Escribí este soneto cuando murió mi suegra, Manolita. Es un soneto de ocasión (triste en este caso). Manolita era una trabajadora infatigable, una madre y abuela totalmente entregada. Una de esas recias mujeres españolas, maña, turolense por más señas, que siempre estaba dispuesta a realizar cualquier cosa que estuviese a su alcance para hacer más felices a los que la rodeábamos. Una persona así bien merecía un soneto de cariño y reconocimiento. Escribirlo me ayudó, y pienso que ayudó a la familia, a superar la pérdida.
No es la muerte tan mala compañera
si llega sin dolor y de repente,
si te acuna en sus brazos, suavemente,
sin la agonía de una tensa espera.
Esta vez nos hirió con la primera
luz de un alba de lluvia, diferente,
que empapó de tristeza la doliente
comitiva que en torno tuyo era.
Nos queda en el recuerdo la caricia
de tus ojos, la luz de tu presencia,
tu trabajo hecho con tanto esmero.
Vivir bajo tu amor fue una delicia
que no puede morir en esta ausencia
en la que nunca faltará un ¡te quiero!
Celestino Sánchez.
Cómo siempre, Celestino, tan especial. Un homenaje a Manolita, su suegra, con todo su respeto y cariño. Un abrazo Celes.