Corría la segunda década del siglo XXI, cuando con orgullo el tercio de extranjería de la Legión se paseaba en formación militar por Sanse. ¡Caramba!, ya era hora. Por fin podían cantarle al pueblo, y cantaron los hombres maravillosamente, con mucho sentimiento y ardor guerrero, su célebre himno, “somos novios de la muerte”.
¡Qué estampa! el destacamento detrás de la procesión, la imagen preciosa del Santísimo Cristo de los Remedios recorriendo el Pueblo, y su paso iluminado por fuegos artificiales. Que reconfortante resultaba observar de nuevo al pueblo boquiabierto con sus fiestas, porque lo que estaba sucediendo no era para menos; se estaba recuperando la fe y devoción en el Santísimo Cristo del los Remedios y en el Cuerpo de la Legión.
Si lo comentado hasta aquí de lo sucedido en aquellos días, que para nuestras fiestas patronales supuso una importante conquista, aun así no os parece suficiente, hubo otro acontecimiento más, también muy destacable en los festejos de aquel año. La presencia en la fachada de la Casa Consistorial de su Patrón y bienechor, nuestro Cristo, durante todo el tiempo que duraron las fiestas. Una gran estampa suya presidió el ayuntamiento, ¡como Dios manda!
A lo contado hay que añadir que, en fechas muy próximas a los acontecimientos que relato, y de forma osada, se colocó en una fachada del Ayuntamiento, con el beneplácito de la mayoría de la Corporación Municipal, una placa conmemorativa a los rojos ajusticiados durante la guerra civil. Sin embargo, y es lo importante, la placa era pequeñita, situada en lugar poco visible, y además en ella ni siquiera los colores republicanos de su bandera aparecían. En este desafortunado acontecimiento, hay que reconocer al menos la prudencia y mesura que tuvo aquel gobierno de Sanse. ¡Faltaría más, que no nos diéramos cuenta, de cuando las cosas no se salen del tiesto!.
Durante aquel tiempo volvimos a sentirnos protegidos y respetados, se ensalzaba a nuestro queridísimo Cristo de los Remedios, y se celebraban homilías a la Virgen del Rocío en la Plaza del Ayuntamiento, y en presencia del Arzobispo de Madrid, al tiempo que la Legión nos visitaba en fiestas. Tuvo lamentablemente que llegar la izquierda al gobierno Municipal para que curiosamente se recuperaran los valores patrios, el nacional catolicismo, y cobrara nuevamente esplendor una de nuestras señas de identidad, los festejos taurinos. ¡Vaya, que parecía el Mundo al revés!, veis como no hay mal que por bien no venga.
Ya a partir de entonces más tranquilos, porque comprobamos que desde los primeros días de ese gobierno de Izquierdas, nada teníamos que temer los que mandamos en este pueblo. Para algunos somos caciques, que digan lo que quieran, porque realmente bien es sabido, que somos gente de orden. Precisamente por esta cualidad, no nos duelen prendas en reconocer las cosas cuando se hacen bien, aunque las hagan las izquierdas.
Bueno amigos, poco tengo ya que contaros, salvo que de estas situaciones se puede aprender, que no siempre los gobiernos de izquierdas perjudican nuestros intereses, y tampoco siempre, van a favor de las gentes que les han votado. En aquellos tiempos en Sanse sucedía así, un gobierno tripartito de izquierdas, que como os digo, no lo hicieron mal del todo, y muestra dieron de ello.
Aunque hicieron cosas que no nos gustaron, hay que entender también que algo debían hacer hacia los suyos, con lo que tenerles contentos y que no se les mosquearan mucho. Pero no debéis estar preocupados, pues ya lo dijo el Caudillo, “os lo he dejado atado y bien atado”, y por lo visto así parece.
Si tenéis dudas del comportamiento en ocasiones de estos gobiernos de izquierdas, mirad lo que por aquel entonces comentaban algunos miembros del tripartito. Importantes responsables de sus partidos, incluso aquellos que se mostraban más ideologizados, y tenían mayor discurso sobre lucha de clases, les decían a sus afiliados y votantes, con la seriedad que requieren esas cosas, que realmente no se podía hacer casi nada.
Como podéis ver, hay que estar tranquilos, que aquí de lo sustancial no va a cambiar nada de nada.
Así me gustan a mí las izquierdas, con sentido común.