Ya ha transcurrido un año desde que elegimos a nuestros representantes municipales. Una elección en la que la derecha local se supo de enhorabuena. No llegaron a entrar en el gobierno municipal dos de los tres partidos defensores de esa posición política. Sin embargo, la aplicación práctica de la política local, no dista mucho de la que hubiera ejecutado cualquier combinación posible entre las tres formaciones de la derecha.
Esta, se supo de enhorabuena, desde el momento en que comprobó la multitud de opciones presentes a la convocatoria electoral con posicionamiento político en la izquierda, y ratificada al conocerse los resultados de la votación.
Cinco eran las candidaturas de izquierda presentes a la cita electoral y, a priori, las cinco contaban con opciones a obtener representación. Algunas confiaban en estar presentes en el nuevo consistorio, todas deseaban estarlo, algunas tenían dudas de si lo conseguirían, dependería de la capacidad de cada una de ellas para convencer a los hipotéticos votantes de que la suya era la mejor opción. Sin embargo, el elemento que pudo pesar más en la decisión de los votantes progresistas y/o de izquierda, fue la propia dispersión de opciones políticas. Descontada la penalización que el propio sistema electoral da a las opciones con menos apoyo, el electorado mostró un no disimulado descontento ante la división política dentro de una misma tendencia.
Aunque eran cinco las candidaturas concurrentes por parte de la izquierda, eran siete las formaciones políticas presentes, ya que tres de ellas lo hacían en una misma candidatura (IU, Mas Madrid, Equo), sería una de las concurrentes, además de Izquierda Independiente, Podemos, Asamblea Sanse Si Se Puede y Juntos por Sanse.
Quizá el lector se pregunte porqué no se incluye al PSOE en ese grupo de candidaturas de izquierda. Pido disculpas a los militantes, simpatizantes y votantes de este partido, que dieron su apoyo con el convencimiento de hacerlo a una opción de izquierda, más el devenir cotidiano de la acción política del PSOE de Sanse, no da muestras que permitan encuadrarlo como una formación de izquierdas, aunque, no cabe duda, de que entre sus filas hay personas que comparten valores e ideas con el resto de formaciones de izquierda, aunque no son las dominantes y/o mayoritarias.
Ante tal situación, ya superado el llamado “calentón” postelectoral y vista la acción del gobierno actual, se aprecia que es necesario comenzar a trazar líneas que dibujen un retrato distinto en la cita electoral del año 2023. Un retrato real, atractivo, sólido, valido y útil, plasmado en un programa de acción para llevar a Sanse por otros derroteros políticos y sociales, diferentes a los actuales. Tarea, esta, que ya se intentó en el pasado, por parte de un nutrido grupo de personas con aspiraciones progresistas y de izquierda, con bastante buen resultado en la elaboración del programa, pero de ejecución no completada.
Los partidos o formaciones políticas son quienes al final concurren a unas elecciones y tendrán la capacidad de ejecutar las acciones y medidas que afectan a la vida de las personas, pero no son las únicas herramientas para la participación política.
El retrato del que hablaba anteriormente, a juicio de este indocumentado narrador, pasa por las siguientes fases, pasos o etapas:
1.- Todas las fuerzas políticas, todas, con posicionamiento político en la izquierda (las siete nombradas mas arriba sirvan como ejemplo) han de establecer y participar en una mesa de diálogo y negociación donde, a partir de las ideas y propuestas de todas y cada una de ellas, se plasme un proyecto a partir del cual se elaboraría un programa de gobierno para la próxima cita electoral. Un proyecto que recoja y encaje las distintas sensibilidades de la izquierda en el municipio de San Sebastián de los Reyes. Aunque son las formaciones políticas las que deben tomar la iniciativa y poner sobre la mesa sus propuestas para tratar de ligarlas dentro de un solo proyecto, no debe olvidarse la participación de asociaciones, colectivos y plataformas que compartan inquietudes y aspiraciones encajables en un proyecto político y social progresista.
2.- El segundo paso a dar, sin el cual se antoja muy difícil el éxito de la tarea propuesta, es la renuncia de todas y cada una de las formaciones participantes a sus siglas, a la hora de buscar el apoyo de la ciudadanía al proyecto. Ello no tiene que llevar aparejado la renuncia de cada formación política a su identidad, ni a sus estructuras, solamente la aceptación consensuada, en el momento de someter el proyecto a la aprobación popular, de un nombre o marca común.
Por obvio, sobraría añadir que los egocentrismos personales e intereses partidistas deberían quedar total y radicalmente aparcados, lejos de todo el proceso creativo del proyecto.
3.- El tercer y último paso, después de un largo y sereno proceso de trabajo para completar los dos puntos anteriores (entre dos y dos años y medio es el tiempo disponible), sería la búsqueda y elección, mediante una participación rigurosa y democrática de las bases de las formaciones participantes, de las personas que habrían de ejecutar el proyecto.
Para finalizar, una llamada a la reflexión: El sistema electoral español (no entramos a valorar aquí y ahora su idoneidad), premia a las mayorías y castiga a las minorías. Basados en esta premisa se puede afirmar que, la suma de muchas minorías puede dar como resultado una mayoría, la cual resulta premiada por el sistema electoral.
Rafael Rivas