De un letargo de más de 200 años producido por los cantos de sirena de una oligarquía corrupta, criminal y clasista.
Nuestro pueblo se ha movido peligrosamente entre el terror, el engaño y la esperanza.
El terror y el engaño han sido el pan de cada día y la esperanza solo empieza a vislumbrarse ahora que el pueblo Colombiano va despertando de su letal pesadilla tan hábilmente sostenida a través de los siglos.
Los fantasmas de las conspiraciones externas y el espantajo ya no asustan, porque la realidad acaba de desbordar la ficción de una democracia inexistente y la ilusión de un mundo mejor en manos de quienes han llevado a la ruina a toda una nación.
Son 27 millones de personas que sobreviven en las condiciones más indignas, un país de 50 millones de habitantes que tiene a la mitad de su población al borde de la indigencia.
Un país que ha permitido durante toda su historia republicana que todos, absolutamente todos los candidatos alternativos, llámense demócratas o de izquierdas hayan sido asesinados por la silenciosa mano de la oligarquía que ha desgobernado un país a base de terror, guerra, dolor y muerte.
Una oligarquía que se ha nutrido y se nutre de los recursos económicos que les proporciona el saqueo de uno de los países más ricos del mundo en recursos naturales y biodiversidad, y que no contentos con esto apelan a la delincuencia organizada para seguir captando dinero y saciar su insaciable inmoralidad.
Una “clase política” sin clase que ha utilizado el chantaje, la desaparición forzada, los “falsos positivos”, el secuestro, los hornos crematorios, “las casas de pique” en una espiral clasista de muerte y odio al humilde, al pobre, al ajeno a sus círculos.
Unos gobernantes que han expulsado a millones de personas de Colombia producto de la miseria, la persecución y el odio.
La juventud Colombiana ha dicho basta y ha empezado en algunos casos y continuado en otros el camino de la dignidad, de la justicia, de la libertad: Y que dice la comunidad internacional…?
¡Es la hora de Colombia!
Gustavo Guzman
Exilado político colombiano residente en España.
Casas de pique son lugares utilizados para torturar, asesinar y desmembrar a personas por grupos o bandas criminales y paramilitares.