Desde que se sabe que la verdad no existe, la mentira triunfa. No son el aspecto positivo y el negativo de algo: pero la mentira ocupa el vacío que deja la verdad.
Porque los gobiernos no tienen escrúpulo alguno en mentir de la manera más descarada, hoy ya se sabe que los gobiernos mienten y los periodistas transportan sus mentiras.
A los que escribimos artículos se nos pide, se nos supone ser neutrales, como si se tratara de Salomón. En eso se basa el crédito que el lector dé a lo leído. Sin embargo, estamos hablando de opinión, por lo tanto, cada uno tendrá la suya. Creo que más importante que la neutralidad, es el conocimiento de lo que se escribe y la valentía que le ponga el cronista.
No me suelo creer nada del apolítico ecuánime aparente, que lleva por bandera su objetividad. Sus opiniones inclinadas a uno u otro lado, por quienes les interesa o les paga los delata, para quien no sea beato de ningún partido o ideología y lo quiera ver. Aun así, venden sus sentires como “palabra de dios”, incuestionable por el resto de los mortales contaminados por “ideología”.
Los que escribimos artículos de opinión tenemos un punto de vista que contamos por algún medio de difusión. Aunque nos forcemos por ser imparciales, y lo consigamos incluso, tenemos creencias, yo en concreto soy ácrata, ateo y animalista entre otras preferencias, a partir de ahora ya lo sabe el lector y decidirá si quiere seguir leyendo lo que escriba en un futuro o no, en ese futuro podrá estar de acuerdo con mi opinión o no, pero ácrata, ateo y animalista.
Los que niegan lo que son o lo ocultan: si se dicen neutrales u objetivos, están mintiendo desde ese momento.
Luca Brassi