El día que comenzó el breve espacio de tiempo en el que España intentó ser un país más libre, moderno y digno, cumple este 14 de abril su 90 cumpleaños. Esta conmemoración en SanSe no va a pasar desadvertida, ya que muchas vecinas y vecinos, colectivos y asociaciones de esta localidad, van a rememorar este próximo 14 de abril en el Parque de la Marina, la proclamación de la 2ª Republica Española y seguramente se reclamará el advenimiento de la 3ª.
Ha pasado ya casi un siglo, desde aquel 1 de abril de 1939 en el que, el generalísimos Franco leyó el último parte de la contienda nacional, en el que decía, «en el día de hoy cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. ¡La guerra ha terminado!»
La guerra terminó, y dio paso al hambre, la miseria, el despotismo, las torturas, la cara más agresiva del machismo, las actitudes más violentas del autoritarismo, en definitiva, el desprecio más absoluto por los derechos humanos. Esto fue lo que aconteció durante más de cuarenta años en una España gris, triste y taciturna que nos dejaron con su triunfo las tropas nacionales.
Pero noventa años después, somos muchos y muchas los que con afecto y cariño recordamos los periodos republicanos que ha vivido el Pueblo Español. Etapas de la historia de nuestro país que lamentablemente han sido muy cortas, tan cortas, que, en el caso de la 1ª República, duró tan poco, que no les dio tiempo ni para proclamar su constitución.
El segundo intento duró escasamente cinco años, que se desarrollaron en un ambiente convulso y tenso, debido a la reacción que ejercieron las derechas y el clero contra los derechos democráticos del Pueblo. Sucesos que se produjeron en una Europa hostil para un país Republicano, pues el nacismo triunfaba con Hitler en Alemania, en Italia lo hacía el fascismo con Mussolini, y mientras estos colaboraban con las tropas Franquistas, Francia miraba para otro lado, y así consiguieron, no sin dificultad, tumbar a la 2ª República Española.
La derrotaron, como no podía ser de otra forma, militarmente, empleando la fuerza de su armamento, practicando el crimen, la extorsión y la crueldad. La enterraron con saña y desprecio en las cunetas, en fosas comunes, campos de concentración y exterminio, o en el valle de los huesos perdidos. Así es como impusieron su paz, llenando cementerios y ejerciendo el terror desde las instituciones del estado, para a través de la violencia y el miedo someter al Pueblo Español.
Esto aconteció hace ahora 90 años aproximadamente, y hay que tenerlo muy presente y no olvidar nunca la historia de nuestro Pueblo, pero actualmente los republicanos y republicanas tenemos que mirar para adelante, hacia el futuro, respetando nuestro pasado y recuperando lo mejor que hubo en él.
Durante los cinco años que duró la 2ª República, es notorio y sabido que se hicieron muchas cosas para incrementar los derechos de las personas, citaré solo una, que constituyó el reconocimiento de un derecho fundamental que hasta entonces no había sido tenido en cuenta, el Sufragio para las mujeres, que les permitiría votar libremente en todas las elecciones que se produjeran en el país.
Hubo avances muy importantes durante la 2ª República, como la separación de poderes entre la iglesia y el estado, y progresos significativos en asuntos como la educación, sanidad, derechos sindicales, infraestructuras y otras muchas conquistas que se produjeron en materia de libertades individuales.
Fue un periodo progresista en la historia de España y posiblemente también en la del mundo. Una muestra de ello fue el apoyo que obtuvo por parte de los Pueblos de muchas naciones, como lo atestiguaron los miles de combatientes milicianos que a través de las Brigadas Internacionales, vinieron a defender con su vida la 2ª República Española desde países de los cinco continentes.
Pero ya han pasado muchos años y ahora estamos en otro tiempo, un nuevo periodo, en el que, sin embargo, debemos plantearnos nuevamente que necesidad hay de mantener un estado monárquico. Quizás hora este planteamiento tiene más sentido, pues a estas alturas de siglo resulta ridículo la existencia de esta institución. En los tiempos presentes, no hay razones objetivas que justifiquen su permanencia en las estructuras del país, si lo que verdaderamente deseamos como pueblo, es vivir en un país justo y plenamente democrático.
Por tanto, definitivamente, la casa real ya debería formar parte de la historia de España, un legado que ahora debe dar paso a un país moderno, juicioso y plenamente democrático. Una patria, en la que la elección de la jefatura del estado no se asiente en un principio de desigualdad absoluta, como sucede ahora a través de la imposición hereditaria de la monarquía, muy al contrario, al representante de la nación se le debería elegir por sufragio universal.
Frente a esta situación, se agradecería un gesto que sin duda demostraría un gran inteligencia y sensibilidad, la abdicación del Rey Felipe en favor de su Pueblo. Es muy probable que a ojos de la historia si el monarca adoptara esta actitud, sería considerado como el hecho más extraordinario y valiente que nunca haya realizado un rey, reconocer públicamente la autonomía de su Pueblo y dejar que escoja libremente su propio destino.
Esta decisión sería además contemplada por la Ciudadanía, como un acto de respeto hacia ella, y a buen seguro, no tendría inconveniente en contar entre sus vecinos con Felipe de Borbón, sin tener que exilarse u ocultarse como algunos de sus antepasados han tenido que hacer. Por el contrario, sería respetado por la gente entre la que podría caminar con la cabeza alta.
Me he permitido hacer un ejercicio de política-ficción, y echarle un poco de imaginación al asunto monárquico. Sin embargo me gustaría que esta situación pudiera darse realmente y desearía que sucediera, por entender que las Ciudadanas y Ciudadanos de este país también lo verían como un acto de sensatez, inteligencia y modernidad por parte del monarca, que sin duda no dudarían en aprobar y festejar. Posiblemente algunos miembros de la familia real, también se alegrarían de este acontecimiento, pues en buena medida son rehenes de su propia institución, que impide que muchas y muchos de sus congéneres puedan elegir libremente su propia forma de vida.
Pero el advenimiento de una República no consiste solamente en quitar a un Rey de la jefatura del estado para poner un presidente, aunque este último sería elegido de forma democrática, y eso en sí mismo, tiene mucho más valor y sentido que el derecho hereditario de las monarquías. La República solo llegará cuando el Pueblo Español comparta la necesidad de modernizar el estado y hacerle más democrático, participativo y transparente, con estructuras sociales eficientes y actitudes políticas honestas.
Por tanto, el establecimiento de la 3ª República Española debería constituirse contemplando estos valores, para distinguirse claramente de otras formas de estado entre los que se encuentran las monarquías. Construir un país en el que surja un modelo de relaciones diferente a los conocidos hasta ahora en España, con características propias y acordes a las necesidades de su pueblo, sería la tarea más útil que los Republicanos y las republicanas podríamos abordar.
Favorecer un salto histórico en España, que promueva un régimen social justo, constituido por derechos y deberes equitativos, en el que la igualdad de oportunidades para todos y todas sea una realidad objetiva, es una aspiración que los Pueblos inteligentes y generosos suelen impulsar. Demostremos que queremos vivir en un país moderno, y contribuyamos a construir un sistema social donde todas las personas se puedan sentir libres, respetadas y protegidas.
La tarea que tenemos por delante es edificar una República amable y solidaria, que empatice con la sociedad civil, los animales, y el medioambiente, y se esfuerce por preservar la biodiversidad de su territorio, para contribuir como nación a preservar la vida en el Planeta. Protección que debe basarse en un modelo de economía circular, en el que los consumos energéticos, la explotación de los recursos naturales y de la fuerza de trabajo que nos provee de los bienes necesarios para vivir, sean eficientes y sostenibles.
Una patria Republicana debe velar también por la distribución justa de la renta, como la mejor garantía para asegurar que la igualdad de oportunidades se cumple. Planteamiento que resulta lógico, y tiene todo el sentido por razonable y justo, ya que la riqueza del País se genera con el esfuerzo de todas y todos, pero lamentablemente quienes más trabajan son los que generalmente menos perciben, y eso ni tan siquiera se corresponde con un estado democrático de derecho.
Para dotar al estado de una administración equitativa y eficiente de la hacienda y los recursos del país, es necesario que la república incorpore mecanismos de planificación democrática de la economía, en la que se tengan en cuenta los derechos de las trabajadoras y trabajadores, y se garantice su participación en el desarrollo y organización del País.
Construir un estado con un alto nivel de bienestar no es tarea fácil, pero tampoco es misión imposible querer vivir mejor y disponer de más tiempo para asuntos personales, cuestión que no debería ser algo impensable hoy en día, dado el nivel de desarrollo que hemos alcanzado. Más tiempo para ir tranquilos por la vida, para desarrollar las aficiones que nos motivan, para ser creativos y poder pensar, reflexionar o soñar durante una buena siesta. Tener más oportunidades también para las expresiones artísticas, el deporte, o simplemente poder pasear disfrutando de las cosas bellas que nos rodean.
Construir una república fundamentada en estos principios, es una bonita tarea que podría motivar que muchas Ciudadanas y Ciudadanos fomenten la convivencia entre las personas, el respeto hacia los animales y la protección del medio ambiente. Construir entre todas y todos una sociedad que trate con generosidad y cariño a los mayores, que proteja y cuide de la infancia, que también sea sensible ante las circunstancias y vicisitudes por las que pasa la juventud, y que respete los derechos individuales y colectivos de todas las personas, son las señas de identidad por las debería caracterizarse y destacar la 3ª República Española.
Alfonso.