Nadie habla ni hablará de ellos una vez abandonados y dados por muertos a no ser que algún mecenas encuentre elementos minerales bajo las raíces de árboles y matorrales, que sólo sirven para alimentar a la fauna madrileña. Estos pueblos, cercanos a Madrid, podrían ser ejemplo de recuperación económica, industrial, laboral y social, sobre un proyecto estable de desarrollo.
Pueblos como Navalquejigo, al lado de El Escorial, Fresno de Torote, entre Alcalá de Henares y Torrejón de Ardoz, El Alamín, al lado de Villa del Prado, Las Bellidas, en el Valle del Lozoya o Polvoranca, entre Leganés, Alcorcón y Fuenlabrada, son ejemplos de ello.
Con una historia importante a sus espaldas, Navalquejigo dejó de tener vida con el desalojo de un colectivo social alternativo, en 2007. Sus tierras pueden ser cultivadas y desarrollar industria así como turismo de calidad. Tener estación de cercanías en Las Zorreras es un privilegio.
En Fresno de Torote, situado en el Corredor del Henares, sus habitantes pueblan la pedanía de Sarracines y urbanizaciones, situadas a 2 km del pueblo original. Sus tierras fértiles son un vergel, regadas por el río Torote, afluente del Henares, de caudal irregular, con historia singular en el Siglo de Oro, véase La Vida del Buscón de Quevedo.
Son unas pinceladas para generar Riqueza, Empleo e Ilusión en este Madrid, al que no se acerca nadie entre semana y se destroza sábados y domingos por alimañas urbanas, que deberían haber pasado lista antes de nacer.
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Pedro Mayor