Esta es la situación de los vecinos que viven encima del supermercado «Dia%» de la calle Marquesa Viuda de Aldama,7 de Alcobendas. Las reverberaciones acústicas, constantes de día y de noche, de la sala de máquinas del supermercado ha convertido en un infierno la estancia en su casa para estos vecinos.
Más de dos años de lucha por un descanso digno, y ni la abolenga propiedad del local, ni los dueños de la franquicia del supermercado, ni el Ayuntamiento de Alcobendas han puesto solución a un problema de ruidos constantes que han llevado a estos vecinos a precisar atención psicológica y farmacológica.
En 2019 comienza el calvario. La búsqueda del origen de un ruido incesante dentro de su hogar lleva a Manuel Linares a remover “Roma con Santiago”. Se comprueba que el Centro de Mayores, próximo al domicilio, incumplía la normativa de ruido y el Ayuntamiento procede a su arreglo. La oficina de una entidad bancaria sita en el inmueble se muestra colaboradora, realizando incluso mediciones, pero se descarta que sea esa la procedencia. Y parece ser que el foco del problema se sitúa en el local del supermercado ubicado justo debajo de la casa de Manuel.
Llamadas a la policía, veinticinco (25) informes policiales que dejan testimonio de los ruidos constantes, de las vibraciones que han provocado rotura de cristales y grietas en la terraza a lo largo de estos dos años, idas y venidas al departamento de Licencias y Actividades del Ayuntamiento, investigaciones y mediciones propias, informes médicos, cartas al Alcalde, intentos de interlocución fallidos con el supermercado, concentraciones vecinales, y finalmente una denuncia.
La Ordenanza de protección contra la contaminación acústica del Ayuntamiento de Alcobendas, establece los límites de niveles sonoros transmitidos a locales acústicamente colindantes. Estos límites fijan en un máximo de 30 decibelios el índice de ruidos durante la noche en estancias y dormitorios. Pues bien, seis han sido las mediciones acústicas que se han realizado en estos dos años en casa de Manuel. Dos tomas realizadas por el Ayuntamiento con unos resultados de 31,2 y 29,5dB, tres realizadas y pagadas por el afectado con un coste de 500€ cada una, que han dado resultados entre los 35 y 38 dB, otra más realizada por la entidad bancaria para descartar que pudieran ser sus equipos el origen de los ruidos, y la última llevada a cabo por el propio supermercado superó también los límites establecidos y provocó el cierre temporal del establecimiento comercial, en los días de la Filomena.
Semanas después el supermercado vuelve abrir y la pesadilla continúa. Al parecer se habían realizado unas obras y el ayuntamiento concedió permiso al establecimiento para continuar con la actividad, pero el ruido no cesa. Manuel solo encuentra silencio en las autoridades municipales, ni el Sr. Sánchez Acera, Alcalde por aquellos días, ni el concejal del distrito, ni los técnicos municipales prestan más atención a un problema que se alarga en el tiempo, que está desesperando y comprometiendo la salud de estos vecinos.
Manuel continúa requiriendo la intervención de la policía, a quienes se muestra profundamente agradecido por su actitud, también reitera el auxilio de los técnicos municipales, por los que manifiesta haberse sentido maltratado, incluso en ocasiones amenazado. No entiende este vecino que “poderes” son los que están actuando para mantener una situación insufrible. El Supermercado es una franquicia, y el propietario del local es Christian Colón de Carbajal, hijo del extesorero del Rey emérito.
En la vista previa del juicio, en mayo de este año, el supermercado ofrece un acuerdo a Manuel, pagarle 4000€ y que él se haga cargo de las costas. Manuel rechaza la propuesta, su único propósito es que los ruidos cesen y que su casa pueda ser un lugar de descanso. El juicio tendrá lugar en febrero, entretanto continúa la angustia diaria en el hogar, y la lucha por «un descanso digno». Manuel y sus vecinos ya han secundado dos concentraciones y el 13 del próximo noviembre convocaran una manifestación en Alcobendas.
Dos años de sufrimiento para Manuel, su pareja y otros vecinos, aunque no denuncien, meses de confinamiento por la pandemia en un hogar convertido en espacio de tortura, tapones, pastillas para dormir, ventanas abiertas en pleno invierno para atenuar el ruido, tratamiento psicológico, maltrato institucional, más de 8000 euros gastados en la búsqueda de soluciones, pruebas…
Manuel quiere dejar constancia del comportamiento intachable de la policía local, y de la empatía, apoyo y colaboración de Eduardo Andradas de Diego y Patricia Moreno, portavoz y asesora de Podemos en el Ayuntamiento de Alcobendas, las únicas manos amigas que ha encontrado en la institución municipal.
Manuel y sus vecinos tienen derecho al descanso, tienen derecho a que su casa, su hogar, ese lugar que hipoteca décadas de nuestra vida, sea un refugio y no un calvario. Manuel tiene derecho, y además la solución no requiere de física cuántica, tan solo precisa «voluntad»: insonorización, maquinaria en buen estado… Voluntad de la administración local y de los dueños de una actividad económica que comparten inmueble, un inmueble cuyo destino principal es la vivienda, un lugar donde vivir.
Las Directivas de la Organización Mundial de la Salud sobre el ruido ambiental ponen de manifiesto las consecuencias que la exposición prolongada a un nivel elevado o constante de ruidos tiene sobre la salud de las personas, así como sobre su conducta social.
Continuaremos informando.
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