Antropoceno es el nombre que la comunidad científica ha dado a la época geológica actual, nombre que pretende reflejar el impacto del hombre sobre la Tierra.
El Antropoceno ha sido y es testigo de múltiples revoluciones, avances y también desastres. La agricultura cambió el mundo, la revolución industrial lo cambió aún más, y una de las últimas, la revolución digital, lo ha transformado casi todo. Internet es esa ventana abierta al mundo que nos acerca al conocimiento y a la incertidumbre. Nos ha tocado vivir en la era de la información y la tecnología, que nos podría hacer más sabios o esclavizarnos definitivamente. ¿Será internet capaz de evitar que continúen naciendo flores en la Antártida?
La historia del ser humano es apenas un instante de la historia del universo, pero joder a todo lo que nos ha dado tiempo en ese instante.
No siempre, pero sí en demasiadas ocasiones en la historia de la humanidad hubo guerras, espionajes, chantajes, extorsiones, conspiraciones, secretos… Los hubo porque el ser humano aún no hemos sido capaces de vivir en armonía con la naturaleza ni con nosotros mismos. La lucha por el poder es la razón, poder que lleva en su génesis el egoísmo, el individualismo, la avaricia, y unos cuantos pecados capitales más que definen un modelo económico y social perverso, desnaturalizado y deshumanizado.
Las nuevas tecnologías, la informática, internet… podrían liberarnos de una existencia esclava, pero como no se trata de tecnología sino de ideología, estas herramientas se convierten en nuevas sogas o cadenas, porque la PROPIEDAD y su servicio es el quid de la cuestión.
Y ese quid de la cuestión arrasa con todo lo que se le ponga en el camino, si pueden cogerlo se lo quedan, si tienen que comprarlo lo compran, si tienen que extorsionar pues espían o saquean y si no, buscan la manera de destruirlo, que para eso hay guerras de todo tipo.
Dicen los eruditos tertulianos de los mass media que el espionaje siempre existió, y qué malo sería que no existiera, que es un elemento consustancial a nuestras democracias,… y es entonces cuando la candidez de la inocencia se cortocircuita. ¿No deberíamos entender la democracia unida indisolublemente a la transparencia, a la participación, a la ausencia de secretos o coacciones? Si el poder y la soberanía reside en el pueblo, en las gentes, ¿pueden las gentes ser ajenas a lo que en su nombre se decide?
Tal vez, sean estos delirios del estrés de estos tiempos modernos en los que Pegasus ya no es un caballo alado, noble e indomable de la mitología griega, ni un camión de factura española, sino un software informático malicioso israelí que te espía, te roba, se apropia de tu vida, previsto para cazar terroristas pero utilizado para apoderarse de la intimidad de representantes políticos, periodistas, empresarios y hasta presidentes del gobierno.
Pagaso abandonó el Olimpo de los Dioses para estar en el mercado, y Gobiernos, que como el nuestro vende armas de guerra física a Israel, le compran armas digitales como Pegasus. Y otros como Marruecos, Alemania, Bélgica, Polonia o Hungría también lo compran. Cadena de gobiernos espías, cadena de chantajes, y continúa el negocio de un grupo empresarial privado a costa del saqueo de las arcas públicas y de la ridiculización de la democracia.
Pero el PSOE del presidente espiado de España, Pedro Sánchez, vota con PP, VOX y Ciudadanos para impedir la creación de una comisión de investigación que esclarezca públicamente el caso Pegasus, para poner luz y taquígrafos a esta oscuridad. Y aquí, en Sanse, donde el PSOE de Narciso Romero y el Ciudadanos de Perdiguero con la indolencia del concejal huido del PP García Ruiz y Javier Heras portavoz de Más Madrid-IU- EQUO, recortan competencias al pleno y a los concejales de la oposición. Ellos, con nombres y apellidos, ¡ensanchando la democracia!
Menos mal que nos quedan en el recuerdo y en el acerbo aquel Julio Anguita que decía: ¡váyanse al diario de sesiones para ver la “pinza”, para ver como se dibujan las dos orillas políticas de este país, o ese grande de la cultura, la escena, la dignidad y la lucha de los trabajadores del cine y del no cine también, Juan Diego. De lo mejor del Antropoceno.
¡Va por ellos, que siempre intentaron que no crecieran flores en la Antártida!