Las elecciones en Castilla León acaban de celebrarse, hoy las andaluzas. En un año, el 28 de mayo, las municipales y autonómicas, un poquito después, en noviembre de 2023, elecciones generales, y de aquí a dos años, en mayo 2024, las Europeas.
En un año, el próximo, tendremos la ocasión de votar tres veces, por tres veces tendremos la oportunidad de intervenir de una vez y por cuatro años para elegir por donde queremos que discurran nuestras vidas. Si nada lo impide no nos volverán a preguntar hasta que pasen 1460 días.
Hasta en tres ocasiones en el próximo año deberemos decidir sobre los gobiernos de la patria, y un poco después sobre el gobierno de la Unión Europea.
Todos los gobiernos nos gobiernan, es decir, deciden por nosotros y en nuestro nombre. Nosotros les elegimos, les ponemos nosotros, aunque no seamos nosotros quienes dirigimos a quienes elegimos para que nos gobiernen.
¿Y qué deciden en nuestro nombre? Pues desde el salario mínimo interprofesional, a las tasas universitarias, a las de la basura, la ratio y proyecto de la escuela pública, si hay o no listas de espera en la sanidad pública, la pensión que te va a quedar cuando cumplas 67 o 68 años, si puedes ejercer tu derecho a una vivienda digna y a un empleo también, si se le pone coto e impuestos a las eléctricas, si se le regala terreno y millones de euros a la Federación de Rugby o a la Tauromaquia, o se destinan recursos a los servicios sociales y a las gentes más vulnerables, si la energía limpia y el Planeta son una apuesta o un camelo, si un entierro debe costarte la vida por impagable, si tenemos derecho a votar en referéndum si queremos Rey o cualquier otra cosa… Vamos que, en nuestro nombre y para nosotros y nosotras, deciden muchas cosas, cosas de esas que nos afectan, de las que difícilmente podemos escabullirnos, o perdernos por el margen.
Hace un año votamos en la Comunidad de Madrid, y elegimos la Libertad de Ayuso, y ahora se impone su libertad para la censura, para la retirada de libros por motivos ideológicos, para dar rienda suelta a las VTC que esclavizan y tributan en paraísos fiscales, para reducir plazas en educación infantil, para despedir a 6000 sanitarios, o cerrar centros de atención a menores tutelados…
Y cuando votamos, ¿en qué pensamos? Y si no votamos ¿en qué pensamos?
Nos queda un año para seguir pensando y sortear la esquizofrenia de un ambiente que nos intoxica para ir en busca de la honestidad, aunque cueste un poco más de lo previsto, como a Julian Assange y Edward Snowden a quienes la verdad y la información les ha costado caro, antes incluso de estos días inflacionistas y de guerra.