Es la frase que nos viene a la cabeza sobre las fiestas de SanSe después de comprobar el vigor de las fiestas de San Isidro en Alcobendas: mejores escenarios, conciertos gratuitos, mejores instalaciones para las casetas y en las casetas (suelo asfaltado en las zonas comunes, entarimado de madera dentro, y techado, cubriéndolas a todas) y precios populares. Todo, gracias a que el Ayuntamiento no sangra a los solicitantes. Es increíble que les cobren menos de 600 euros por la caseta cuando aquí cobran casi 3.000 y sacar una barra a la calle cuesta casi 1.000 euros.
Las fiestas de SanSe son posibles, desde hace años, gracias a la implicación de los hosteleros y asociaciones, ya que los beneficios obtenidos cada vez son menores y las tasas pagadas, desorbitadas para el volumen de negocio que actualmente generan las Fiestas del Cristo de los Remedios. Esto no viene del año pasado. Los anteriores gobiernos del PP y ahora el mal llamado “gobierno del cambio” -que en vez de dar un giro a la organización de los festejos, ha exacerbado su inclinación taurina-, han ido restringiendo el interés de nuestras fiestas, derrochando el presupuesto en toros, encierros y gastos relacionados, dando de lado a las actividades que las revitalizarían y revertirían el progresivo hundimiento en el que se encuentran. ¿Ya nadie se acuerda de cuándo no se podía caminar por ninguna de las calles del centro?
Los presupuestos están aprobados. Y este año se pondrá otra piedra en la tumba de las fiestas, esas fiestas de las que nos sentíamos orgullosos los que tenemos cierta edad, y que los más jóvenes no han conocido salvo de oídas (a ellos el Ayuntamiento sólo les ha dejado el botellón en las calles: ni diversidad de actividades, ni conciertos gratuitos, ni alternativas que sean más asequibles que comprar unas botellas en los chinos). En cuanto a los hosteleros -esos que, según políticos y taurinos, ganan dinero a espuertas en esas fechas-, solo les queda ver cómo otro año más sus ganancias se ven reducidas después de sufrir impuestos abusivos, un trabajo extenuante durante una semana sin dormir. Sabiendo además que cualquier error de planificación puede acabar en que, después de todo, se pierda dinero (ya ha pasado).
¿Cuándo se van a dar cuenta del vuelco necesario en la organización? Sé que es un poco difícil cuando vas de una inauguración de un local taurino a otra y luego lo rematas yendo de capea y solo escuchas loas sobre tu campechanía, pero los cambios que pedimos son los que quiere la mayoría y beneficiarían incluso a los que se niegan a verlo “por principios”. La suelta de unos animales por las calles para su posterior lidia solo beneficia a unos pocos, a muy pocos, a los que cobran un dinero público que no reporta en ningún beneficio, haciendo un negocio en el que nunca exponen ni arriesgan, arruinando en cambio las fiestas a los vecinos y su medio de vida a los autónomos que necesitan unos beneficios que les permitan aguantar el resto del año.