La filosofía fuera y la Dana dentro

Construir una sociedad democrática y justa es mucha tarea, y necesita de muchas herramientas. El Partido Popular, durante el gobierno de Mariano Rajoy en 2013, con su ley WERT, sacó a la filosofía de los planes de estudio, ah, y suprimió la asignaturas de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos, y también la de Educación Ético-cívica. La derecha y sus  prácticas reiteradas de negacionismo. Y ya que estábamos fuera, el PSOE, sus socios de gobierno, y todos los demás, no han logrado aún introducirnos de nuevo, salvo a hurtadillas.

Imagino a Platón, a Aristóteles o a Tomás Moro, a Rousseau llorando por las esquinas, “la política es el arte o la ciencia de guiar al grupo o al pueblo hacia la felicidad” gritaría Aristóteles,” todo gobernante debe ser filósofo”, diría Platón,  “Ser utópico no es soñar lo imposible o lo inasequible, sino soñar lo que es difícil”, nos recordaría Tomás,  o “Las injurias son las razones de los que tienen culpa” volvería a sentenciar Rousseau.

“Cuando luego se den planteamientos antiilustrados, que nadie se sorprenda”, decía una maestra española que vio arrancar y nunca volver a la filosofía a sus aulas. Siglos de conocimiento en esfumato, que dan paso a que lo increíble, lo falso, esté de moda, y lo obsceno también.

Y obligan a recordar que Gobernar no es una chanza, un entretenimiento, una ocurrencia, gobernar es asumir la responsabilidad sobre todas y sobre todo lo que gobiernas. Gobernar no es saltar al ruedo cuando quieras, darle unos paseíllos y retirarse del burladero a la mesa, o la siesta. Gobernar es  estar en el ruedo, permanente y torero. Gobernar es ser capitán del barco, el que no abandona. Gobernar es guiar.

Gobernar es proteger, a la gente, a la vida, al territorio, ante todo, frente a todo, en todo momento, con todos los medios disponibles y con los imposibles también. Gobernar es afrontar la verdad, más allá de ideologías, y actuar en pro del interés general.

Gobernar es un ejercicio voluntario, consciente, responsable…

Gobernar no es un usufructo, es un servicio público, el más público de todos los servicios, porque sirve a los intereses de todas las personas, de la vida, del territorio que gobierna. Esto no es una empresa, un banco, un holding, un grupo de magnates, aquí no interesa la bolsa sino la vida.

La política es el arte y la ciencia y la práctica de gobernar, y la verdad es su cimiento, y la responsabilidad su práctica. “Tan lejos, tan lejos, tan lejos te siento”, decían la gentes de Valencia a esos gobernantes que eligieron sustituyendo al gobierno del Botanic… y que celebraron eliminando la Unidad Valenciana de Emergencias.

Mazón y mazones, negacionistas, violadores de la ética y de la moral, criminales, ¡dejen tranquilo al toro y sus cuernos!, y cojan la emergencia climática por la raíz.  Déjense de directores de interior especialistas en “bous al carrer”, que lo que necesita el tendido son “carrer seguras”, y miren como solucionar lo más rápidamente posible la vida de la gente, afronten sus mentiras, sus irresponsabilidades, sus muertes, carguen con sus malas conciencias, paguen lo que tengan que pagar, y no vuelvan.

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