprendimiento, del apoyo a los emprendedores. Y es tal mentira, tal falacia… Hacen ese discurso al mismo tiempo que están tratando de implantar el TTIP [Tratado Transatlántico para el Comercio y la Inversión], un acuerdo internacional que lo que va a hacer es permitir que las grandes corporaciones mundiales se queden con absolutamente todo. En España pensamos poco, pero una de las cosas sobre las que menos reflexionamos, y creo que es un elemento básico, es que la alimentación hoy está en manos de empresas que no son ni siquiera españolas. Estamos locos.
¿Qué pierde el barrio sin Pan y Rosas?
Pues yo creo que pierde mucho. Pierde una tiendecita muy pequeña, de 30 metros cuadrados, tan pequeña que podría parecer que no es nada, que es un elemento insignificante en un pueblo de 80.000 habitantes, pero por la que pasaban cientos de personas a lo largo de toda la semana, de cada semana. Y cuando una pequeña tienda de barrio se cierra… se cierra también una pequeña puerta al encuentro, a la reunión, a la convivencia. Cuando los pequeños comercios desaparecen… yo creo que las calles, los barrios… se cierran de algún modo. Se cierran al paseo, al encuentro, a la búsqueda, a la convivencia.
Porque Pan y Rosas no es solo Begoña, ¿no? ¿Eso es lo que quieres decir?
Claro que no solo soy yo. Todo lo contrario. Hay tanta gente… Te diría decenas de nombres, pero no quiero olvidarme de nadie.
No hay problema. Asumo toda la responsabilidad. Yo te pregunto sobre algunos que conozco, y que sirvan ellos de paradigma del paisaje Pan y Rosas. ¿Quién es Miguel?
Miguel es un personaje pegado a Pan y Rosas. A Pan y Rosas y a la panadería de Manuel Povedano. Miguelito es un chaval que vive justamente detrás de la tienda. El día que llegamos, el primer día, ya estaba sentado en el taburete en el que ha estado sentado siempre, todos estos años, hasta el día en que cerramos Pan y Rosas. Es un tipo entrañable. Conoce a todo el mundo en el barrio. Bueno, estoy diciéndote que es un chaval… pero Miguel tiene ya treintaytantos. Ha crecido con nosotros. Y ya te digo: conoce a todo el mundo… y vincula a todo el mundo. A todos nos habla de lo que le pasa al vecino del cuarto, al de la tienda de enfrente… Pasa todo el día por el barrio, de establecimiento en establecimiento. Miguel tiene una minusvalía psíquica, pero se relaciona perfectamente con todo el mundo. Y luego es un tipo muy entrañable, muy cariñoso. Le ha dado mucha pena que hayamos cerrado Pan y Rosas.
¿Quién es Visi?
Visi es una mujer de 84 años que venía dos días en semana, acompañada de Rosa… A Rosa la conocí también en la tienda. Es una mujer que ayuda a Visi a salir dos días a la semana a pasear. Yo la conocí cuando ella iba a comprar al mercadillo, cuando iba sola todavía, con su carro de la compra. Siempre pasaba por aquí después de comprar. Ahora tiene algunas dificultades para salir sola. Cuando esto empezó a suceder, su familia, con la que tengo muy buenas relaciones, me preguntó si yo conocía a alguien que pudiera echarles una mano para que, por las mañanas -porque es que ellos trabajan- alguien pudiera acompañarla a dar un paseo, a mantener su actividad lo más normalizada posible. Y, claro, aquí en la tienda… lo de establecer redes de apoyo mutuo… pues ha funcionado. Yo conozco varios ejemplos. Y Rosa es una persona que se ha dedicado, durante muchos años, y todavía se dedica, a ayudar a personas mayores. Y, bueno, se la presenté a Visi. Y se han hecho grandísimas amigas. Y ahora vienen, venían, todos los miércoles y todos los viernes… prácticamente no más que a verme. Porque es verdad que venían a comprarle una barra que le gusta mucho a Irene, la nieta mayor de Visi… pero, en realidad, venían fundamentalmente a charlar y a mantener… pues esa relación de amistad que surgió hace tanto tiempo y que durante tantos años hemos alimentado. Visi me ha hecho como cinco o seis garbanceras.
¿Garbanceras?
Sí, bolsas de algodón tejidas a mano, con sus agujitas, para poner a cocer los garbanzos. Ella encontraba la motivación en el venir a la tienda, en hacerlas. Para que pudiera llevarlas a la casa rural [Begoña y otros cuatro socios tienen una casa rural en Guadalajara]. Me hizo un cojín de ganchillo maravilloso para mi cama. Y le encantaba cada primavera bajar al mercadillo y traernos unas flores para adornar la tienda. Visi es un amor. Pero hay muchísima gente que también ha sido muy importante para nosotras.
¿Quién es Marcelo?
Marcelo es una sonrisa permanente. Abría la puerta, con un saludo espontáneo, potente, siempre sonriéndote. Cada quince días o así decidía que el domingo teníamos que desayunar chocolate con churros y se iba a comprarlos antes de venir aquí a por el pan. Nos los traía tanto a Angelines [compañera de trabajo de Bego], como a mí [se turnaban los fines de semana]. Marcelo tiene también 84 años. Sube y baja todos los días del Praderón, y eso que le pusieron el Mercadona al lado de su casa, pero sube… subía todos los días a comprar el pan, y los dulces y las magdalenas para el desayuno. El fiambre también lo compraba aquí. Y luego pasaba lo mismo que con otra gente. Llegaba a la tienda y encontraba amigos. O sea, que no era la compra esta del cliente que coge lo que necesita, paga y se va. La tienda era una especie de punto de encuentro. Había momentos en los que estábamos diez o doce personas allí, todos hablando, relacionándonos. Además, tengo unas anécdotas tremendamente bonitas. Hubo un tiempo en el que quise rodar un corto. Ponía una cámara, y grababa todo lo que pasaba en la tienda. Y a Marcelo le encantaba que estuviera la cámara puesta. Un buen día además se arrancó a cantar flamenco muy, muy bien. Además, había un personaje con el que se veía mucho en la tienda, Jose, al que le perdimos la pista hace tiempo: hacían unos diálogos dignos de aparecer en el Club de la Comedia, un tipo maravilloso.
¿Quién es Lolo?
Es un amigo… Es un amigo. En letras grandes. A Lolo le he conocido hace solo siete u ocho años. Y se ha convertido en el sostén de los últimos años de la tienda. Él decidió que tenía que apostar por ayudar a Pan y Rosas a sostenerse… Su práctica diaria es comprar en el pequeño comercio. Lolo no pisa un comercio grande prácticamente nunca. Y ha sido un hombre de una generosidad desbordante. Todo aquello que había en la tienda y que podía ser para su casa o para regalar a sus amigos… lo compraba en la tienda. Pero es que no solo era un comprador en la tienda, y un amigo mío. Lolo ha hecho cosas en la tienda increíbles. Hacía lecturas colectivas. Traía libros y periódicos… Seleccionaba noticias que le parecían de interés y que él creía que debían ser conocidas por la gente. Y cuando la gente entraba en la tienda y Lolo me estaba leyendo a mí… pues paraba, le decía a quien entraba «espera un momento, por favor, ¿puedes escucharme un momento?», y les leía a ellos también. Un tipo increíble.
Ha cerrado Pan y Rosas, una tienda chiquita de las que hacen pueblo, hacen tierra y hacen patria. La de verdad, la que no necesita banderas para saberse, la que no necesita desfiles para hacer camino, la que está hecha de gente de barrio y de gente de pueblo y de gente que ama y de gente que solo necesita, de gente que solo quiere… pan y rosas.
Va por ti, Begoña.
Pan y hostias, por Ana Baraka
Hoja delgada y redonda
oblea
de pan ácimo
hostia, sí
Pan y hostias
Hasta ayer repartiste pan y rosas, Bego
Y no quisieron entenderlo
Los bastardos –país de viejos degenerados- no quisieron entenderlo; como no quisieron entenderlo sus lacayos, los mamporreros, los de la pana -también vieja- raída, rancia y falsa
Pan y hostias
Hasta ayer repartiste pan y rosas, Bego
Contra el viento y la marea. Contra la voz del ordeno y mando, que siempre mastica negra. Contra la boca sucia, siniestra: esa dócil que siempre dice “no se puede”,
esa que apunta lisonjera que “no es legal”,
esa que no deja escribir y que luego dice, bastarda, que “no está escrito”
Pan y hostias
Como ruedas de molino. Que si matan el río y no llega el agua y no puedo moler el trigo y no tengo pan y siento en lo más dentro el hambre -en mi padre y en mi hijo- entonces…
Pan y hostias
Como panes.
Hostias como hogazas redondas…
Sí, hostias como hogazas redondas habrá que amasar con las manos –con todas juntas las manos- para que vuelvan las rosas que nunca marcharon, que solo cambiaron de sitio.
Hostias como hogazas redondas habrá que amasar con las manos –con todas juntas las manos- para que vuelvan a ser –que serán, ya verás, Begoña- el pan y las rosas.
Cuando hablaba con mi amigo para hacer esta entrevista nunca pensé que quedara tan bonita, y no tanto por lo que yo cuento, sino por como lo hace él. Gracias amigo por la sensibilidad y el cariño, por el arte de hilar las palabras y coser costura a costura el manto que la abriga, las da calor y sentido. Gracias por la emociones, por la comprensión y una entradilla y un cierre que lo valen todo. Ana Baraka que quedo con tu «pan y hostias» para que siempre me acompañe, y con «Pan y Dignidad, Amor y Rosas» de Ernes, y no olvidaré «Pan y Rosas…y un martillo» de Gonzálo, ni «Juventud perdida» de Marta, ni el impulso de un rotundo «Si…» de Alicia, y «La sal del Pan» de mi hermana del alma, y la reflexión amorosa de mi hija que a sus 18 años me cuenta «La vida consiste en esto, cambios…», y el amparo impagable de Juan que afirma «que estás aquí, que existe la vida…», Y La madre de la Mari» que tan bien recreó Lourdes y el hilo de Irene que ajunta las hojas que dan soporte a las letras más bellas y el dbujo a plumilla, único, irrepetible, de mi nombre. Y me acompañará siempre la treta amorosa y el engaño dulce de Alfon, y la espera cómplice de Marga, Paco, Miguel Ángel, Geno, Jose Luis, Sabina, Jose, Lolo, Juan Carlos, Alfonso, Anita, Lucía, Nico y Cesar construyendo un Reencuentro. Gracias Amigos, compañeros del alma, tan temprano. esloquehaysanse.
Por eso nos cabreamos, por eso dimitimos por eso discutimos y por eso somos malos, cuando decimos y denunciamos, que lejos estan los politicos de la realidad de los ciudadanos, ayer fue Izquierda Independiente los que se alegran de que habran sus puertas un MERCADONA y no se dan cuenta de la tristeza que les entra a los pequeños comerciantes, el otro dia fue el Alcalde quien alardeaba de que se iba a inaugurar un MERCADONA sin pararse a pensar la tristeza que les produciria a los pequeños comercialtes, es como si no les importar, que mas da, no se dan cuenta que estas superficies y concretamente MERCADONA crea muy poquito empleo, desplazan a sus trabajadores de un lado para otro, pero eso es igual lo importante es que se destruyan puestos de trabajo y que cierren los pequeños comercios, a quien puede importar, solo a la familia. Se olvida pronto que en ese lugar hubo una pequeñita tienda llamada PAN Y ROSAS y daba trabajo a una o dos personas, buscaros la vida o enviar el curriculum a MERCADONA que muy posiblemente lo tiren a la papelera. Que pena de politicos y que pena la nuestra por permitirlo, Suerte Begoña
Gracias Rafa por tus reflexiones. Justamente esa es una de las grandes carencias de la izquierda y de las gentes, de los pueblos y de los individuos, que así tomados de uno en uno no somos nada, y como a nada nos tratan, y como a nada nos desprecian, y como a nada pretenden sumirnos en la desesperanza y el olvido. ¡Pero no lo lograrán!. Porque hay otras gentes, otras izquierdas, otros pueblos, otros individuos e individuas, que llevan a sus espaldas doloridas, el peso de una historia de resistencia y dignidad en tiempos difíciles. Y quienes han tenido el coraje y la valentía de trasmitir esas experiencias de lucha a los suyos, a quienes les sucedemos, han sembrado la semilla de la insumisión ante la injusticia. Y ahí, aunque parezcamos pocos, estamos y estaremos. La lucha continua porque aún no han desaparecido los motivos, ni las causas, ni las consecuencias. Gracias Rafa.