1.-Cualidades a las que se debe recurrir:
– Tolerancia (permitir las condiciones de naturaleza y de libertad en el contexto de los derechos humanos de los demás, nunca impedirlas ni agraviarlas).
– Que tus actos respeten los derechos humanos y, puesto que respeto es prioritariamente valorar cualquier dignidad, reconocer lo que cada ser humano mejora con sus explicaciones contra lo ignorado y con sus acciones.
– Independencia de juicio ante los intereses que se mueven; en cuanto que se mueven por el poder (mediático, sociopolítico o económico) que tienen, no por la razón o por unas esenciales necesidades.
– Autocrítica (darte cuenta del error, al que nadie está exento; y darte cuenta de las ventajas que tienes en recursos y en favoritismo, en trato de clase, de grupalidad o de imagen familiar en el momento de hacer o decir algo).
– Sentido equilibrado de la protección (comprender que hay que ayudar más al débil, que es el que realmente tiene menos defensa y más desamparo).
2.- Lo que se ha de asimilar en conciencia:
– Que todo ser humano, cualquiera, siente y piensa de una manera estrictamente objetiva o absoluta, siempre con unos conocimientos que la realidad se los ha dado; pero, también, lo hace junto a otros
que no se los ha dado la realidad, sino esos prejuicios que los intereses de una sociedad le han inculcado (o sea, que en frecuencia siente o piensa sin usar la razón).
– Que la verdad (o lo que se limita al hecho o a lo que en causa-efecto
puede ser un hecho) es una desinteresada honestidad siempre en uso de la razón (no una hipocresía, una demagogia o una retórica) que
se consigue (no se tiene de antemano) solo racionalmente; es decir, por un rigor, por un único y inesquivable procedimiento, por un cumplir las reglas imparciales de la razón.
– Que siempre debes ayudar y compensar a los que alimentan la razón (en donde se fundamentan los valores éticos: justicia, paz, amor, solidaridad, etc), no a los que alimentan la confusión, la indiferencia o la barbarie; en claro, a los que aportan razón, sin “olvidarte” de ninguno de ellos.
– Que la injusticia demostrada, racionalmente demostrada, siempre se ha de decir; como prioridad, pese a quien le pese y, aun, tras las injusticias que se reciban por el bien del decirla.
– Que todo se mueve y cambia; que el mundo sólo cambia por hechos y,
también, por los que promueven otros hechos, por los que ayudan a que haya otros pero, sobre todo, por los que ayudan a esos que ya advierten y hacen conocer unos errores porque, esos hechos viables o posibles, sean los más adecuados o los más éticos.
3.-Circunstancias de lo injusto o de la insensatez:
– Una persona que recibe una infravaloración o una injusticia directamente de ti, no puede ser condescendiente y comedido con tu acción (ni con otra injusta de otro), pues sería injusto o insensato, en coherencia.
– Toda persona injusta que tiene algún poder, para justificar su injusticia, siempre recurre al respeto y a la educación, en cuanto que es lo más fácil, es lo más miserable y es lo más cruel para quedar impune. Sí, se atribuye los grandes bienes que carece.
– Jesucristo no tenía que ser tranquilo, guapo y chovinista para ser justo, sino solamente ser capaz de aplicar lo justo o lo sensato.
– La forma más sutil e indigna de la domesticación y de la manipulación (que es aun un truco por esclavizar) es la de reprochar un dar un respeto a los que no respetan nada.
– El respeto, en el fondo social, es el valor más corruptible; puesto que todos lo quieren tener y pocos lo tienen de verdad. Así que, muy a menudo, es disfrazado como bueno cuando, realmente, no lo es (un ejemplo para comprenderlo: la manera de actuar de Jesucristo en aquella época era totalmente “irrespetuosa”, incluso “maleducada” con respecto al “comportamiento correcto o normal” que se debería hacer allí; pero, él no se dejó domesticar o esclavizar por eso). He ahí que hay que comprender que, el respeto, es consubstancial a la dignidad (o es
consecuentemente dignidad, o está en la misma referencia a ese valor).
– Amar siempre requiere un esfuerzo (un poner de tu parte) por comprender lo que vas a amar. Y comprender es, asimismo, conocer bien y aplicar bien toda la ética.
– Tú no puedes respetar a tu padre si no sabes o no aprendes a valorar sus esfuerzos como persona; es decir, el valor en “ser padre tuyo” sólo es: “lo que ha hecho por ti” de padre. Respeto es reconocer que, por ti, ha hecho tal o cual cosa con sus honrados esfuerzos, aunque no consigan los esperadísimos resultados.
4.-La insensatez en cualquier decir o expresión:
Ahora se habla, como truco de moda, el «es que es mi opinión», «es lo que me parece», “es que es mi verdad” (con estupidez e ignorancia la mayoría de las veces). Ya aclaré en otro sitio que la opinión es «ése decir propio», «lo que tenemos todos», con o sin esfuerzo, con valores éticos o sin ellos, con algo de razón o sin nada de razón pero ¡siempre! depende de la conveniencia (si no, por el contrario, sería estrictamente un decir sujetado a la racionalidad o irrebatible, o sea, sujetado ya a la imparcialidad de la razón con unas pruebas siempre por delante o con un rigor o con una probación continua de racionalidad).
Pues bien, el que afronta una injusticia grave o algo que atañe a todos o algo que educa a todos (una información), y por un rigor, es un irresponsable o un total sinvergüenza si habla, si más ni más, desde su parecer o desde su opinión. Así es. Para demostrarlo y, también para comprenderlo, hay que ir a un contexto de un rigor; sí, éste será el de un proceso judicial, por ejemplo. Allí, allí no puede ir uno insensatamente a decir «opino que la mujer asesinada quiso ser asesinada» u «opino que él la asesinó» o «me parece que él fue el asesino» o «creo que ella era
también asesina». Eso sería una ligereza de la responsabilidad a través de la opinión, ¡algo indignante! Y recuérdese que cualquier información de relevancia social (porque todo vaya en mejora o en ejemplaridad) no puede tener ésa ligereza de responsabilidad, ¡no!
Por eso, LO ÚNICO QUE HAY QUE VALORAR (y proteger) para no ser uno un irresponsable o un sinvergüenza es lo que esforzadamente se demuestra con el uso exclusivo de la razón (o de la ética como siempre parte de la razón).
José Repiso Moyano